Un reguero de líderes desplazados por EE.UU.
WASHINGTON.- El pedido del presidente George W. Bush de que sea destituido el líder palestino Yasser Arafat no representa la primera vez que Estados Unidos trata de desplazar a gobernantes extranjeros que le resultan inconvenientes. De hecho, Estados Unidos tiene una larga historia de acciones de diversos tipos, destinadas a deshacerse de tales líderes. Pero no siempre sus esfuerzos se han visto coronados por el éxito.
Numerosos países de América latina y el Caribe han sido terreno fértil para las acciones de presidentes norteamericanos interesados en lograr cambios en sus respectivos gobiernos. Algunos métodos han sido más decorosos que otros.
El lunes último, Bush, a través de un discurso televisado a todo el país, divulgó su deseo de que Arafat sea removido de la jefatura palestina. En otras ocasiones, las iniciativas norteamericanas por lograr cambios de gobierno en otros países han sido menos corteses y han incluido asesinatos, invasiones y conspiraciones encubiertas.
Un ejemplo es Cuba, donde una comisión del Senado halló en 1975 que hubo ocho intentos de asesinato, auspiciados por la CIA, contra Fidel Castro (quien, por su parte, afirma que el número de atentados contra su vida es muy superior). Varias décadas después, Castro se encuentra aún en el poder.
Al gobierno de Bush no le importa mucho quién desmantele la estructura totalitaria de Castro mientras que el resultado sea su desmantelamiento total. De hecho, Castro fue también el protagonista de la iniciativa de cambio de gobierno que ha resultado más embarazosa para Washington: el desembarco de exiliados entrenados por Estados Unidos en la bahía de Cochinos, en abril de 1961. Castro y sus hombres capturaron a los exiliados en pocas horas.
El presidente Bill Clinton envió tropas a Haití en 1994 para derrocar a una camarilla militar que había tomado el poder en un golpe militar contra un presidente electo tres años antes. La invasión, que había sido sancionada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, apenas suscitó protestas a nivel internacional.
La década del 80
El gobierno de George Bush padre envió tropas a Panamá en 1989 para arrestar al general Manuel Antonio Noriega, buscado en Estados Unidos por cargos de narcotráfico.
Si bien muchos países latinoamericanos consideraron que la acción no estaba justificada, los funcionarios norteamericanos pueden responder hoy en día a esas objeciones alegando que, tras la partida de Noriega, Panamá ha disfrutado de 12 años de estabilidad democrática.
El gobierno republicano del presidente Ronald Reagan financió una fuerza rebelde nicaragüense para combatir en ese país el gobierno del sandinista Daniel Ortega. Eventualmente, fueron los electores nicaragüenses los que desplazaron del gobierno a los sandinistas al elegir a un político democrático en 1990.
Las tropas norteamericanas también depusieron un gobierno izquierdista en Granada en 1983.
La historia registra, además, dos cambios de gobierno propiciados por la CIA a mediados del siglo pasado: Irán, en 1953,y Guatemala, en 1954.
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