El escenario. Una transición poco común
Jim Kuhnhenn Agencia AP
WASHINGTON.- Es un proceso de traspaso del poder poco común. Mientras las malas noticias sobre la economía se acumulan, el presidente electo, Barack Obama, y su equipo de transición están cediendo las decisiones sobre esa área al presidente George W. Bush y el Congreso, pese a tener, en algunas áreas, profundas diferencias. Lo ha dicho: sólo hay un presidente por vez.
Obama ofreció que su equipo participe en las negociaciones entre los funcionarios gubernamentales y los líderes legislativos sobre cómo gastar la segunda parte del plan de ayuda de 700.000 millones de dólares destinado a sector financiero. Sin embargo, los representantes de Obama quieren que el secretario del Tesoro, Henry Paulson, elabore un plan alternativo ante la renuencia del Congreso. Un acuerdo de los demócratas para inyectar fondos a la golpeada industria automotriz podría despejar el camino para que Paulson solicite los 350.000 millones restantes del plan de ayuda.
La Constitución y la historia limitan por ahora lo que pueda hacer Obama. Hasta tanto asuma en el cargo el 20 de enero, carecerá de autoridad ejecutiva y hasta entonces el presidente seguirá siendo Bush. Sin embargo, tanto en público como en privado, los demócratas se muestran deseosos de asumir el poder en la rama ejecutiva.
El presidente de la Comisión Financiera de la Cámara, el representante Barney Frank, pidió esta semana a Obama "que actúe con mayor contundencia que hasta ahora". Y los senadores demócratas que desean un plan de rescate para las tres grandes firmas automotrices le pidieron que intervenga para zanjar las rencillas sobre la procedencia de los fondos.
Obama dedicó las primeras semanas de su transición a formar su equipo económico y a pedir insistentemente mayores sumas del erario con el fin de aumentar el gasto público en obras de infraestructura, proyecto de ley que, de estar listo, firmaría al subir al poder.
Hace 76 años, en medio de la Gran Depresión, Franklin Delano Roosevelt se mantuvo al margen de los asuntos gubernamentales durante los cinco meses de transición hasta que sustituyó en la Casa Blanca a Herbert Hoover. Ambos diferían substancialmente en la forma de tratar la crisis económica de aquel momento. Cuando Roosevelt llegó finalmente al poder, en marzo de 1933, la crisis había empeorado.
"Las mismas inhibiciones podrían afectar a Obama como le ocurrió a Roosevelt", dijo Ross Baker, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, y especialista en temas legislativos.
"No es aconsejable mezclarse por completo con la administración saliente -continuó Baker-. En cierta forma, fue la que creó esta crisis y los nuevos no tienen obligación alguna de llegar e intentar adecentarla."
Obama no ha minimizado la crisis económica. De hecho, ha preparado al país para más malas noticias. Al mismo tiempo, ha dejado en claro que la culpa reside en la política del pasado. "No hay soluciones rápidas o fáciles para esta crisis, que se cuece desde hace muchos años, y que seguramente empeorará antes de mejorar", dijo anteayer, ante la noticia de que las empresas suprimieron en noviembre 533.000 empleos, la mayor cantidad en 34 años.
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