Doce días de cine independiente
Hoy comienza el Bafici, con más de 500 películas, invitados, conferencias y conciertos
El viernes, todavía con barba de varias semanas, Fernando Martín Peña, el director del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), que comienza esta noche, se sentó a la mesa del café del Malba, el museo del que es programador de cine, para hablar con LA NACION acerca de varias cuestiones que suenan fuerte desde el anuncio de la 9ª edición del festival porteño, en una conferencia que coincidió con los tramos finales del 22° Festival de Cine de Mar del Plata.
Aquel otro viernes –el 16 de marzo último–, además de anunciar las películas de la muestra que quedará inaugurada esta noche con la exhibición de Bamako, del mauritano Abderrahmane Sissako (el público podrá asistir desde mañana), Peña se refirió a los resultados poco alentadores a los que había llegado la negociación con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), iniciada en octubre de 2006. En los días que siguieron hubo una seguidilla de comunicados emitidos por una y otra parte en pugna.
Teniendo en cuenta que la discusión, en un año electoral, sería puesta bajo la lupa por la opinión pública, Silvia Fajre, secretaria de Cultura del gobierno de la ciudad, y Jorge Alvarez, titular del Incaa, se habrían reunido para acordar una salida pacífica al conflicto. Al menos hasta el inicio del fin de semana largo –según expresa Peña– nadie le había informado al director del Bafici cuáles habían sido sus resultados.
Según Peña, estos roces institucionales, que en la edición anterior se habrían dado a partir de la demora del Incaa en hacer efectivo su aporte económico, empezaron a reavivarse en octubre y a tomar cuerpo a principios de este año. “La decisión nos preocupó, porque se ponía en juego el premio de 160.000 pesos que entrega la sección oficial argentina, que, antes de esta última reunión, el gobierno de la ciudad se había comprometido a entregar con o sin aquel apoyo”, dice.
“Si el Festival de Mar del Plata retrocediera al mes de noviembre, como ocurrió en sus últimas cuatro entregas, todo volvería a la normalidad. Nunca entendí ese cambio, porque además se dio durante la gestión en Cultura de la Nación de Darío Lopérfido, que había lanzado el Bafici. Me parece que esa decisión funcionó en contra de los dos festivales. Uno está forzado a hacer malabarismos que son imposibles. En ningún momento pensé en enfrentarme con el Incaa, pero no podemos terminar siendo un satélite de Mar del Plata. Aun así, creo que la convivencia es posible”, asegura.
El cine y la política
Peña es un hombre de cine. Se levanta con el cine en la cabeza y se acuesta con esa misma idea. Es más: es de los que incluso sueñan con el cine. El cinéfilo y coleccionista confiesa su eterno agradecimiento a maestros como el recordado Octavio Fabiano (con quien compartió la Filmoteca de Buenos Aires y trabajó durante una década), a los críticos Jorge Miguel Couselo y Homero Alsina Thevenet y al periodista y cineclubista Salvador Sammaritano.
Actualmente, Peña es, además de director del Bafici y responsable de la programación del Malba, docente de Historia en la Enerc (la escuela de cine del Incaa) y en la carrera de Imagen y Sonido de la UBA; responsable de algunos de los ciclos de cine que se ven en la pantalla de Canal 7; colaborador del Cine Club Núcleo, y uno de los principales impulsores de la Cinemateca Nacional a través de Aprocinain. No es poco, pero asegura que es posible hacerlo todo, y bien, porque tiene a su alrededor a mucha gente que lo respalda. Le molesta que con frecuencia el cine se vea amenazado por los momentos políticos, que terminan enlodando cualquier fiesta de cine.
“Estoy convencido de que en un país donde en el ámbito privado no existe la cultura de apoyar a los proyectos como éste, el Estado debe asumir estas inversiones que no buscan lucro alguno. El Malba es una excepción, pero sin ir demasiado lejos es muy fácil saber cuál sería la respuesta de una empresa privada local si se le pidiera financiar la restauración de una filmografía como la de Joaquim Pedro de Andrade, que pagó la brasileña Petrobras. Además, los auspiciantes privados a veces piden contraprestaciones excesivas”, asegura. “Mientras el Festival de Tango está protegido por una ley, el de cine sigue dependiendo de la buena voluntad de los funcionarios de turno”, se queja.
Estructura
A pesar de que cuando Peña llegó al Bafici como sucesor de la gestión en extremo personalista de Eduardo Antín (Quntín), una de sus metas era bajar el total de las películas programadas a 300, en este tercer año al frente del Bafici su programación contendrá más de 500 obras, entre cortos y largometrajes.
La promesa de la Secretaría de Cultura de la ciudad de contar con más salas propias que pudieran suplir o sumarse a las privadas, hecha al cierre de la edición 2006, no se concretó. Este año, a las pantallas del Centro Cultural Rojas, de la Lugones del San Martín, la Alianza Francesa y el Malba, así como las siete salas del complejo Hoyts Abasto y las dos del Atlas Santa Fe, se sumarán las dos del Atlas General Paz, totalizando 13 plazas distintas para el festival.
En esta ocasión también habrá funciones de apertura y cierre en el teatro Opera y el teatro Coliseo, respectivamente, además de una especial con música en vivo, por realizarse en el segundo (Brand Upon the Brain!, del canadiense Guy Maddin, con relatos in situ de Geraldine Chaplin), shows musicales en el edificio que hasta mediados de la década del 80 ocupó la versión local de la tienda Harrods (Florida y Córdoba), y en el Teatro Presidente Alvear, donde Tom Waits hablará de música y cine y probablemente ilustre sus dichos con alguno de sus temas. Esta vuelta, el Hoyts Abasto 9 contará con un proyector HD (High Definition) único en la Argentina, que permitirá ver originales en ese formato digital con calidad 35 mm, como Copacabana, de Martín Rejtman.
Peña es consciente de que este año, más allá de los títulos que componen las dos secciones oficiales y en especial las retrospectivas (como la de Andrade y otra con obras de Hugo Fregonese en el extranjero), hay en la grilla una deliberada presencia musical. Desde las propuestas de D. A. Pennebaker y Chris Hegedus, con sonido remasterizado, y las delirantes de Frank Zappa (“Tardamos dos años en convencer a sus herederos de que era importante traer sus películas”, revela Peña), hasta las de Panorama-Música. “En esa sección hay excelentes ejemplos, como Opera Jawa, de Garin Nugrobo, y Princesa Raccon, de Seijun Suzuki”, agrega. El festival también ofrecerá otras vertientes del mismo cine independiente, desde una retrospectiva del comediante Jacques Tati hasta obras de la militancia gay, como Tearoom, un documental de William E. Jones hecho con material inédito del FBI.
“Este año me parece que se rompen los tópicos reiterativos de cine independiente de la edición pasada”, dice Peña, y agrega: “Vamos con propuestas más raras, algunas radicalizaciones políticas que han encontrado un camino estético interesante, tal el caso de Bamako. Por lo equilibrado, estamos muy contentos con el programa de este año, que siempre se trata de un reflejo de lo que se produce en el mundo. La clave es mantener siempre cierta dinámica, una flexibilidad que facilite la diversidad”.
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