Entre emocionados y escépticos, los palestinos del este de Jerusalén participan en las elecciones al Consejo Legislativo Palestino.
Lo hicieron por primera vez en 1996, seguros de que con ello dejarían sentada su posición sobre la necesidad de que la zona en la que viven se convierta en la capital del Estado palestino independiente.
Desde entonces, desde aquellos tiempos en los que ya había problemas pero también grandes expectativas, no se ha creado el Estado palestino, israelíes y palestinos vivieron y siguen viviendo altibajos de acercamiento y conflicto, y los habitantes árabes del este de Jerusalén continúan bajo gobierno israelí.
Lo que para Israel es parte integral de su capital soberana, para los palestinos es territorio ocupado.
Son aproximadamente 220.000 palestinos residentes en el este de Jerusalén, que incluye tanto la Ciudad Vieja propiamente dicha, como barrios y suburbios más alejados-, de los cuales según la Comisión Electoral Palestina, se estima que cerca de 6300 irán a las urnas.
Esos 6300 votarán en las oficinas postales; los otros 109.000 habilitados para votar tendrán que viajar fuera de la ciudad para poder hacerlo.
Sin planes de irse
Los palestinos votarán conscientes de que estarán votando por un Parlamento del que se sienten parte desde el punto de vista nacional, pero no que no es seguro que, en algún momento, llegue a regir directamente su vida diaria.
Es que paralelamente a sus reivindicaciones, su afirmación de que "debemos luchar por Jerusalén" y su insistencia sobre su identidad palestina, aclaran en general que no tienen planes de irse de la ciudad, aunque el proceso de paz no conduzca jamás a una fórmula en cuyo marco la parte oriental de la ciudad se convierta en capital de un Estado palestino.
"Yo aquí nací y aquí me muero, esto está clarísimo", le dijo a la BBC Ahmed Daud, caminando por la calle Salah al-Din, cerca de la oficina de correo al que tendrá que acercarse si quiere votar, en un arreglo especial pactado con Israel, claramente diferente del que existe en los territorios bajo gobierno palestino.
"Yo no voy a decir por ahora por quién voto, eso es secreto- recalcó-. Pero lo que es seguro es que aquí me quedo, que lo mejor es Jerusalén, esté quien esté en el poder".
Los palestinos del este de Jerusalén son residentes permanentes desde lo que para Israel fue la "reunificación" de su capital y para los árabes "la ocupación" de la parte oriental.
Tienen cédula azul y no anaranjada como la de los palestinos de Cisjordania, tienen beneficios económicos del Seguro nacional , pagan impuestos y reciben ayuda económica por cada niño y tienen libertad de movimiento en territorio israelí, pero no pueden votar en las elecciones al Parlamento israelí o Knesset.
"No puede ser que no puedan votar en ningún lado"- dijo recientemente el primer ministro en funciones, Ehud Olmert, al explicar la razón por la que el gabinete decidió autorizar, tras algunas dudas, que los palestinos del este de Jerusalén pudiesen votar por el Consejo Legislativo Palestino, como lo hicieron en 1996.
Vanunu quiere votar
En Jerusalén la realidad suele superar a la ficción. Aún así, no podemos dejar de sorprendernos cuando en medio de una entrevista con un palestino local, vemos pasar nada más ni nada menos que a Mordechai Vanunu, el "espía atómico", el israelí encarcelado durante 18 años por "revelar secretos nucleares".
Hace 21 meses que salió de prisión. "Quisiera votar en las elecciones palestinas, por alguien que traiga la paz y ponga fin a la guerra. Pero la Autoridad Palestina no me ha podido dar ciudadanía", le dice a BBC Mundo.
A la vuelta de la esquina, Gabriel Abdallah y Francis Barakat -agentes de viajes cristianos, que tienen una oficina en el centro de la ciudad Vieja, fuera de las murallas- no creen en milagros.
Francis y Abdallah explican en buen español que los candidatos que representan a Jerusalén tienen temas especiales con los que lidiar.
"Hay que votar por quien inspira confianza, pero no creemos que nadie pueda solucionarlo todo", dicen ambos.
Los dos, al parecer, piensan votar por candidatos cristianos, aunque aclaran que no tienen problema alguno con sus vecinos musulmanes.
"Somos todos palestinos y la identidad es una. Por eso debemos luchar".
Sin respuestas
Gabriel Abdallah tiene la oficina llena de afiches turísticos. Uno de ellos lleva el nombre de "Tierra Santa".
"Esta tierra necesita paz porque así no se puede seguir", dice Gabriel. Francis agrega que "se han cometido demasiados errores, por ambas partes, y hay que cambiar de rumbo, porque esto no es vida".
Ambos están de acuerdo con lo que nos decía Ahmed poco antes.
"Nuestra vida está en Jerusalén y eso es lo principal. De aquí no nos vamos, pase lo que pase".
A la pregunta de si creen que votarán por un Parlamento que incidirá en sus vidas, no tienen respuesta clara.
Pero como palestinos, sienten que tienen que estar presentes y deben votar. Entre emocionados y escépticos. Con dudas y esperanzas al mismo tiempo.