A pedido del público
Hace unos días, el cantante romántico Alejandro Sanz tuvo la idea de graficar la situación política venezolana desde un punto de vista personal y sugirió que si tres millones de personas le pedían que él dejase de cantar, lo haría. Acto seguido, y gracias a la inmediatez de Internet, alguien propuso juntar esos tres millones de firmas. Ya dicen contar con poco más de veinte mil, pero lo importante es que esa ocurrencia abrió paso a muchas otras, como las que siguen.
En la Argentina, los seguidores de Metallica iniciaron una cadena de buenos deseos: que los músicos duerman bien y se despejen la cabeza (vale recordar que no actuaron en River, a pesar de tener vendidas las entradas, porque acusaron cansancio físico y mental) para que finalmente decidan bajar hasta aquí. Eso sí: en un recital gratuito y a bajo volumen, como para que el público pueda relajarse y descansar después de una semana de trabajo.
Hay otras ideas en danza, claro (la interminable inventiva criolla), pero hay quienes dudan de la efectividad de las propuestas, a saber: 1°, juntar firmas, también, para que Charly y Calamaro se peleen a través de los medios (para algunos, los contrincantes pueden cambiar) a ver si se puede volver a decir que el rock nacional está en su mejor momento; 2°, hacer un festival como el de Cosquín, pero que sirva para que organizadores, productores y músicos se preocupen por el público; 3°, que Vox Dei interprete su obra cumbre, "La Biblia", gratis, para la celebración de la Pascua.
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Y, como pedir es gratuito y prometer también, hay quienes desean ir un poco más allá y esperar lo imposible, o casi. Un grupo de soñadores envía una cadena de e-mails en la que se propone lo siguiente: dilucidar si la música es de los músicos, de los productores o de algún ente todavía no conocido por la especie humana. Por supuesto, todavía no se llegó a ninguna conclusión y, como en tantos otros temas, la gente termina por hablar de otra cosa o, simplemente, decir lo que tiene ganas. Después de todo, opinar también es gratuito. O así parece.
Un gran porcentaje de los participantes culpa a la televisión y extiende la respuesta a cualquier otra pregunta. Otros no dudan en sostener que lo que falla es la "conexión generacional" (aunque nadie aclaró qué se quiere decir con esto). Alguna minoría es categórica: la culpa es de Elvis. También están los conciliadores, que aseguran que todo es música, aunque inmediatamente agregan que no pueden dar más detalles. Lo más curioso es que una sola persona (al menos hasta el momento del cierre) dice que la respuesta está en Marte y que a ello se debe el interés de las potencias actuales por el planeta rojo.
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