Festival de Mar del Plata. Dos películas sobre la familia y su destrucción
Desierto adentro, de Plá, y Home, de la novel Meier
MAR DEL PLATA.- Mitad de festival. La alfombra azul que atraviesa la plaza seca entre los dos emblemáticos edificios de Alejandro Bustillo (el del Casino Central y el del Hotel Provincial) parece abandonada a su destino y se percude con pisadas de los transeúntes que se dirigen a la rambla. La sala Piazzolla no luce tan repleta como en viejas épocas (no se ven colas) y en su pantalla dos costuras perturban la mirada. La ausencia de invitados de algunas de las películas en competencia es, en más de una oportunidad, tema de conversación. Igualmente, las proyecciones continúan. Las dos películas de la competencia oficial internacional de ayer tuvieron como tema común el de familias sometidas a encerronas, si bien por motivos muy diferentes; a fin de cuentas, en los dos casos se trata de grupos que terminan deteriorándose o destruyéndose.
El primero de los ejemplos fue Home , coproducción franco-belga de la debutante Ursula Meier. El retrato de una familia muy sui generis que vive a la vera de un tramo de autopista en construcción abandonado por años y que aprovecha como terraza de usos múltiples, trastornada por el reciclaje del mismo y su habilitación al tránsito a toda velocidad, es a primera vista original. Sin embargo, Meier no encuentra el tono justo del relato; en todo caso, lo lleva del realismo al filo de la comedia para terminar en un drama no apto para claustrofóbicos. La tensión crece una vez que estos padres de un trío de niños-adolescentes deciden aislar paredes y tapiar puertas y ventanas hasta convertir la casita en un refugio donde preservar aquella independencia en la que parecían felices.
El segundo fue el mexicano Desierto adentro , del cineasta uruguayo-mexicano Rodrigo Plá, cuya historia comienza en el México rural de la década del 20, con la llamada "guerra cristera" entre el gobierno y milicias de católicos como resistencia a las limitaciones que las leyes impusieron a la Iglesia Católica y a sus seguidores, que desembocó en un largo y sangriento enfrentamiento. La obra de Plá se centra en la locura de Elías, un hombre de fe que, sin embargo, se resiste a tomar las armas para defenderla, decisión que precede a una tragedia por él desatada, prólogo de lo que interpretará como castigo divino de un Dios impiadoso. Para redimirse, Elías condena a su familia al encierro en un lugar fuera de la civilización, donde se propone construir una capilla. Pero las cosas van de mal en peor y la tragedia se convierte en cosa de todos los días hasta un desenlace desgarrador. El relato, subdividido en capítulos, tiene densidad, muy buenas actuaciones y una delicada combinación de imágenes crudas con animaciones, no obstante es reiterativo y eso atenta contra el conjunto. La película recuerda el cine de Arturo Ripstein, en particular El castillo de la pureza , y si bien es muy digna, no logra alcanzar aquella dimensión.
Ayer por la noche también se vio fuera de competencia Norma Arrostito, la última montonera , mitad documental, mitad teatralización, de Luis César D´Angiolillo. El trabajo, que forma parte de la serie testimonial Vidas argentinas (serie de la que también se programaron aquí Alicia y John , acerca de John William Cooke, y Haroldo Conti, homo viator ), recorre la historia de la guerrillera del grupo terrorista Montoneros, una de las responsables del secuestro, juicio sumario y asesinato de Pedro Eugenio Aramburu en 1970, uno de los líderes del golpe que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955 y desde ese año hasta 1958, presidente de facto. La película, que incluye trabajos de Julieta Díaz y de su padre, Ricardo Díaz Mourelle, como Chamorro, su captor en la Escuela de Mecánica de la Armada, es la primera en reconstruir este episodio y, seguramente, desde diciembre en el Malba, generará intensos debates.
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