La visita de Benedicto XVI: discurso ante la Asamblea General de la ONU. Velada crítica del Pontífice a EE.UU.
En indirecta referencia al unilateralismo de Washington, llamó a buscar soluciones colectivas a los problemas del mundo
NUEVA YORK.- Ante la repleta sala de la Asamblea General, el papa Benedicto XVI hizo ayer una vigorosa defensa de las Naciones Unidas, abogó por el respeto de los derechos humanos como base para acabar con la pobreza y la guerra, y esgrimió una velada crítica al unilateralismo de Estados Unidos y otras grandes potencias que menoscaban la autoridad de la ONU.
"Vivimos la obvia paradoja de un consenso multilateral que continúa estando en crisis, porque sigue subordinado a las decisiones de unos pocos, mientras que los problemas del mundo requieren de intervenciones a través de la acción colectiva de la comunidad internacional", afirmó, desde el podio el Pontífice, quien evitó citar a algún país en particular.
En la Asamblea se respiraba una gran expectativa por la posible mención a la guerra que el gobierno de Washington libra en Irak, de la que el Santo Padre ha sido muy crítico.
Sin embargo, en éste, el tercer día de su primera visita como Papa a Estados Unidos, Benedicto XVI, prefirió centrar su largo discurso en la defensa del multilateralismo y de los derechos humanos, ya que su presentación coincidió con el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Se convirtió así en el tercer Papa que habla ante la ONU; el primero, había sido Pablo VI en 1965, y luego, Juan Pablo II en dos ocasiones, en 1979 y en 1995.
"La promoción de los derechos humanos sigue siendo la estrategia más efectiva para la eliminación de las desigualdades entre países y grupos sociales, y para incrementar la seguridad -destacó en su alocución, pronunciada mitad en francés, mitad en inglés-. Ciertamente, las víctimas de las penurias y la desesperanza, cuya dignidad humana se viola con impunidad, son una presa fácil del llamado a la violencia y pueden convertirse en violadores de la paz."
Asimismo, el Pontífice señaló que todos los países tienen la responsabilidad de proteger a sus ciudadanos de los abusos y violaciones a sus derechos básicos, y resaltó que si sus gobiernos no pueden o no quieren brindar esa garantía, la comunidad internacional tiene el derecho a intervenir para evitar crisis humanitarias.
Entre los diplomáticos que lo oían atentamente, ese pasaje fue interpretado como una alusión a la grave situación que atraviesa la región de Darfur, en Sudán.
Aspectos polémicos
"Si los Estados no son capaces de garantizar esa protección, la comunidad internacional debe intervenir con los medios jurídicos previstos en la Carta de la ONU y otros instrumentos internacionales. La acción de la comunidad internacional y sus instituciones, siempre que respete los principios ceñidos al orden internacional, nunca deben interpretarse como una incierta imposición o limitación de la soberanía -apuntó en su mensaje densamente cargado de términos filosóficos y teológicos-. Por el contrario, es la indiferencia o la falta de intervención lo que hace el daño real."
Luego, Benedicto XVI indicó que lo que se requiere es una búsqueda más profunda de modos de anticiparse y resolver conflictos explorando todas las avenidas diplomáticas posibles, y responder o animar cualquier tipo de diálogo y voluntad de reconciliación.
El momento del discurso que encontró tal vez mayor resistencia entre los diplomáticos y el personal de la ONU, que ocupaban cada uno de los asientos disponibles en el salón y en las galerías, fue cuando se refirió indirectamente a las investigaciones científicas y tecnológicas que han abierto las puertas tanto a la práctica del aborto como a los experimentos con células madres, ambos rechazados con firmeza por el Vaticano.
"No obstante, los enormes beneficios que la humanidad puede obtener, algunas instancias [de la investigación científica y tecnológica] representan una clara violación del orden de la creación, al punto de que no sólo el carácter sagrado de la vida está contradicho, sino que la persona humana y la familia son robadas de su identidad natural", subrayó.
El Papa, que fue despedido con una ovación de pie, había sido recibido antes en la mismísima puerta del Palacio de Cristal por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
El secretario, además de resaltar que la organización es una institución laica de 192 Estados miembros, dijo que también es el hogar de todos los hombres y las mujeres de fe alrededor del mundo.
"Tenemos seis idiomas oficiales, pero ninguna religión oficial. No tenemos una capilla, aunque sí una sala de meditación. Pero si le pregunta a cualquier de nosotros que trabajamos para la ONU qué es lo que nos motiva, muchos responderemos en un lenguaje de fe. Vemos lo que hacemos no sólo como un trabajo, sino como una misión. De hecho, misión es la palabra que más usamos en nuestro trabajo alrededor del mundo, desde la paz y la seguridad hasta el desarrollo y los derechos humanos", destacó Ban Ki-moon.
Un invitación personal suya fue el motivo original de esta visita de Benedicto XVI a los Estados Unidos.
El Papa, de 81 años, celebra hoy tres años de pontificado con una misa en la catedral de San Patricio de Nueva York.
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