Tensión política. Una nueva crisis regional hizo caer al gobierno belga
La salida de los liberales flamencos obligó a dimitir al premier Leterme
BRUSELAS.– Un nuevo capítulo de la tensión política entre flamencos y valones causó ayer la inesperada caída del gobierno de Bélgica, que se encuentra acosado por la crisis y a las puertas de presidir la Unión Europea (UE).
La responsabilidad de esta nueva acefalía en el gobierno fue asumida por los flamencos liberales del Open VLD, que exigían una solución inmediata de la disputa en torno del distrito electoral y judicial de la capital, conocido como Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV), que reúne 54 comunas de la periferia, en suelo flamenco, pero con mayoría de francoparlantes. Se trata de la única circunscripción del país en la que rige un doble régimen lingüístico y administrativo.
A pesar de que los aliados de la coalición de gobierno trataban de aplacar la tensión, la ruptura se vislumbraba desde hace días, y ayer el líder del Open VLD, Alexander de Croo, de 34 años, anunció el retiro del apoyo al gobierno encabezado por Guy Leterme.
Apenas cinco meses después de su regreso como primer ministro, Leterme acudió ayer al Palacio de Laeken para presentar al rey Alberto II su dimisión, la quinta desde que ganó las últimas elecciones, en 2007.
La crisis se aceleró desde que el martes pasado el mediador real, el veterano Jean-Luc Dehaene, entregara un informe en el que proponía algunas pistas de negociación para resolver la cuestión de BHV.
Los flamencos exigen desde hace años que las poblaciones de Halle y Vilvoorde –situadas en Flandes, pero donde vive una mayoría de francohablantes– sean separadas para mejorar los procesos electorales y judiciales de Bruselas.
La escisión pondría fin a lo que constituye una anomalía desde que se fijó la frontera lingüística en este país, pero despojaría a miles de valones de derechos básicos, como votar por listas francófonas y ser juzgados en su lengua materna.
Dehaene, ex primer ministro y una de las personalidades flamencas más respetadas en el sur valón por su moderación y espíritu de compromiso, había planteado la escisión, pero con compensaciones sustanciales para los francohablantes.
En medio de esta parálisis de gobierno, el monarca belga sumó ayer más incertidumbre al mantener su respuesta "en suspenso", según un comunicado del palacio real, que subraya lo "inoportuno" de esta crisis, ya que supondría "un grave perjuicio para el bienestar económico y social de los ciudadanos y para el papel de Bélgica en el plano europeo".
Apenas recuperada de la grave crisis financiera y económica de 2008, que llevó al cierre de numerosas empresas, como la fábrica de Opel en Amberes, Bélgica se prepara para recibir de España en julio próximo la presidencia rotatoria semestral de la Unión Europea.
Mientras los partidos de la mayoría criticaron la maniobra del Open VLD que atribuyen a intereses exclusivamente electoralistas, la caída del gobierno también reanimó los intentos independentistas de algunos sectores de la extrema derecha belga. Parlamentarios del separatista Vlaams Belang desplegaron ayer en el hemiciclo de la Cámara de Diputados una bandera en la que llamaron a la independencia de Flandes.