Clint Eastwood: el último clásico
Dos directores de cine nacidos en 1930 siguen en actividad. Es decir, se puede afirmar que al menos dos cineastas nacidos en ese año siguen haciendo películas, porque el cine es muy amplio y es casi imposible que podamos saberlo todo de todos los directores de todos los cines del mundo. Estos dos octogenarios, ya cerca de dejar de serlo, han filmado con frecuencia en su novena década de vida, y uno de los dos mantiene –supera, en realidad– la frecuencia de sus inicios como director, como si no le pesaran los años, y suele afirmar que lo que más le gusta es trabajar.
Uno de estos cineastas es estadounidense, el otro es francés, aunque hay gente que cree que nació en Suiza, como su madre. Sobre este último, de nombre Jean-Luc Godard, también hay gente que cree que todas sus películas, también las más recientes, son algo así como geniales y dignas de las mayores reverencias, incluso en ocasiones –tal vez místicas– antes de ser vistas. El estadounidense es Clint Eastwood, que ya lleva aproximadamente cinco décadas trabajando como director (una menos que Godard; pero Eastwood, antes de su ópera prima, fue actor, y después también; y actuó para Sergio Leone y Don Siegel, nada menos).
Según la discutible costumbre más extendida y promocionada, esa de empezar las décadas en los años con cero al final y terminar en los que cierran con nueve, Eastwood firmó seis largometrajes en los setenta, siete en los ochenta, ocho en los noventa, nueve en la primera década de este siglo y ocho en la segunda, la del diez o de los diez (por suerte, ya a partir de los veinte la nomenclatura de las décadas deja de sonar tan rara).
Al revisar un poco por encima la filmografía del señor Eastwood, empiezo a pensar que quizás esta última década, la de los diez, la que filmó y sobre todo firmó como octogenario, es la mejor de su carrera. Y reviso con detalle el listado y reconfirmo esa idea, aunque la última década del siglo pasado, la que filmó como sexagenario, la que incluyó Un mundo perfecto, Los imperdonables, Cazador blanco, corazón negro, Crimen verdadero, Poder absoluto y Los puentes de Madison, está casi a la altura.
Y empiezo a pensar que pocos directores, o casi ningún otro, han logrado este milagro de perdurabilidad a tan alto nivel –o en su mejor nivel– y con actividad sostenida a esas edades. Ni los más fans de Woody Allen –nacido en 1935– pueden sostener esa idea (hay bastante consenso en que sus mejores tiempos fueron en el siglo XX), ni tampoco se animan a tanto los feligreses de la iglesia de Godard, que saben que su primera década como director fue la mejor, aunque algunos intenten algunas piruetas inconducentes, incluso sin haber visto, luego de varios años, aquello que creen defender.
Quizás solamente el portugués Manoel de Oliveira (1908-2015) sea comparable con Eastwood. De hecho, Oliveira rejuveneció en términos fílmicos a partir de cumplir 80 años. Ahora bien, ¿por qué "rejuvenecer" es tan fácilmente tomado como un verbo elogioso? No debería ser tan automático este sentido, pero ese ya es otro tema. Y también tenemos al italiano Marco Bellocchio (nacido en 1939), que a partir de cumplir sesenta años entró en la mejor etapa de su carrera. Bellocchio cumplió ochenta hace dos meses. Ojalá sea como Eastwood.
El director de Los imperdonables y Million Dollar Baby ya está más allá de casi todo, y sobre todo de las absurdas y cada vez más monótonas consideraciones críticas contemporáneas y del circo de los premios. La gente de la Academia de Hollywood seguramente considera que ya lo premió lo suficiente y ha preferido, en esta década recién "terminada", repartir premios a González Iñárritu y a gente como Tom Hooper (el de El discurso del rey y de Cats). Y en estos tiempos –tan uniformes, tan "correctos"– jamás premiaría a un republicano –el partido de Donald Trump, el partido de Abraham Lincoln– como Eastwood.
En fin, que si no vieron el cine de Eastwood como octogenario, tal vez ya es hora de que lo hagan. Sus películas 2010-2019 fueron estas: El caso de Richard Jewell (todavía en los cines), La mula, 15:17 Tren a París, Sully: Hazaña en el Hudson, Francotirador, Jersey Boys: Persiguiendo la música, J. Edgar y Más allá de la vida. Sobre casi todas ellas podrán encontrar textos, muchos en este mismo diario, del firmante de este artículo. Y si Eastwood no les gusta, bueno, siempre pueden ver esas películas que están de moda, las más publicitadas, esas de las que todo el mundo quiere decir lo mismo que ya dijo otro pero con mayor énfasis. Eastwood los esperará porque va más allá, está más allá, aunque sigue con nosotros sin necesidad de ser enfático ni demagógico. Es un clásico –tal vez el último– y, como tal, tiende a lo perdurable.
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