Casi una tragedia griega
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford ( The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford , Estados Unidos/2007). Dirección: Andrew Dominik. Con Brad Pitt, Casey Affleck, Sam Shepard, Mary-Louise Parker, Paul Schneider, Jeremy Renner, Zooey Deschanel y Sam Rockwell. Guión: Andrew Dominik, basado en la novela de Ron Hansen. Fotografía: Roger Deakins. Edición: Dylan Tichenor y Curtiss Clayton. Música: Nick Cave y Warren Ellis. Hablada en inglés. Presentada por Warner Bros. Duración: 160 minutos. Para mayores de 13 años con reservas.
Nuestra opinión: buena
De una belleza embriagadora, de un nivel actoral superlativo y de un riesgo (por su tono y hasta por su duración) infrecuente en la producción hollywoodense a gran escala, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford es un western lleno de hallazgos estéticos, formales y narrativos, pero que, sin embargo, fracasa en su idea conceptual a partir de una insólita contradicción: por un lado, se pretende una desmitificación de la figura del célebre asaltante de bancos y diligencias al que homenajearon tantos cantantes y poetas, pero finalmente en su carácter épico, en su solemnidad, en sus paralelismos y alegorías termina mordiéndose la cola para terminar glorificando nuevamente al bandido/héroe popular, aquí interpretado por Brad Pitt.
La película dirigida por el neozelandés Andrew Dominik (cuyo único antecedente era la sórdida e interesante Chopper ) se concentra en los últimos meses de la vida de James y, especialmente, en la relación de amor-odio con el joven Robert Ford (otra gran interpretación de Casey Affleck, visto recientemente en Desapareció una noche ), uno de sus laderos, tan patético como ambicioso, que fue acumulando iguales dosis de admiración y resentimiento frente a su tiránico y despiadado jefe, al que terminaría asesinando en abril de 1882.
A pesar de su carácter revisionista, no hay aquí una exploración de la violencia como en Los imperdonables , de Clint Eastwood, ni una reivindicación de los "perdedores" como en Danza con lobos , de Kevin Costner. Dominik apuesta a una construcción climática y psicológica más cercana al cine de Terrence Malick (con Días de gloria como principal referente) que al western clásico sobre pistoleros, duelos, conquistas, recompensas y redenciones.
Bellísimos exteriores
Al trabajo con tomas panorámicas de los bellísimos exteriores veraniegos e invernales -gentileza del eximio director de fotografía Roger Deakins- se le opone una retrato intimista de los dos protagonistas. James es presentado como un veterano de 34 años, un líder despótico, sádico y arrogante, un insomne dominado por la irritabilidad, debilitado por el reuma y disociado entre la manipulación y la culpa, mientras que Ford es un ser que, en su adoración obsesiva, en su imitación patológica, busca desesperadamente el reconocimiento que le permita mejorar en algo una autoestima aplastada por una corta vida llena de abusos y humillaciones.
La película apela a una omnipresente e innecesaria voz en off (derivada de su origen literario en la novela escrita en 1983 por Ron Hansen) que amplifica, además, las analogías bastante obvias con, por ejemplo, la historia de Judas o, ya más cerca en el tiempo, con el Mark David Chapman que admiró y asesinó a John Lennon. Tampoco funciona en términos dramáticos la fuerte carga de autoconciencia que el James de Pitt tiene respecto de su lugar de mito viviente, de la leyenda que él mismo supo construir como un Robin Hood moderno, más allá de que su figura era, incluso en vida, el eje de gran cantidad de historietas, libros y relatos periodísticos.
De todas formas, mas allá de esos subrayados y de otros excesos (como el innecesario manierismo esteticista de ametrallar el relato con imágenes aceleradas o en cámara lenta), El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford es una película(casi una tragedia griega) con mucha personalidad, que no se amolda a los cánones y fórmulas predigeridas, que salta muchas veces al vacío y generalmente cae bien parada. Un film para degustar como se disfrutan los sabores verdaderamente especiales.