El mexicano llega por primera vez al país para presentarse hoy en Niceto, el sábado en Córdoba y el domingo en La Plata; antes, habló con RS
"En Monterrey, un programador de radio organizó un festival de música colombiana y vallenata. Invitó a 20 grupos, e hizo la lista de canciones que teníamos que interpretar. Cuando me llegó mi turno, la raza estaba furiosa. Quería algo nuevo. Me pasó en un papel los nombres de los temas que me correspondían, y le comenté que las otras agrupaciones ya los habían hecho. Insistió en que debía repetirlos. Y le respondí: ‘¿Sabes qué? Voy a tocar lo que la gente pida y lo que yo quiera’. Agarré la hoja, y la tiré. A lo que contestó: ‘Ah, muy rebelde’. Entonces le dije: ‘Soy rebelde, compadre, pero del acordeón’. Después nos caímos a golpes, aunque ésa es otra historia". De esta manera, Celso Piña recuerda, al otro lado del teléfono, desde Estados Unidos, el apodo que lo inmortalizó, el que lo transformó en uno de los máximos referentes de la escena tropical mexicana y el que quedó instalado en el imaginario del rock de su país, pues, al igual que el desaparecido Rigo Tovar, se preocupó por tender un puente entre ambos géneros.
En las faldas de la villa Cerro de la Campana, la estrella regiomontana descubrió los secretos de la cadencia colombiana. "Aprendí a tocar el acordeón solo", asegura Piña. "En los sesenta empecé a explorar la cumbia y el vallenato gracias a grandes leyendas como Alfredo Gutiérrez, Aníbal Velásquez y Los Corraleros del Majuagual, y Alejandro Durán. Sus discos llegaban a México, y en mi ciudad los pasaban en los sonideros (la versión bailantera de los sound systems jamaiquinos). Ahí nació mi gusto por el género". Sin imaginárselo, el artista de 59 años, junto a su agrupación Ronda Bogotá, patentó en los ochenta la "cumbia callera", en la que su instrumento tuvo la misma influencia que la de los sintetizadores lisérgicos de Pablo Lescano en la cumbia villera, y que se plantó en las esquinas de la capital neoleonesa. No obstante, el reconocimiento mundial lo sorprendió tras editar en 2001 el álbum Barrio bravo, en el que colaboran Café Tacuba, Control Machete, Blanquito Man y El Gran Silencio, y que esta semana lo trae a la Argentina por primera vez.
¿Por qué la pegó a partir de Barrio bravo?
Fui muy conservador hasta el 88. Dejé de serlo una vez que me di cuenta de que me iba a aburrir si seguía tocando lo mismo toda mi vida. Entonces pensé que debía trabajar en otras cosas.
¿De quién fue la idea del disco?
En 2000, Julián "El Moco" Villarreal, de El Gran Silencio, me propuso hacer un álbum con mi música y mi estilo. Pero no hallaba yo el punto de partida, y decidimos encontrarnos con otras agrupaciones para hacer algo "locochón" (NdelR: forma mexicana de denominar a una situación loca o fuera de lo común). Invitamos a varios nombres importantes del rock mexicano y latinoamericano, y a la gente le gustó mucho. A partir de ese momento, comencé a hacer fusiones con otros exponentes.
¿Se trata del mismo planteamiento de su último disco, Sin fecha de caducidad (2009)?
Cierto. Fue un pretexto para reunirme para con artistas de la talla de Natalia Lafourcade, Ely Guerra, Lila Downs, Álex Lora, Sergent García y Aleks Syntek.
Usted es el Eddie Van Halen del acordeón, porque además de patentar un estilo propio, innovó y tuvo la capacidad de adaptarse a figuras de otras corrientes. ¿Cómo lo hizo?
Los estilos no están peleados entre sí. El vallenato ni la cumbia tienen nada en contra del reggae, del hip hop o de lo romántico. Todo se resume en que es música. Es cuestión de buscar la buena combinación de los sonidos para hacer algo agradable a los oídos de la gente. No es magia, es cosa de ponerse a trabajar en la fusión. Es como una receta de cocina.
La celebración de sus 30 años de vida artística coincide con el redescubrimiento de la cumbia en todo el mundo. ¿Le sorprendió el fenómeno?
El año pasado viajamos un par de veces a Europa, y la gente acogió muy bien el ritmo. Parece que gustó bastante porque, luego de nuestros shows en Argentina, regresaremos y hasta visitaremos países a los que no fuimos anteriormente. Estaremos un par de meses por allá.
¿Qué conoce de la música tropical argentina?
Me vienen a la mente Los Wawancó, que fue el primer grupo tropicalón que pegó bastante acá. También conocí la cumbia villera a través de Damas Gratis y Supermerk2 ¡Son muy padres! Hace dos o tres años nos propusieron ir para allá, pero no era la gente adecuada. Se me está cumpliendo mi sueño de tocar en países a los que siempre quise ir como Argentina. Y hasta me pasó lo mismo con África.
¿Tocó en África?
No, anoche lo soñé.
Por Yumber Vera Rojas
Celso Piña tocará el jueves 12 de abril en Niceto Club (Buenos Aires), el sábado 14 en Casa Babylon Club (Córdoba) y el domingo 15 en el FIFBA 2012 (La Plata)
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