A través del ropero
La esperada adaptación del primer volumen de "Las crónicas de Narnia", de C. S. Lewis, cuenta la historia de cuatro chicos en un mundo de fantasía
NUEVA YORK.- Lucy Pevensie, una pequeña de cachetes adorables, sólo busca dónde esconderse mientras juega con sus tres hermanos mayores. Y encuentra el lugar exacto: un ropero intimidante que, entre abrigos y tapados de piel, esconde el acceso a un mundo donde los animales hablan, los chicos reinan y los valores cristianos del escritor C. S. Lewis se convierten en realidades comprensibles: Narnia.
Es un mundo bellísimo y especial que sirve de ambiente para "El león, la bruja y el ropero", la primera película basada en "Las crónicas de Narnia", las siete novelas de aventuras para chicos que Lewis escribió entre 1950 y 1956. Seres mitológicos protagonizan allí la lucha entre el bien y el mal. Es, además, la nueva aventura de Andrew Adamson, el laureado creador del ogro verde más famoso de Hollywood, Shrek, que logró repetir los elogios de la crítica y una buena afluencia de espectadores norteamericanos con este proyecto. Pero para Adamson, ganador de un Oscar tras saltar a la fama como el director de “Shrek” y “Shrek 2”, este proyecto es su primera megaproducción con actores reales, más de 150 millones de dólares de presupuesto y toda la parafernalia de Disney atrás.
Con más de 85 millones de libros vendidos de toda la saga, sólo era cuestión de tiempo para que Narnia siguiera los pasos de Harry Potter o de “El señor de los anillos” y fuera llevada a la pantalla; atrás vendría también toda la mercadería imaginable: juguetes, DVD, banda de sonido, videojuegos y más. La serie de aventuras que imaginó Lewis, poco conocida en la Argentina, comienza en plena Segunda Guerra Mundial, cuando una madre decide enviar a sus cuatro hijos –Peter, Susan, Edmund y Lucy, la de los cachetes– al campo para salvarlos del bombardeo de Londres. Así es como los cuatro terminan en la mansión del profesor Kirke (Jim Broadbent), un señor muy especial con una ama de llaves aún más peculiar y un ropero mucho más singular todavía.
Filmada en Nueva Zelanda, con los mismos escenarios naturales que la trilogía de “El señor de los anillos”, la película también incluye imágenes de República Checa y de Polonia, más una cofradía de efectos especiales. “Leí el primer libro cuando tenía 8 o 9 años y desde entonces quedé fascinado con Narnia. Cuando Mark [Johnson, productor] me consultó, acepté de inmediato –cuenta Adamson a LA NACION tras la première para la prensa–. Pero con un truco: decidí no volver a leer el libro porque quería basarme en los recuerdos, los más épicos, que guardaba desde chico para no contaminarlos con mis vivencias posteriores de más de 30 años. Escribí todo, lo tomé como base y sólo después releí los libros para profundizar ese primer esquema.”
Johnson, productor de otros directores “primerizos” como Barry Levinson, con quien obtuvo un Oscar por “Rain Man”, dice que pese a las libertades que se tomó Adamson la película es todo lo fiel al libro que les fue posible.
“Si alguien encuentra significados religiosos en la serie de Lewis, pues espero que también los encuentre en la película, y de todos modos compartirá valores comunes a todos, como la compasión, el perdón o la unión familiar”, dice Johnson a LA NACION.
Prestigioso profesor de literatura en Oxford y luego en Cambridge, el irlandés Clive Staples Lewis (1898-1963) fue reconocido popularmente cuando, tras convertirse al cristianismo, escribió “Las crónicas de Narnia”, “Cartas del diablo a su sobrino” y “Una pena en observación”, entre otras.
El propio Lewis descartó, al comentar su obra en una carta, una intención velada de difundir el cristianismo. Prefirió calificar esas alegorías como los “parámetros” que cualquier autor con creencias diferentes también mostraría a la hora de imaginar una obra de fantasía.
“Mucho se habla de la religiosidad que Lewis imprimió a su obra y también de los problemas que podría generar esta película entre cristianos y no creyentes, sea porque incluimos esas alegorías o porque las redujimos –dice Johnson, con cierto fastidio–. La verdad es que se habla mucho, pero sin que nadie de los que opinan haya visto la película aún.”
Alusiones hay varias. Desde el rey de Narnia, el león Aslan (con la voz de Liam Neeson), que decide entregar su vida para salvar el mundo –en una escena que asusta a no pocos chicos–, y su resurrección; hasta la elección de su sucesor en Peter –cual el apóstol Simón Pedro–, y varios ejes más profundos como “el verdadero sentido del sacrificio”, en palabras del propio Aslan a sus discípulos.
Adamson y Johnson logran, para tranquilidad de muchos y lamento de los polemistas, sortear el embrollo. Y a lo largo de dos horas y media aportan más de un susto –de la mano de la Bruja Blanca, interpretada por Tilda Swinton– y mucha diversión para los pequeños, que a ellos se dirige la película.
Claro que si todo sale bien y Disney recupera lo invertido habrá más Narnia para años venideros. Los actores, por lo pronto, ya firmaron un precontrato para al menos dos películas más de las “Crónicas”.
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