Boris Johnson: un político provocador y extravagante que cambia sobre la marcha

PARÍS.- "Tengo más posibilidades de ser decapitado por un freesbee o de reencarnarme en una aceituna que de convertirme en primer ministro", dijo Boris Johnson en 2013 de paso por París. Pero el destino es así. Ayer, Alexander Boris de Pfeffel Johnson, nacido el 19 de junio de 1964 en Nueva York, divorciado dos veces y con una cantidad desconocida de hijos, se convirtió en líder del mismo partido que alguna vez dirigieron Winston Churchill, Benjamin Disraeli y Robert Peel. Y hoy asumirá como 77º primer ministro de Gran Bretaña. La pregunta es por cuánto tiempo y para qué.

El hombre de todas las paradojas llegará hoy al 10 de Downing Street gracias a la voluntad de apenas 160.000 miembros del Partido Conservador que votaron por él, imponiéndolo a los 66 millones de británicos en el más estricto respeto del juego democrático.

Lo que es más difícil de entender es la razón de esa preferencia.Boris Johnsones oportunista, mentiroso, extravagante, capaz de decir una cosa y todo lo contrario cinco minutos después.

Su balance político, como alcalde de Londres y como ministro e Relaciones Exteriores, ha sido -según amigos y enemigos- el peor de la historia del país.

"Desde sus autobuses que terminaron siendo llamados los 'saunas con ruedas', pasando por su funicular que nunca llevó un solo pasajero, hasta puentes de fantasía que nunca existieron, el legado que Boris Johnson dejó a los contribuyentes de Londres es una deuda de 940 millones de libras después de sus ocho años de gestión. Una fortuna que todavía seguimos pagando", escribió el diario The Guardian.

Como canciller, su gestión no fue mejor. Con ironía, sus detractores señalan que su única proeza fue conseguir que fracasara la liberación de la británica-iraní Nazarin Zaghari-Ratcliffe, detenida y acusada de espionaje por Teherán.

El ministro afirmó entonces erróneamente en una reunión pública que la joven había estado dando clases de periodismo en Irán, cuando solo se trataba de un viaje turístico.

"Johnson es una amenaza para la seguridad nacional", rezaba un cartel que colgaba del cuello de Richard Ratcliffe, el marido de Nazarin, en huelga de hambre frente a la embajada iraní en Londres.

Pero todo eso no parece haber importado a los 160.000 tories que votaron por él. Tampoco les preocupó que, antes de darse cuenta de que el Brexit sería para él la forma de llegar al poder, Johnson haya defendido con uñas y dientes la idea de que Gran Bretaña permaneciera en la UE. Que después hiciera una campaña basada en mentiras en favor del "leave" (partir) hasta que, por último, afirmara que "mentir está bien".

¿Por qué lo votaron entonces? Las razones hay que buscarlas más allá. Tal vez en el mundo actual.

"La verdad es que el Partido Conservador votó a Johnson no 'a pesar' de que es un inventor de extravagantes y falsas historias sobre la regulación de la UE para los preservativos, los diferentes gustos de los chips o el calibre de los pepinos. Lo votaron 'justamente' porque es un inventor de historias falsas. Es ficción, no hechos, lo que quieren oír", dijo la periodista y escritora norteamericana Anne Applebaum.

¿Entonces el Brexit? Según el nuevo primer ministro, se hará "cueste lo que cueste". ¿Pero cómo? Hasta hoy, nadie sabe. Incluso sus aliados reconocen que es un improvisado, que se ve a sí mismo como alguien que se preocupa por las grandes ideas e ignora la forma de lograrlas.

En esas condiciones, todas las posibilidades están sobre la mesa: que el nuevo primer ministro logre obtener nuevas condiciones de la UE; que no sea así y el Parlamento británico lo autorice a proceder a una salida sin acuerdo; que no se lo permita y se vea obligado a llamar a elecciones generales. O que, convenciéndose en algún momento de que quedarse es mejor que partir, Johnson decida llamar a un nuevo referéndum y hacer campaña en contra del Brexit.