Un día en la vida de... Alberto Crocce. Centenares de historias con final feliz
El profesor vive en Olivos, en una casa sencilla que es parte de una cooperativa de viviendas instalada en un barrio donde antes hubo una villa de emergencia. Ahí, durante casi diez años, Alberto Crocce enseñó a leer, escribir y bastante más a chicos de bajos recursos que al principio poco querían saber sobre la escuela y los libros. "Toda la vida estuve obsesionado con el tema de la igualdad de oportunidades y la inclusión laboral, así que me dediqué a trabajar en el tema y creé Sustentabilidad-Educación-Solidaridad (SES), una fundación sin fines de lucro que se dedica a la promoción y el desarrollo de estrategias tendientes a la inclusión de los adolescentes con menos oportunidades", cuenta el educador, que hace importantes trabajos en villas y parroquias, con chicos de la calle y adictos.
De su fundación se originó aquella reveladora encuesta –realizada a nivel nacional con chicos de escasos recursos de entre 13 y 19 años– de donde surgieron datos esperanzadores: el 80% volvería a estudiar si tuviera la oportunidad, y casi el 90% afirmó que el estudio ayuda a conseguir trabajo. Por el mismo informe se supo que el 78% "iría a la escuela si allí enseñaran un oficio", y resultó terminantemente falso aquello de que "no vale la pena estudiar, la plata se consigue por otro lado".
Estos datos, que Crocce ya intuía debido a su experiencia en la calle, fueron el puntapié inicial para una enorme cantidad de proyectos que la fundación desarrolla junto con otras organizaciones de todo el país. "Aunque nuestros objetivos son más ambiciosos y generales, tengo centenares de historias particulares con final feliz. Un repartidor de pizzas que terminó estudiando Medicina en Cuba, cantidad de chicos que apenas hubo que empujarlos para que concretaran sus sueños. Yo siempre digo que cada uno es protagonista de su propia historia, pero es fundamental tener una oportunidad."
Sueños, orgullo, pasión
Crocce se levanta alrededor de las 6.30, toma mate, revisa cantidades de e-mails y se dirige a la fundación, en Belgrano. "Ahí hago de todo, desde vincularme con organismos internacionales y empresas de acá y allá, reunirme con colaboradores, hacer circular información, conseguir recursos, acompañar programas nacionales hasta, por supuesto, estar en contacto con los chicos. Ultimamente estoy viajando bastante para dar charlas y también intento escribir, algo que me apasiona."
Su mujer es licenciada en Educación y su hija, que estudia Antropología, también tiene vocación solidaria. "Vivimos bien, pero sencillo. No necesitamos más de lo que tenemos: una casa, una computadora y un pedacito de jardín que alcanza para el asadito y la hamaca paraguaya. Mis sueños no tienen que ver con lo material, sino con el bienestar del prójimo y esta obra, que da mucho trabajo, pero me llena de orgullo ya que hemos logrado que miles de chicos no queden fuera de la escuela. Falta, claro. Hay 800.000 chicos fuera del sistema educativo. Pero hay datos que me ponen feliz: después de la crisis, el único indicador que no se cayó a pedazos fue el de reinclusión escolar. Se trata, entonces, de seguir trabajando con pasión."
Maneras de dar
Crocce reniega del trabajo infantil, no le gusta dar limosna, pero siempre se detiene ante el pedido de un niño o discapacitado. “Yo soy el primero en decir que no hay que dar monedas porque sabemos cómo se maneja mucha gente. Pero a veces, frente a un chiquito o discapacitado se hace inevitable. Por ahí compro algo para que coman... Se puede dar o no, pero lo importante es el modo, tratar a ese chico como una persona. Hay maneras de decir sí o no. A veces se puede hacer el bien con sólo mirarlo a los ojos.”
Crocce Exprés
Ritmos: “Me gustan Peteco Carabajal, León Gieco, Víctor Heredia. Me emociona el folklore, el tango y –de tanto visitar chicos en villas– terminé entendiendo de cumbia. Hay que valorar las letras y bajar los niveles de prejuicio. No todo es agresión o mal gusto, he descubierto cosas interesantes que tiene que ver con los sueños y la cultura de estos adolescentes”.
Placeres: “Me gusta comer y aprovecho los viajes para descubrir platos típicos y empaparme de su cultura. Tengo debilidad por los mariscos y sé cocinarlos muy bien”.
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