Barrio Chino
Un lavado para caerse de espaldas
Uno entra a la peluquería Sax a lavarse el pelo y termina convertido en el epicentro de un montón de atenciones, y todo por el mismo precio. Para empezar, cafetería y barra gratis (los fines de semana hasta se pueden pedir daiquiris); tabletas para esperar conectado; una PlayStation a disposición; 500 gigas de música para que los clientes puedan elegir sus discos preferidos; un sillón masajeador para los que están sentados frente al pedicuro… Pero, aunque cueste decidirse, lo mejor de Marcelo T. de Alvear 1910 es el lavado de cabeza: el cliente se acuesta en una camilla acolchada y la bacha tiene adentro un apoyacabeza, por lo que nadie siente molestias en el cuello, como sí pasa con las bachas comunes. Todo lo contrario: muchos piden que el lavado se extienda un poco más, otros piden masajes cervicales y algunos se quedan dormidos.
Música de ovnis y robots
Para disparar la imaginación y los pies bailarines, ahí está el compilado Chip.ar, con música hecha por sintetizadores artesanales, juguetes con sonidos modificados (de eso se trata el circuit bending) y sonidos de consolas de videojuegos de los años 80 (8 bit o chiptune), ladridos, una radio FM mal sintonizada y algunas sorpresas más. Con trabajos de artistas argentinos de todo el país, desde ayer puede bajarse gratis de lowtoy.com, el sitio del sello discográfico especializado español. Con una misma estética, el compilado reúne desde cumbia hasta pop, incluso pasando por la música ideal para el aterrizaje de un plato volador, por ejemplo.
Luces postizas
Siempre pasa algo llamativo en Japón: por estos días, la empresa Takara Tomy Arts lanzó uñas postizas que se iluminan cuando están cerca de algún teléfono celular con sistema NFC (presente en la mayoría de los teléfonos nuevos). Se llaman Lumi Deco Nails (takaratomy-arts.co.jp/specials/lumideco). De un kit de 16 uñas, sólo una viene con un LED incluido, y también con una antena que recibe la señal del teléfono. Pero las posibilidades de brillar se extienden también si se pasa cerca de algún aparato que lea tarjetas con dinero electrónico, como pases de tren.
Después de que se transforme en un éxito en Japón, la idea es exportarlas al resto del Primer Mundo. El precio, 1200 yenes (alrededor de 12 dólares).
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