Chris Rock, al rescate de los premios Oscar
Luego de las polémicas por discriminación racial, la Academia eligió al controvertido cómico para conducir la fiesta
¿Querían diversidad? Pues aquí la tienen. Algo así deben haber pensado los máximos referentes de la Academia de cine de Hollywood a la hora de elegir a Chris Rock como el conductor de la próxima entrega de los Oscar. Y justo después de las encendidas polémicas que despertaron los premios a principios de este año cuando todos sus nominados principales resultaron blancos y una vez más los más conservadores sectores de la Academia ignoraron a talentos como David Oyelowo y Ava DuVernay, protagonista y directora de Selma: el poder de un sueño. De hecho, los rumores indicaban que ante las quejas de discriminación por parte de todas las minorías que integran la industria del cine, los organizadores de su fiesta más importante le habían ofrecido la conducción a Rock que declinó la oferta que finalmente aceptó Neal Patrick Harris. Pero ahora insistieron y Rock dijo sí. Como ya lo había hecho en 2005 cuando se animó a hacerse cargo del trabajo de más alto perfil de la temporada de premios y también el menos gratificante. Si el conductor de los Oscar hace las cosas bien, se da por sentado que fue un esfuerzo de la producción y que era ni más ni menos lo que le correspondía hacer. Y si le va mal, las críticas son implacables y no se olvidan rápidamente. Lo pueden decir Anne Hathaway y James Franco que, desde que se atrevieron a subirse al escenario del Dolby Theater y fracasaron estrepitosamente, deben lidiar con el casi constante recordatorio de su público y globalizado papelón.
Claro que es probable que a Rock no le importe demasiado lo que se diga de él o que más bien esté acostumbrado a las críticas duras y las reacciones fuertes frente a su trabajo. Uno de los comediantes más exitosos y talentosos de las últimas décadas, Rock forjó su carrera haciendo stand up con material cargado de temas raciales y sin preocuparse o dejarse influenciar por la corrección política que delimitó la marcha de muchos de sus colegas. Ácido y acostumbrado a apuntar con sus certeros comentarios a las costumbres de la comunidad negra en los Estados Unidos, el actor y productor fue uno de los tantos cómicos en mostrar preocupación por la tendencia cada vez más pronunciada del público a ofenderse por todo. Hasta en lugares considerados progresistas, como las universidad, un circuito que todos los cómicos suelen recorrer en sus giras y que Rock decidió no volver a visitar.
"Son cada vez más conservadores. No en sus puntos de vista políticos -no es que vayan a votar por el partido republicano-, pero en sus opiniones sociales y en su intento de no ofender a nadie nunca", le decía el cómico hace unos meses a la revista New York con el tono de horror de a quien se le está pidiendo que asesine a alguien. Es que para él ofender un poco o mucho a quienes lo están escuchando es casi una medalla de honor, una señal de que está haciendo bien su trabajo que consiste en hacer reír aunque las carcajadas nazcan de la incomodidad y a veces oculten algo de enojo.
Una buena forma de entender quién es y qué piensa Rock de la sociedad actual, el mundo del espectáculo y su lugar en él es mirar Top Five, la película que dirigió y protagoniza y que se emite esta noche a las 22, por Fox1. Allí, el realizador interpreta al actor Andre Allen que, alejado de sus orígenes en el stand up, se dedica a hacer películas humorísticas disfrazado de oso que además es policía y a beber en exceso. Hasta que decide cambiar su vida, casarse con una estrella de reality shows y protagonizar un film tremendamente serio sobre la revuelta de esclavos en Haití.
Reflexión sociológica, comedia romántica y aguda mirada sobre el estado del mundo, las buenas críticas de Top Five le otorgaron a Rock unas credenciales en Hollywood que tal vez le allanaron el camino para llegar nuevamente al escenario de los Oscar. O quizás haya sido que al contratar nuevos productores la Academia vio también la oportunidad de renovar la conducción de la fiesta. De sacarse de encima las polémicas optando por la solución más extrema, porque si Rock respeta su estilo el próximo 28 de febrero se reirá de todos y todo. Y si alguien se ofende, mucho mejor.
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