Carlyle, en batalla contra la adversidad
"Amo la vida" ("Go Now", Gran Bretaña/1995, color). Producción hablada en inglés presentada por Cinemania Films. Basada sobre un guión de Paul Henry Powell y Jimmy McGovern. Intérpretes: Robert Carlyle, Juliet Aubrey, James Nesbitt y otros. Música: Alastair Gavin. Dirección: Michael Winterbottom. Duración: 83 minutos.
Nuestra opinión: buena.
Paul Henry Powell, uno de los guionistas de este film producido para la BBC, volcó en él buena parte de las experiencias que vivió en carne propia desde que le diagnosticaron esclerosis múltiple. Pero no se propuso escribir estrictamente sobre la enfermedad. Lo que quería era mostrar, como le sucedió a él, que cuando el que se enferma es un trabajador que vive más o menos al día, está tan ocupado intentando sobrevivir que no tiene tiempo para lamentarse de su suerte ni oportunidad de plantearse los consabidos porqués.
También quería exponer algunas de las bruscas modificaciones que esta nueva realidad acarreada por la dolencia impuso en su relación de pareja y en su vínculo con el mundo más próximo: familia y colegas del trabajo y del deporte.
Powell comprobó con su experiencia que las situaciones más penosas y más dramáticas tienen a veces su costado tragicómico, y como nada estaba más lejos de su intención que despertar la compasión ajena, recurrió muchas veces al humor. Por momentos, a uno tan negro que el coguionista, Jimmy McGovern, debió ocuparse de aligerarlo.
Gracias a esa sana aproximación al tema y al énfasis que el realizador Michael Winterbottom puso en la pintura humana de personajes y situaciones, "Amo la vida" gana en sinceridad y amortigua con su discreta ternura la dureza del tema.
Crónica proletaria
El primer acierto del film -algo que comparte con muchas producciones inglesas de los últimos años- reside en la descripción del ambiente proletario de Bristol.
La vida diaria de Nick, un yesero que divide su tiempo libre entre el fútbol, el billar y las charlas intrascendentes con los amigos, es retratada en pinceladas que se rematan en fotos fijas y leyendas irónicas y que tienen la frescura y la sencillez de una crónica cotidiana. En ellas caben las bromas pesadas de sus compañeros de equipo; la fanfarronería libertina de Tony, su amigo más próximo; las tentativas donjuanescas que más de una vez llevan a la frustración; los desbocados reproches del entrenador, que le son dirigidos casi en exclusividad por sus reiterados fracasos ante los arcos rivales; los primeros acercamientos a Karen, la chica con la que terminará, tras algunos titubeos, compartiendo sábanas y manteles.
Ese tono de entrañable crónica cotidiana se mantendrá después, cuando a los goles errados inexplicablemente y a los tropiezos que exhibe en el trabajo se sumen otros extraños síntomas en la conducta de Nick, empiece a manifestarse la enfermedad y el panorama se vuelva más oscuramente dramático.
Es probable que el film descuide un poco el análisis del conflicto personal de Karen ante los dilemas que le plantea la nueva situación: Winterbottom prefiere insinuarlos apenas, quizás porque todo el relato está desarrollado desde el punto de vista de Nick; quizá también porque no quiere sobrecargar un relato que afronta con honestidad y aun con fiereza la gravedad del tema, pero evita cuidadosamente cualquier exceso de sentimentalismo.
"Amo la vida", se ha dicho, hace hincapié en la pintura humana y para ello cuenta con el aporte decisivo de Robert Carlyle. El menudo actor escocés, que se hizo odiar como el despótico y violento camorrista de "Trainspotting" y se hizo querer como el desocupado aspirante a stripper en "Todo o nada", da otra prueba rotunda de su ductilidad en el difícil papel de Nick, que le exige un visible esfuerzo corporal.
No menos importante es la contribución del resto del homogéneo elenco, aunque bien vale destacar el encanto transparente de Juliet Aubrey, como la inquebrantable Karen, y el simpático descaro de James Nesbitt, como el amigote fanfarrón y toscamente afectuoso del protagonista.
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