Buena intención, pobre resultado
"Contraluz" (Argentina/2001). Dirección: Bebe Kamin. Con Mariano Torre, Vanesa Weinberg, Silvina Segundo, Javo Rocha, Cristina Banegas, Leonor Manso, Mario Pasik, Tato Pavlovsky y otros. Guión: Adriana Man y Bebe Kamin. Fotografía: Lucas Schiaffi. Música: Rodolfo Mederos. Presentada por Distribution Company. Duración: 98 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: regular.
Celina es una mujer casada y con hijos que debió interrumpir su carrera de abogacía para dedicarse al hogar. Vito es un muchacho que se rodea de amigos con los que comparte el alcohol y la droga y sueña con convertirse en famoso futbolista. Ambos son vecinos, pero casi no se conocen. Cuando Celina descubre la infidelidad de su marido y Vito fracasa en su futuro de jugador exitoso, ambos descubren que la desgracia los une.
Deciden enfrentar juntos la crisis. Para ello la mujer procura reordenar su existencia al relacionarse con la pandilla callejera de amigos de Vito. Así conocerá una serie de aventuras y desventuras que le modificarán el presente y el futuro.
La historia, como punto de partida para bucear en lo más profundo de las almas, era tentadora. Y eran tentadores también los personajes. Pero Bebe Kamin, a pesar de una filmografía con puntos positivos como "Adiós Sui Géneris", "Los chicos de la guerra" o "Chechechela", no logró su propósito de conmover y atrapar por medio de esa fauna que, por momentos, es descripta con reales atisbos de sinceridad.
Los vallas adversas por las que debe atravesar el film son varias e insoslayables: su guión carece de una estructura verosímil y navega entre el patetismo, lo melodramático y lo machaconamente monótono; sus diálogos adolecen de falta de credibilidad y, como peor agravante, su trama se esfuerza por conmover y transcurre, sin embargo, en una media tinta que nunca va más allá de lo exterior vestido con estereotipos sin consistencia ni carnadura.
Una regla olvidada
Las buenas intenciones no son indicadoras de que, sólo con ellas, se puedan realizar buenos films. Esta regla tan sencilla y elemental fue aquí totalmente olvidada por Bebe Kamin, que, a pesar de su largo y digno oficio, se introduce con "Contraluz" en ese laberinto casi pontificador que juega a la definición de caracteres y se queda en lo externo y lo convencional. Errada receta, sin duda, para nuestra cinematografía, que precisa crecer con una temática nuestra, pero encarada con la suficiente adultez y seriedad.
Sin duda Bebe Kamin deseó insertarse en una trama con personajes de hoy y conflictos que nos hablen en nuestro mismo lenguaje, con idénticas situaciones a las que, como argentinos, debemos padecer. Pero el resultado final es negativo.
Queda apenas como saldo rescatable esa buena intención, de la que ya nos ocupamos, y algunas pinceladas de un Buenos Aires visto a través de la mirada de una juventud sin horizontes ni ilusiones. Pero con tan pocos elementos el resultado final es deficitario. Referirse al elenco sería negar, por ahora, las condiciones actorales de Silvina Segundo, de Mariano Torre y del resto de ese grupo de muchachos que, como rebelde coro, rodea a los personajes centrales. La reconocida solvencia de Leonor Manso, Cristina Banegas, Mario Pasik y Tato Pavlovsky y la buena música de Rodolfo Mederos poco pueden hacer dentro de una trama que necesitaba mayor emoción para convencer con la potencia de la autenticidad.
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