Eduardo Cozarinsky, en la Fundación Proa. Con un largo camino recorrido
El escritor y cineasta presenta Apuntes para una biografía imaginaria
Edgardo Cozarinsky ha recorrido un largo camino. Un camino que seguramente comenzó mucho antes de escribir sus primeras críticas de cine, su primeros apuntes respecto al séptimo arte, sus relatos apasionados o de filmar películas de ficción o documentales, unas y otras marcadas a fuego por un sello distintivo. A lo largo de medio siglo, aquí y en París, en París y aquí, de alguna manera partido y unido al mismo tiempo por la vida misma, logró convertirse en un emblema cultural al que siempre es necesario recurrir para, al mismo tiempo, entender algunas claves del agitado siglo XX.
De alguna forma Apuntes para una biografía imaginaria , su último trabajo, un sorprendente montaje de imágenes propias, de registros caseros, de fragmentos de sus propios trabajos, de recreaciones de su imaginario, de la nada sencilla tarea de cristalizar ideas o sentimientos, de un montón de lugares, de rostros, de colores y de músicas, de alegrías y lágrimas que confluyen la contundente imagen de una pareja bailando tango, es un espejo en el que el artista logra retratarse sin quedar encerrado.
Apuntes , que se vio en el último Bafici, y este mes se verá los sábados, a las 19, en la Fundación Proa, es una suerte de aleph, la primera letra del alefato (el alfabeto hebreo) que sirvió a Jorge Luis Borges para nombrar a ese imaginario punto del espacio que contiene todos los puntos, donde confluyen todas las imágenes.
Cozarinsky consigue pasear por la historia del mundo, golpeada a martillo contra un yunque a la vez que pasea por la propia, sin necesidad de anteponer la una a la otra, con la ayuda no sólo de un montaje (memorable, responsabilidad de Eduardo López, el mismo que editó películas como Tiempo de revancha y Un lugar en el mundo , entre medio centenar de títulos) que impone más de una lectura, con la música de Ulises Conti, que abreva en un sinfín de sonidos de diferentes lugares.
Hay imágenes de guerra y de paz, de una Europa que se debatió y se debate en sus propias disquisiciones, y también de Buenos Aires, a la que el autor de películas como La guerra de un solo hombre , Guerreros y cautivas , Boulevard del crepúsculo , El violín de Rothschild , Los fantasmas de Tanger y más recientemente de Ronda nocturna (donde sale de paseo por una ciudad que huele a muerte en el sentido de ausencias), parece haber retornado para siempre, aunque nunca se sabe.
Cozarinsky no sólo recurre a imágenes de diferentes momentos, de su vida o del mundo que le tocó recorrer y escrutar, a textos que fluyen como una brisa entre tanto sobresalto visual, sino también a la puesta en escena de cuerpos y rostros en primer plano, letanías visuales que expresan su interior.
Todo el film es una gran sorpresa que no se agota en sí misma, silencios y sonidos que como las imágenes conforman un inmenso, inacabable fresco. Tan fuerte resulta un primer encuentro con tanta pasión concentrada precisamente en este aleph con formato de cine que es necesario volver a verlo una y otra vez para seguir descubriendo todo aquello que se nos escapa de las manos sin posibilidad de hacer vuelta atrás, y la memoria termina falsificando, traicionando, hasta convertirlo en más o menos en algo parecido pero nunca igual a lo vivido.
PARA AGENDAR
Apuntes para una biografía imaginaria (2010), de E. Cozarinsky (60 min.)
Fundación Proa, Pedro de Mendoza 1929. Sábados, a las 19. Entradas desde ocho pesos.
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