Lo que viene. De Matrix al film más polémico
Los hermanos Wachowski presentaron la ambiciosa Cloud Atlas
TORONTO.- Gigantesca, ambiciosa y desmesurada en todo sentido, Cloud Atlas aparece desde su estreno mundial, ocurrido aquí hace algunas horas dentro del enorme TIFF Festival 2012, como el film más abierto a las discusiones y las polémicas durante los próximos meses, a escala global. Pero no fue ésta la única revelación que acaparó todos los comentarios y las miradas. Casi tan fuerte como el lanzamiento del film resultó la virtual primera aparición pública de los hermanos Andy y Lana Wachowski frente a la prensa internacional, después de toda una carrera desarrollada al margen de cualquier contacto con los medios.
Los creadores de Matrix, de excelente humor, dialogaron por una hora con la prensa en compañía del multitudinario elenco protagónico del film, cuyo estreno en la Argentina se espera para enero próximo. La presencia de figuras tan convocantes como Tom Hanks y Halle Berry quedó casi en segundo plano frente a la presencia de los Wachowski, especialmente Lana, que antes de decidirse a cambiar de sexo era conocida por todos como Larry. Con su curiosa cabellera estilo rasta y de fuerte tono fucsia, Lana se limitó a justificar la opción de ambos por la privacidad y a decir que le llevó muchos años decidirse a adoptar su condición actual de transexual. "Ahora siento que puedo hacerlo público", dijo.
Al hablar del film, cuya dirección compartieron con el alemán Tom Twyker (Corre, Lola, corre), fueron mucho más locuaces y defendieron con entusiasmo, al igual que el elenco, una producción de casi tres horas y más de 100 millones de dólares invertidos de forma independiente por capitales europeos, con rodaje en los legendarios estudios germanos Babelsberg e imponentes escenarios naturales de Escocia y las islas Baleares.
La película, inspirada en una novela de David Mitchell, es un espectáculo audiovisual de enormes proporciones y mensajes explícitos en el que se relatan simultáneamente seis historias en distintos tiempos y espacios, entrelazadas por una muy explícita reflexión de tono filosófico acerca de la necesidad de preservar el equilibrio del cosmos y mostrar de qué manera el valor humano puede alcanzar ese objetivo.
El empleo de los mismos actores en diferentes papeles sugiere, entre otras cosas, la creencia de los realizadores en ideas como la de la reencarnación.
La trama va y viene entre ese sexteto de relatos paralelos con multiplicidad de géneros que bien podrían funcionar como films separados y subordinados a lo que parece, en el fondo, una sucesión de consignas y frases extraídas de algún manual de autoayuda. Aquí conviven, por ejemplo, la aventura de un viajero que recorre las islas del Pacífico en 1849 y una pintura futurista instalada en Seúl alrededor del año 2144, junto con situaciones de conflicto, intriga, guerra y comedia que nos llevan a San Francisco en 1973, a Gran Bretaña a mediados del siglo XX y en la actualidad, y hasta a una aldea situada en un porvenir postapocalíptico. También hay romances (homo y heterosexuales), escenas cruentas, algún toque erótico, y una poderosa e indiscutida concepción visual.
Lo más notable es el compromiso de los actores. Cada uno de ellos interpreta a cinco o seis personajes, algunos sorprendentes por lo atípico y por el grado de su entrega física, como ocurre con Tom Hanks y Hugh Grant (a quien todos le cantaron ayer durante la rueda de prensa el "Feliz cumpleaños").
En medio de frases convencionales o solemnes sobre el destino de la humanidad y una fragmentación cada vez más ostensible, sobresalen la inmensa gracia de Jim Broadbent y la galería histórica de villanos que hace lucir en este aspecto una vez más al gran Hugo Weaving.
La polémica está abierta, y por mucho tiempo.
lanacionar