Derroche de júbilo al pegadizo ritmo de ABBA
Los paisajes de las islas griegas y algunos números musicales salvan al film
Mamma mia! (ídem, EE.UU./2008, color; presentada en versiones en inglés y dobladas al español). Dirección: Phyllida Lloyd. Con Meryl Streep, Pierce Brosnan, Colin Firth, Stellan Skarsgard, Julie Walters, Amanda Seyfried. Guión: Catherine Johnson, sobre el musical concebido por Judy Craymer y basado en las canciones de ABBA. Fotografía: Haris Zambarloukos. Canciones de Benny Andersson y Björn Ulvaeus, con la colaboración de Stig Anderson. Coreografía: Anthony Van Laast. Edición: Lesley Walker. Presentada por UIP. 107 minutos. Apta para todo público.
Nuestra opinión: buena
Meryl Streep es capaz de todo. Maestra del drama y de la comedia, puede traducir todos los sentimientos, cantar, bailar, entregarse al humor más alocado y hasta poner entusiasmo al encarnar un personaje imposible como el que le propone este musical convertido en película. Pero no hay que pedirle milagros. Rescatar de su inconsistencia la rutinaria historieta creada en torno a las canciones de ABBA está más allá de sus fuerzas, aunque pueda, sí, ayudar a que se perdonen por un rato el convencionalismo del cuento y la chatura de una puesta que parece haber perdido bastante de su encanto en el traspaso de la escena al cine.
Canciones en la memoria
Felizmente, no está sola: la simpatía de algunos compañeros de elenco, los fotogénicos paisajes de la isla griega donde transcurre la acción y las sencillas y pegadizas canciones de ABBA (que la mayoría del público guarda en la memoria y no siempre por propia voluntad) contribuyen. Y al fin, nadie espera más que pasar un rato de inocuo entretenimiento mirando lindos escenarios y escuchando música conocida. Lo que no significa que al cine escapista no pueda pedírsele también ingenio, imaginación y cuidado formal. Aquí, nada de eso abunda, aunque es probable que tal carencia preocupe poco a los fanáticos del grupo escandinavo y a los ávidos -y últimamente tan mal atendidos- devotos del cine musical.
Algunos problemas proceden seguramente del original escénico, obra de tres mujeres: la productora Judy Craymer, la guionista Catherine Johnson y la directora Phyllida Lloyd. La fabulita imaginada para enhebrar los éxitos de ABBA -los enredos que arma una chica cuando invita secretamente a su boda a los tres ex amantes de su madre, entre los cuales, según calcula, debe de estar su desconocido padre- tiene sus baches y el nexo entre acción y canción a veces acierta ("I Do, I Do, I Do", "Slipping through my Fingers") y a veces no ("Money, Money, Money", "Voulez Vous"). La dirección confunde ritmo con velocidad y sólo se ocupa de proveer una sobredosis de júbilo sólo atenuada por gotitas de calculada emotividad.
A ese júbilo obligatorio contribuyen una coreografía con más brío que ideas y el elenco entero, en el que casi todos bailan y cantan, incluidos los que por prudencia no deberían hacerlo, como Pierce Brosnan. Lo mejor son los paisajes y algunos números musicales en los que la señora de la casa (Streep) y sus ex compinches (Julie Walters y Christine Baranski) recrean los hits de cuando eran Donna & The Dinamos.
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