Venezuela: las elecciones, una excusa para el poder absoluto
La fiscal general, los diputados de la oposición y sectores económicos estarán en la mira del gobierno de Maduro si mañana la concurrencia chavista supera el 35%
CARACAS.- "Tenemos claro que la Constituyente va a profundizar el conflicto." Freddy Guevara, vicepresidente del Parlamento, adelantó ayer el temor que invade a los dirigentes de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que conocen la magnitud de la tormenta que golpeará el lunes próximo. Una cuenta atrás que da vértigo político, el mayor de sus vidas.
La Asamblea Nacional Constituyente del "hijo de Chávez" contará con 545 delegados maduristas, chavistas y revolucionarios, decididos a convertirse en una versión siglo XXI del Comité de Salud Pública de la Revolución Francesa. Algunos más modestos lo comparan con los soviets, incluso con el Parlamento cubano. Felipe González, ex presidente del gobierno español, buscó en su propio pasado para encontrar el mejor símil: la "democracia orgánica" del dictador Francisco Franco.
Guevara, mano derecha del preso político Leopoldo López en Voluntad Popular, es uno de los que primero que van a sufrir en carne propia los "poderes absolutos" de la nueva Asamblea. El presidente Nicolás Maduro ya dijo que le tiene preparada una celda.
Los candidatos a la Constituyente repitieron hasta la saciedad que "terroristas", "golpistas" y "vendepatrias" serán juzgados sin remisión. Y no sólo está en juego la inmunidad parlamentaria de Guevara, de sus 111 compañeros de la bancada opositora y de los tres diputados revolucionarios contrarios a la maniobra de Maduro: Germán Ferrer, marido de la fiscal rebelde Luisa Ortega; Eustoquio Contreras, y Hugo Carvajal, antiguo jefe de la inteligencia chavista.
También lo está la "vida" de la propia Asamblea Nacional, cuyo Palacio Legislativo será tomado por los nuevos delegados, como anunció el radical Diosdado Cabello. El madurismo está calibrando las ventajas de su total disolución.
La segunda acción de la Constituyente además tiene nombre: Luisa Ortega. En la propaganda que acompaña a buena parte de los 6000 candidatos aparece como primer punto la "reestructuración de todo el Poder Judicial y del Ministerio Público (Fiscalía General de la República), y su intervención inmediata".
La antigua colaboradora de Hugo Chávez se convirtió en la gran bestia negra del madurismo, empeñada en denunciar el "terrorismo de Estado" y la "feroz represión" de policías y militares. "¿Qué debe hacer la Asamblea Constituyente? Voltear patas arriba, como una media, al Ministerio Público, para que se ponga del lado de la verdad y de la justicia", adelantó Cabello, uno de los candidatos más activos durante la campaña electoral.
Las dos primeras decisiones están cantadas, ¿pero qué vendrá después? "Todo dependerá del domingo. Si sólo mueve un 20% o menos de votantes, la cosa se les complica. Se quedarán con alas cortas y deslegitimados, sin fuerza política. En cambio, si vota un 35% o un 40%, se volverán más radicales. Y no les importará el aislamiento mientras conserven el poder", vaticinó Piero Trepiccione, uno de los coordinadores del Centro Gumilla, think tank de los jesuitas.
Las dos primeras consecuencias políticas de la Constituyente (enjuiciamiento y/o disolución del Parlamento y destitución de la fiscal) son también las principales causas de esta iniciativa. "Se trata de medidas políticas para afianzar al poder. Probablemente también sacarán a Henrique Capriles y Liborio Guarulla de las gobernaciones de Miranda y Amazonas", añadió Trepiccione.
El principal cometido del nuevo Parlamento revolucionario no será redactar una Carta Magna que sustituya la impulsada por Hugo Chávez en 1999. De hecho, todos parecen coincidir con la fiscal rebelde en que es inmejorable. El objetivo es sacudirse a los enemigos y radicalizar la revolución, aprovechando la trampa gubernamental.
"La Constituyente va a estar rodeada de actos simbólicos, ya que política, económica y militarmente no tienen capacidad de montar decretos creíbles", sostuvo Rocío San Miguel, directora de la ONG Control Ciudadano. Desde expropiaciones emblemáticas hasta decretos que otorguen mayor poder a las comunas, sin olvidar nuevas embestidas contra las organizaciones independientes.
El talante de este nuevo poder absoluto dependerá de quién sea elegido como su presidente. Dos figuras de la cúpula revolucionaria se disputan, en principio, ese puesto: Cilia Flores y el propio Cabello, más radical que la primera combatiente revolucionaria.
Los especialistas mantienen diferencias sobre las medidas económicas que pueden llevar a cabo en un país donde ya funciona desde hace año y medio un decreto de emergencia económica que otorga superpoderes a Maduro. El diputado José Guerra asegura que el gobierno busca endeudarse sin límites con el aval parlamentario, del que ahora no dispone. Un salvoconducto muy dudoso de cara a legitimar convenios y acuerdos internacionales.
La almirante Carmen Meléndez, muy cercana a Maduro, deslizó la posibilidad de controlar los precios manu militari ante la inflación que devora el bolsillo de los venezolanos. Pero cada vez que el chavismo aumenta los controles, los precios se disparan.
El famoso dólar blue, a quien el primer mandatario prometió "torcerle el brazo" al llegar al poder, superó ayer otra barrera histórica: el billete verde se cambia a más de 10.000 bolívares, cuando el dólar oficial en las subastas del Estado ronda los 3000 bolívares. También se espera alguna nacionalización ejemplarizante de la banca, incluso la posible estatización de las empresas mixtas de petróleo.
Todas estas medidas figuran en la hoja de ruta revolucionaria, al margen de la ola de protestas, que la MUD anuncia que aumentará pese a todo.
"Ellos se están colocando la soga al cuello. Los problemas continuarán el lunes, el martes, y entonces, ¿qué excusa le darán a sus seguidores? Cuando la comunidad internacional insista en que no reconoce ese parapeto y cuando apliquen sanciones económicas, ¿qué van a hacer?", cuestionó Capriles, quien concluyó dibujando un paisaje apocalíptico para el gobierno, pese a su "milagrosa" Constituyente: "Vendrán menos dólares, la situación económica se deteriorará aún más y, por ende, no se podrán comprar ni comidas ni medicinas".
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