Un electorado cansado y con pocas expectativas de un cambio
ASUNCIÓN.- Mario Abdo Benítez, Marito como le gusta que lo llamen, empezará su mandato con una ventaja. A diferencia de lo que sucede con los candidatos que logran encender al electorado, de los que se espera mucho, las expectativas de las que parte el pueblo paraguayo con respecto al nuevo gobierno son verdaderamente bajas.
La numerosa militancia colorada salió ayer a festejar. Para los independientes, daba igual que el ganador fuera él o el liberal Efraín Alegre. "Son todos iguales" fue el mantra que se repitió a lo largo de la campaña entre los desencantados votantes paraguayos, que durante el día de ayer siguieron los vaivenes de la jornada electoral con un largo bostezo.
Paraguay mantiene una tendencia de crecimiento económico sostenida, la inflación está bajo control y los niveles de deuda son razonables. Pero la desigualdad es la misma de siempre y las necesidades sociales son muchas.
"Todavía tenemos deudas sociales. Tenemos una pobreza que si bien se ha bajado [...] no hay explicación de que tengamos pobreza", admitió Horacio Cartes al salir de la votación. Y lo que no se puede entender, le faltó decir, tampoco se puede resolver, mejorar o atenuar. Quizás solo maquillar.
De hecho sí hay explicación. Basta escuchar y leer. Para eso, se supone, los políticos "recorren el país", como suele decirse. Lo dijo ayer Marito, que conocía bien el país. La economía no genera empleos de calidad, el acceso a la salud está en deterioro y la educación se quedó estancada vaya a saber en qué década, dicen los votantes.
La infraestructura mejoró, pero los sobrecostos de las obras, conflictos de intereses de funcionarios-empresarios y demás tentaciones al alcance de la mano de los dirigentes de turno hicieron de las suyas y afianzaron un clima de corrupción difícil de desmentir y, sobre todo, de revertir.
Paraguay tampoco logró revertir la imagen al exterior en materia de lavado de dinero. El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) lo considera el país de mayor riesgo de lavado en América Latina. Y los paraguayos piensan más o menos lo mismo, pero no sobre la base de informes técnicos, que no necesitan conocer, sino a la cantidad desmesurada de shoppings que ven brotar como hongos y que miran con una mezcla de asombro y sospecha.
Prioridad
La prioridad para el nuevo gobierno será trabajar en reducir la desigualdad, que incluye brechas de género en el trabajo y en los ingresos, la brutal diferencia en el acceso a la tierra, que tiene a los campesinos siempre al borde de la expulsión de sus comunidades, y los impuestos regresivos que recaen con puntualidad sobre los más pobres.
La evasión fiscal, la economía informal, el contrabando, el mercado negro y el narcotráfico no cedieron en estos años de boom agroganadero. Se exportan la soja y la carne, pero se importa todo lo demás, sea legal o ilegal, en una actitud de puertas abiertas donde todo es bienvenido.
¿Habrá leyes más rigurosas contra la corrupción? ¿O basta con hacer cumplir las que están? El ganador prometió, al igual que su rival, impulsar una Asamblea Constituyente para reformar el Poder Judicial, al cual se le atribuye mirar para otro lado en los casos de enriquecimiento ilícito de los funcionarios y velar, en fin, por la impunidad.
Congreso
Por el lado del Congreso, habrá figuras que los paraguayos ya creían fuera de escena y habían desterrado de la memoria.
El caso excluyente es el exsenador colorado Oscar González Daher. Destituido por tráfico de influencias, se ve que extrañaba el Senado y se las ingenió para volver por lo suyo. Su nombre quedó finamente estampado en el número cinco de la boleta partidaria y pronto volverá a su segundo hogar.
Otro candidato colorado al Senado tiene un proceso judicial en curso. Y otro más fue filmado en las elecciones de 2013 comprando votos. Así logró sin quererlo sus 15 minutos de fama como estrella nacional de la corrupción.
Pero los liberales, ni lerdos ni perezosos, metieron en sus listas personajes del mismo estilo de los colorados.
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