Aventura de otro planeta
El destino de Júpiter devuelve a los Wachowski a sus raíces: la ciencia ficción
Los hermanos Wachowski empezaron como guionistas de la película Asesinos, de Richard Donner, con Sylvester Stallone, Antonio Banderas y Julianne Moore. Debutaron en la dirección con el thriller erótico Sin límites (Bound). Su segunda película fue nada menos que Matrix, un megaéxito mundial que procesó influencias y generó muchas más a partir de ella. Luego, los Wachowski hicieron las dos secuelas de Matrix y parecía que su cine se terminaba -o al menos se hacía descartable- con ese barullo virtual. Pero no, de alguna forma se reconvirtieron: su regreso post-Matrix fue Meteoro, una colorida y vibrante sorpresa que rebosaba juego y feliz liviandad.
Entre Meteoro y El destino de Júpiter, los hermanos Andy y Lana escribieron y dirigieron Cloud Atlas junto a Tom Tykwer -el director alemán de Corre, Lola, corre y Agente internacional-, una película de tremenda ambición, una adaptación de la novela de David Mitchell que se consideraba "infilmable", con seis historias del pasado, del presente y del futuro, que se entrecruzaban en su desarrollo (y una más, la historia-marco, que un viejo relata frente al fuego ante su público).
En El destino de Júpiter se dan cita la ambición narrativa de Cloud Atlas con varias de las características apuntadas y citadas sobre Meteoro, más una cantidad notable de referencias a aventuras de la fantasía y la ciencia ficción: no faltan guiños a Jurassic Park, Star Wars y Volver al futuro, y una conexión general con la Flash Gordon de 1980, con su imaginación espacial (en un doble sentido), con sus colores, con su confianza en la posibilidad del cine para brindarnos la gran oportunidad de entrar a nuevos mundos, o permanecer en este mundo pero energizado con componentes maravillosos.
Intriga interestelar
Los Wachowski presentan un encuentro de chica y chico, una historia de nobles y realeza, con villanos diversos. Se juegan por una historia que presenta la posibilidad de la distopía en un futuro que ya llegó porque en realidad estaba entre nosotros. Hay persecuciones, hay peleas, hay un gran sentido del humor y también del melodrama. El Júpiter del título no refiere sólo al planeta de nuestro sistema solar, sino también a una inmigrante rusa en Chicago (Mila Kunis) que se encuentra en medio de una intriga espacial, familiar y económica de dimensiones gigantescas. La joven Júpiter conocerá a una familia real de un poder difícil de exagerar (comandada por Eddie Redmayne, nominado al Oscar por su papel en La teoría del todo, que se también se estrenará mañana) y será ayudada por un soldado semihumano interpretado por Channing Tatum. Hay muchos más personajes, de diversos colores y pelajes, y una amplitud narrativa asombrosa.
El destino de Júpiter, desde la Chicago natal de los Wachowski hasta los más lejanos planetas, apuesta por algo que parecía perdido en el cine actual: una aventura que cree en el poder de la invención. La película no se basa en un libro previo, ni en un cómic, ni en un videojuego, ni es una secuela ni una precuela de nada. Es una de aventuras, como las de antes, pero con las posibilidades de ahora, esas posibilidades que los Wachowski se ganaron con grandes éxitos para ahora sentirse libres de jugar a un cine que justifica acercarse a la pantalla más grande posible y también calzarse los anteojos 3D.
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