Deslucida versión de una novela de Pablo Coelho
Verónika decide morir (Veronika Decides To Die, EE.UU./2009, color; hablada en inglés). Dirección: Emily Young. Con Sarah Michelle Gellar, David Thewlis, Erika Christensen, Melissa Leo, Jonathan Tucker, Barbara Sukowa. Guión: Larry Gross y Roberta Hanley, sobre la novela de Paulo Coelho. Fotografía: Seamus Tierney. Música: Murray Gold. Edición: Úna Ní Dhonghaíle. Presentada por Doble E. Duración: 102 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: regular
Desde luego no es el propósito del film ayudar a comprender el fenómeno Paulo Coelho, pero sin duda muy poco aporta esta adaptación de una de sus novelas más exitosas. El problema reside, probablemente, en que el fuerte atractivo de las obras del best seller brasileño depende menos de las anécdotas que en ellas se relatan que de las generosas dosis de "revelaciones" y grandes verdades (superficiales, parecidas a las de muchos libros de autoayuda), que el autor desliza en medio de ficciones envueltas en un esotérico pero accesible clima de espiritualidad.
El film -en realidad, ya hubo uno anterior basado en la misma novela y realizado en 2005 por el japonés Kei Horie- debe sacrificar ese costado aleccionador (aunque reserva bastante material para los diálogos del psiquiatra y para la moraleja final) y ceñirse a una trama que, por obra de la adaptación, no es precisamente jugosa y cuyos personajes carecen de consistencia. Todo gira en torno de una mujer joven cuyo vacío existencial -producto de un mundo materialista y hueco en el que no cabe la espiritualidad- la lleva a intentar el suicidio, y del proceso de revalorización de la vida que experimenta después, gracias a un amor improbable y repentino, cuando el destino la condena a morir pero le quita la posibilidad de elegir cuándo.
La torpe adaptación y el lenguaje gélido y escasamente riguroso de la directora Emily Young, que no consigue convertir a personajes que son puro cliché en seres humanos reconocibles, echan a perder cuanto podía haber de sustancia dramática en la historia. La pintura de los pacientes del lujoso establecimiento psiquiátrico donde casi todo transcurre responde a los estereotipos más arraigados. Poco puede hacer Sarah Michelle Gellar con un papel tan poco elaborado como el de la deprimida Verónika y mucho menos sus compañeros de elenco, entre quienes aparece -fugazmente, por fortuna-, la admirable Barbara Sukowa.
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