Una disputa por la identidad en el corazón cristiano de Irak
Pugna de religiones y etnias en ciudades milenarias evangelizadas por los apóstoles
BARTELLA, Irak.– Cerca del ingreso a esta pequeña ciudad de las Llanuras de Nínive, en el norte de Irak, hay un inmenso árbol de Navidad artificial emplazado todo el año, como recordatorio y símbolo del milenario carácter cristiano de la región.
Pero a pocos metros, sobre la misma ruta, un símbolo muy distinto ilustra el cambio que está atravesando la ciudad de Bartella: un afiche del líder de la Revolución Islámica iraní de 1979, el ayatollah Ruhollah Khomeini, que posa su mirada sobre imágenes de combatientes chiitas muertos en combate contra Estado Islámico (EI). Muy cerca de ahí, una inmensa cruz de hierro rodeada de más fotos de combatientes iraquíes, muchas de ellas superpuestas a imágenes de santuarios chiitas.
“Cuando uno entra a esta zona no tiene la sensación de ingresar en un área cristiana”, dice el padre Yacoub Saadi, sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Siria. “Es más bien como ingresar en Karbala o Nayaf”, agrega Saadi, en referencia a las ciudades sagradas chiitas del sur de Irak.
Ahora, el papa Francisco está en Irak –la primera visita de un pontífice a ese país–, pero la preocupación de los cristianos es que estas ciudades del norte de Irak estén perdiendo su histórico carácter cristiano, y temen que su fe termine desapareciendo en un país de mayoría islámica.
El éxodo constante de cristianos que arrancó tras la invasión de Estados Unidos en 2003 no ha hecho más que acelerarse desde 2017, cuando EI fue expulsado de Irak. La visita del Papa es un gesto de apoyo y solidaridad hacia los cristianos que quedan en el país, cuyo número se ha reducido a menos de un tercio de los 1,5 millones que vivían aquí en tiempos de Saddam Hussein.
La ciudad de Bartella es una de alrededor de doce ciudades históricamente cristianas de las Llanuras de Nínive, donde se dice que Tomás el Apóstol convirtió a la población politeísta de la región, pocas décadas después de la muerte de Jesús. De hecho, muchos cristianos de la región hablan arameo, el idioma que supuestamente hablaba Jesús.
Incluso en Bartella, los cristianos son minoría: menos de 3000 en una ciudad de 18.000 habitantes. Como en la mayor parte de Irak, en la zona predominan los musulmanes chiitas. Pero en Bartella se registra un curioso giro demográfico: la mayoría allí pertenece a otra minoría iraquí, los chabaquíes o shabaks, un pequeño grupo étnico y lingüístico que está librando su propia lucha para ser reconocido. Y aunque la mayoría de los chabaquíes son musulmanes chiitas, desde hace años sufren el riesgo de ver desaparecer su cultura.
Así, las autoridades eclesiásticas de Bartella, en su esfuerzo por defender la tradicional identidad cristiana, terminan discriminando a los chabaquíes.
El gobierno central iraquí les concedió a las autoridades eclesiásticas la autoridad de aprobar proyectos de construcción y venta de tierras. Y la iglesia local usó ese poder para frenar los proyectos de desarrollo que podrían atraer a más chabaquíes y otros no cristianos.
En el borde de la ciudad puede verse un desarrollo inmobiliario abandonado que incluía viviendas, un polideportivo y un shopping: un proyecto que normalmente debería haber sido bienvenido en una región tan golpeada por el desempleo y la escasez de vivienda.
“Lo frenó la iglesia”, dice el padre Banham Lalo, sacerdote católico. “Esas casas seguramente iban a ser adquiridas por gente de Mosul o de Bagdad, y eso allanaría el camino para un cambio demográfico.”
El desarrollador del proyecto es Duraid Mikhael, un cristiano de la vecina Erbil, y dice que cuando recibieron la orden de frenar todo, en noviembre, ya llevaba invertidos más de 200.000 dólares.
De hecho, a veces las divisiones y tensiones entre los dos grupos étnicos se caldean y se producen enfrentamientos.
El desacuerdo suele reducirse a una competencia por ver cuál de las dos minorías está peor y en mayor desventaja.
“Los cristianos reclaman por sus derechos y dicen ser oprimidos, pero no lo están”, dice Saad Qado, director de la “Voz de Shabak”, una estación de radio local. “Los oprimidos somos nosotros los chabaquíes. Ellos tienen todo.”
“Si quieren los llevo a visitar los barrios chabaquíes para que vean que no tienen agua corriente y ni siquiera hay hospital”, dice Qado. “Y en algunas aldeas tampoco hay escuela, pero no le importamos a nadie.”
Aunque los conflictos religiosos son históricos en Irak, las actuales tensiones en Bartella se remontan a la captura de la ciudad por EI, en 2014. Por entonces, tanto los cristianos como los chiitas sufrieron el régimen del grupo terrorista sunita, y muchos huyeron para no volver.
Los chabaquíes formaron entonces una milicia que en 2016 finalmente ayudó a recuperar la ciudad. Para entonces, casi todo eran ruinas. Las autoridades de la Iglesia local dicen que la mayoría de los cristianos nunca regresó.
“Después de liberarnos de EI, muchos volvieron y encontraron su casa en ruinas, incendiadas o arrasadas, y decidieron migrar definitivamente”, dice Lalo.
En la iglesia sirio-católica de San Jorge, una vitrina custodia un imagen de la virgen María con la nariz rota, cálices chamuscados y un Jesús de yeso crucificado partido a la altura del torso, todos recordatorios de la devastación dejada por EI.
“Cualquier que haya venido a Bartella justo después de la liberación habría pensado que está ciudad no podría recuperarse jamás, por el grado de destrucción”, dice Ali Iskander, chabaquí y jefe del distrito, una especie de alcalde de hecho.
Fue entonces que el gobierno de Irak, ante el temor de que las ciudades históricamente cristianas perdieran su identidad, les concedieron a las autoridades eclesiásticas de Bartella y de otra ciudad, Bajdida, la potestad de regular los desarrollos inmobiliarios y la explotación de tierras. Este domingo, precisamente, el Papa Francisco tiene planeada una visita a la iglesia de Bajdida.
The New York Times
(Traducción de Jaime Arrambide)
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