Una búsqueda de coincidencias en medio del temor a una fractura nacional
NUEVA YORK.- Mucho después de acostar a sus dos hijos, Shanel Berry seguía de vigilia frente al televisor en su casa de Waterloo, en Iowa, mirando el horror del fin de semana y obsesionada con una sola pregunta: ¿el hombre armado que mató a cinco policías en Dallas era negro?
"Rogaba que por favor no fuese negro." Shanel temía que si el atacante era negro, los asesinatos de negros a manos de la policía se volviesen justificables. Shanel es maestra de escuela y está condolida por los policías muertos y sus familias. Pero cuando el atacante fue identificado y su foto apareció finalmente en las pantallas, su desconsuelo fue aún mayor: "Les dije a mis hijos que las cosas se van a poner todavía peor".
A casi 2500 kilómetros de distancia, David Moddy, policía jubilado de Las Vegas, se despertó anteayer con los mensajes de condolencias que escribían sus ex colegas en sus páginas de Facebook, con crespones negros como muestra de solidaridad con el departamento de policía de Dallas. A Moody ya lo habían enfurecido las protestas, según él motivadas por un sentimiento antipolicial, tras la muerte de dos hombres negros a manos de agentes de Louisiana y Minnesota. Y ahora esto.
"Es el clima que se vive ahí en este momento", dice Moody. "No nos levantamos a la mañana pensando los derechos de quién vamos a violar o qué tipo de persona vamos a arrestar. Todos los policías que conozco y que trabajan en las calles se levantan todos los días con la idea de mejorar las cosas."
Y aunque los dirigentes políticos, los manifestantes y los oficiales de la ley se esforzaron por remarcar las coincidencias y prender velas de duelo compartido, cunde un miedo generalizado a que Estados Unidos se divida aún más en su indignación y su angustia por los casos de gatillo fácil contra hombres negros, seguidos del ataque contra la policía de un francotirador, un veterano del ejército que dijo que quería matar a policías blancos.
Pocos días después de celebrar el 240° aniversario de su nación, los norteamericanos entrevistados en todo el país dijeron sentirse sumidos cada vez más en la culpa, y que más allá de los votos de compasión y unidad, Estados Unidos estaba cada vez más dividido por cuestiones raciales e ideológicas en furibundos bandos enfrentados de liberales contra conservadores, defensores de los negros y defensores de la policía, y manifestantes contra las fuerzas policiales.
Los departamentos de policía de todo el país tomaron precauciones y redoblaron los patrullajes. Los civiles también están en guardia. Trey Jemmott, estudiante de primer año de la Universidad de Nevada, en Las Vegas, dice que hace unos días su madre le advirtió que tuviese cuidado al salir del gimnasio, de noche. "Siempre me dice que ser afronorteamericanos nos hace sospechosos de antemano", dice Jemmott. "Lo único que siento es que las cosas tienen que cambiar. Pensábamos que habíamos superado todo esto."
Parados frente a un puesto de comida en Las Vegas, tres compañeros de trabajo -uno negro, uno blanco y uno asiático- discuten si el baño de sangre servirá para curar las heridas o profundizará las divisiones, mientras comentan sus propias experiencias con la policía. Martin Clemons, de 28 años, dijo que él y sus otros amigos negros fueron registrados por la policía por cruzar en rojo, a pie, el Bulevar Sur. Por su parte, Zach Luciano, un blanco de 23 años, dice no haber tenido jamás una situación negativa con la policía, y hasta evaluó ser agente. "Son más los policías buenos que los malos", dice Luciano. "Yo quería ser uno de los buenos."
Pero ambos comparten la sombría visión de que el país no restañará sus divisiones por largo tiempo. "Es triste, pero así está el mundo", señala Luciano.
En Nueva York, Manifa Bandele trabaja desde hace 17 años para que los ciudadanos graben en video las interacciones con la policía, pero el miércoles a la noche, cuando las imágenes en vivo de la muerte de Philando Castile en Minnesota se viralizaron en las redes sociales, no pudo tolerarlas. "Realmente, creí que me iba a dar un ACV. Sentía que me subía la presión", dice Bandele, de 45 años y nacida en Manhattan. "Trabajo noche y día para terminar con la brutalidad policial, mi obligación es ver esas imágenes, pero simplemente no pude."
Bandele y su marido ayudaron a fundar Copwatch en 1999, cuando Amadou Diallo fue abatido a balazos por la policía de Nueva York, que confundió con una pistola la billetera que llevaba en la mano. Bandele suele ser consultada sobre abusos policiales, así que mirar imágenes como las de esta semana es parte de su trabajo. "Esto fue un quiebre. Hablé con gente que me dice que se siente quebrada, que no soporta más -dice Bandele-. Esas imágenes me persiguen de noche. El shock es emocional, pero también físico."
Traducción de Jaime Arrambide
J. Healy y N. Hannah-Jones
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