Venecia, en pie de guerra contra los megacruceros
ROMA.- Miles de personas marcharon hoy en Venecia para exigir que se prohíba la entrada de buques de crucero a la laguna de la ciudad italiana.
Basta de mega-cruceros- monstruos. Es el nuevo grito que se levanta en Venecia,una de las ciudades más fascinantes del mundo, en pie de guerra para prohibir que naves gigantescas surquen sus magníficos canales.
El domingo pasado, un crucero de 66 mil toneladas, 275 metros de largo y 54 de alto, con más de 3.000 personas a bordo, perdió el control y chocó a un vaporetto que estaba por zarpar de la banquina del Canal de la Giudecca. El accidente por milagro no dejó muertos, sino 5 heridos leves y pánico. Y volvió a poner sobre el tapete el escandaloso paso de los denominados "monstruos" del mar por los canales de Venecia. Y la necesidad urgente de desviarlos, como certificó la protesta que hubo ayer.
Desde hace años que la ciudad de las góndolas –que recibe a 30 millones de turistas por año-, reclama que las grandes compañías navieras atraquen lejos del centro histórico y dejen de navegar justo frente a la emblemática Plaza San Marcos y por el canal de la Giudecca. Los efectos de este evidente business son mortales para Venecia. Provocan una polución ambiental terrible, ya que las emisiones de las inmensas naves son veinte veces superiores a las de los autos. De hecho, un reciente informe indicó que detrás de Barcelona y Palma de Mallorca, Venecia es la ciudad portuaria más contaminada de Europa. Los gigantes del mar amenazan, con sus vibraciones, amenazan, además, a los antiguos y espectaculares palazzi, iglesias, puentes, campanarios y demás edificios de una ciudad única, construida a partir del V siglo sobre 118 pequeñas islas en medio del mar. Una ciudad ya de por sí frágil por esa unicidad y bajo riesgo, además, por la famosa "acqua alta", es decir, las mareas.
Finalmente, los mega-cruceros producen una espantosa contaminación visual. Arruinan uno de los paisajes más espectaculares del mundo. Algo de lo que se hizo eco el misterioso artista urbano británico, Bansky. Proféticamente, el 9 de mayo pasado, denunció el tema, al exponer en la Plaza San Marcos un mosaico de cuadros que representaban una gigantesca nave en medio del panorama urbano.
Aunque hace años estuvieron a punto de ser aprobados planes para que los cruceros tomen rutas alternativas, los continuos cambios de gobierno, la burocracia y el lobby de las grandes compañías navieras hicieron que todo quedara siempre, al final, empantanado. Y que nadie hiciera nada contra los también llamados "rascacielos flotantes", desde cuyas cubiertas los pasajeros se sacan inolvidables selfies pasando al lado de la Piazza San Marco. Se estima que el año pasado 595 colosos del mar pasaron por el canal de la Giudecca, es decir, casi dos por día.
Luego del incidente del domingo pasado, todo el mundo recordó cómo, después del sí trágico accidente del crucero Costa Concordia -barco que naufragó luego de chocar con una roca por acercarse demasiado a la costa, causando 32 muertos, en enero de 2012-, muchos en Venecia pensaron que, finalmente, las autoridades harían algo contra las grandes naves. Pero tampoco pasó nada. El poderoso lobby de las compañías fue más fuerte que las protestas, así como el argumento de los ingresos que se perderían en puestos de trabajo –en restaurantes y lavandería-, si se cerraba la laguna a las grandes naves.
Después del accidente del domingo pasado, el ministro de Transporte, Danilo Toninelli, en el banquillo por su inacción ante un peligro anunciado, prometió una "solución provisoria" –con una ruta alternativa para los cruceros, que ya no podrían atracar en el Canal de la Giudecca- para fin de mes. El problema es que Toninelli, del antisistema Movimiento Cinco Estrellas –partido que siempre abogó por la prohibición de los cruceros- se encuentra en la cuerda floja: es candidato a perder su puesto en medio de un esperado "rimpasto" (recambio de ministros), después del arrollador triunfo del líder de la Liga, Matteo Salvini, en las elecciones europeas de fin de mayo.
Todo el mundo en Venecia coincide en decirle "basta" a los mastodontes del mar al lado de la Plaza San Marco y en el Canal de la Giudecca. Aunque hay desacuerdo en cuanto a dónde deberían entonces atracar: ¿en el puerto de Marghera, en Malamocco, en el Lido, o en Chioggia?. "Es una vergüenza. ¿Qué esperan? ¿Que una nave pierda el control y llegue a la Plaza San Marcos? Ya no se puede hacer como si nada después del incidente del domingo pasado", clamó Toto Bergamo Rossi, director de la Fundación "Venetian Heritage". Coincidió Arrigo Cipriani, el veneciano más famoso del mundo, dueño del histórico Harry’s Bar: "nunca vi las naves de crucero como un peligro, no coincido con quienes dicen que arruinan el paisaje, pero después de lo que pasó, ya no confío", dijo.
Luca Zaia, presidente de la región del Véneto, también se sumó al coro. Pero recordando que los grandes cruceros tienen que seguir llegando a Venecia, sin navegar, claro, al lado del centro histórico, sino atracando en el puerto de Marghera, "ya que son un muy importante ingreso para Italia". "Si hay alguien que dice que no viene más a Venecia si la nave no pasa por San Marcos, soy el primero en decirle que se quede en su casa. No creo que haya nadie que jamás haya tenido la brillante ideaba de estacionar su auto en frente de la Pirámide del Louvre para visitar París", afirmó.
Venecia ya no aguanta los colosos del mar, un enorme negocio, es claro. Pero habrá que ver si esta vez, de las palabras finalmente se pasará a los hechos y los "monstruos" se terminarán yendo de la magnífica laguna.
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