El escenario. Un discurso con la mira puesta en la agenda doméstica
WASHINGTON (De nuestro corresponsal).- Con un país dividido en mitades casi iguales en preferencias políticas, el presidente George W. Bush enfrenta este año el enorme desafío de convencer a los norteamericanos de por qué tienen que darle un segundo mandato al frente de la Casa Blanca.
Ese y no otro fue el eje del mensaje que anoche brindó en el Congreso sobre el Estado de la Unión. La primera mitad del discurso se centró en la seguridad y la guerra contra el terrorismo, buscando dar la imagen de un estadista que está por encima de las disputas políticas. Sin embargo, a menos de 10 meses de las elecciones, el acento estuvo en temas de política doméstica, como la creación de trabajo, la economía y la salud, que son las mayores preocupaciones de los norteamericanos.
El escenario político de Estados Unidos es bien diferente al del año pasado. En ese momento, el mensaje de Bush en el Capitolio estuvo dominado por la guerra en Irak y la necesidad de derrocar a Saddam Hussein para que Estados Unidos fuera un país más seguro.
Para esa empresa, el inquilino de la Casa Blanca necesitaba contar con un amplio respaldo popular, y sus estrategos no dudaron en usar la mentira para inflar las pruebas sobre la presencia de armas de destrucción masiva.
Este año, las necesidades de Bush también pasan por conseguir un amplio respaldo popular, pero no para ir a una nueva guerra sino para poder conservar el poder. Entonces, el eje del discurso tuvo que adaptarse a las exigencias que plantean hoy los norteamericanos, más preocupados por cuestiones domésticas que por Irak y el florecimiento de la democracia en Medio Oriente.
Paridad en las encuestas
Según una encuesta del diario The Washington Post y la cadena ABC News, la diferencia entre Bush y el candidato demócrata que surja de las primarias es prácticamente inexistente. Bush obtendría hoy el 48 por ciento de los votos frente al 46 por ciento de los demócratas.
Bush conserva un 58% de aprobación frente a un 40% que desaprueba su gestión. Pero la gran mayoría de los ciudadanos está disconforme con la agenda doméstica del gobierno republicano.
La forma en que Bush manejó la guerra contra el terrorismo sigue siendo la principal base de su apoyo. Pero en lo que se refiere a las cuestiones domésticas, la gran mayoría responde que los demócratas podrían hacerlo mejor. Este es el punto de mayor preocupación de los republicanos y de allí el vuelco en la agenda, centrada ahora más en la política doméstica después de haber estado dominada por la seguridad, la lucha contra el terrorismo y la guerra en Irak y Afganistán.
Más de la mitad considera que en cuestiones de cobertura de salud para ancianos, el manejo del déficit fiscal y el costo de los programas de salud los demócratas podrían hacerlo mejor que los republicanos. Aun en la política educativa, un plus de Bush, el mandatario republicano ha retrocedido en la consideración popular.
George W. Bush ganó la elección del 2000 apelando a la agenda doméstica. Cuatro años después tendrá que poner su mayor esfuerzo en esa agenda, y no en la internacional, para mantenerse en la Casa Blanca.
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