Un paso que no garantiza la estabilidad
JERUSALEN.- El dramático anuncio del primer ministro Ehud Olmert, que presentará su renuncia en septiembre, cuando su partido, Kadima, haya elegido un nuevo líder, no fue una confesión de culpabilidad. "Entregaré el cargo de forma ordenada y digna y luego mostraré mi inocencia", prometió.
Fueron las sospechas en su contra, la bajísima popularidad y el casi nulo apoyo de la población, debido precisamente a las investigaciones policiales, los que llevaron a sus asesores a convencerlo de que ése era el mejor camino. Pero el mensaje no fue el de un primer ministro vencido, sino el de una figura convencida de su inocencia y decidida a demostrarla sin las limitaciones que le impone su cargo.
Es más: hasta procuró aclarar que no dejó para septiembre la decisión de renunciar porque creyera que ya no podía seguir desempeñando eficazmente sus funciones, sino porque consideró que en la situación actual era lo más indicado.
Pero al mismo tiempo dio a entender que, a su criterio, era injusto exigirle la renuncia. "Apenas resulté elegido, comenzó una ola de investigaciones en mi contra. Desde el primer día en mi oficina fui forzado a esquivar ataques maliciosos y me vi obligado a refutar sospechas y ataques", dijo.
Olmert se dijo orgulloso "de ser ciudadano de un país en el que la policía puede también investigar al primer ministro" y confirmó que "el jefe de gobierno no está por encima de la ley". Y añadió: "No está por encima de la ley, pero tampoco por debajo", con lo que dio a entender que en la exigencia a que renuncie a su cargo, aunque todavía no se sabe siquiera si se lo inculpará, hay una injusticia, ya que todo ciudadano es inocente hasta que se haya demostrado lo contrario.
Un diálogo clave
Aunque parezca ilógico, es justamente el anuncio de ayer, que en el corto plazo marca el fin de su carrera política, lo que puede darle algunos puntos a favor ante los ojos de la población. Es que, según varios analistas, entre ellos incluso duros críticos de Olmert, el discurso que pronunció anoche fue uno de los mejores en mucho tiempo. "Serio, responsable, propio de un estadista", dijo el analista Amnon Abramovich.
Fue también esa imagen la que Olmert quiso transmitir, al parecer, al aclarar que, mientras continúe en el cargo, seguirá el diálogo con los vecinos, "porque es clave para el futuro de Israel".
De todos modos, está claro que Olmert, en la situación actual, no tendrá autoridad moral alguna para firmar ningún acuerdo de paz. No parece probable, de todos modos, que sea factible lograrlo. Hace pocos días, él mismo dijo que no habrá un acuerdo completo con los palestinos antes de fin de año, como se esperaba. Ahora, ni siquiera estará en el cargo para ese momento.
Claro que si en las internas del partido Kadima gana, como se espera, la actual ministra de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni, ello garantizaría la continuidad de la línea actual.
Livni no sólo ha adoptado una posición bastante similar a la de Olmert en cuanto al proceso de paz, sino que ha encabezado personalmente las negociaciones sobre los temas más duros, con el equipo palestino bajo la dirección del ex premier Ahmed Qureia (Abu Ala).
Insuficiente
Pero el hecho de que Olmert haya anunciado que entregará el cargo "en forma ordenada y digna, como se debe", todavía no significa que quien gane en las internas de Kadima será el próximo premier. La nueva coalición necesitará recibir la confianza del Parlamento (Knesset), que hoy está muy agitado. A esto se podría sumar un impacto negativo en el proceso de paz por la actual situación interna palestina.
En otras palabras: la esperada dimisión de Olmert no será suficiente para que haya estabilidad.
Si realmente el próximo gobierno es de Kadima, los sondeos indican que al frente estará la esperada ganadora en las internas, Livni, hoy la más popular. Pero de ella se desconoce más de lo que se sabe. Fue elogiada por algunos por haber tomado distancia en forma abierta de Olmert por las sospechas de corrupción, pero criticada por otros, que recordaron que no abrió la boca cuando se lo investigaba por el mismo motivo a su entonces jefe, el premier Ariel Sharon.
Como ex agente en el servicio de seguridad Shin Bet, Livni dio muestras de saber tomar decisiones en situaciones de presión y en medio de serias dificultades. Eso, como premier, no le faltará. Pero primero hay que ver si llega a esas instancias o si la política israelí vuelve a sorprender y conduce, en algún momento, a elecciones adelantadas. En ese caso, el actual favorito en las encuestas es el jefe del Likud, Benjamin Netanyahu.
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