El romance del cine europeo con los actores locales
Con Nahuel Pérez Biscayart como estandarte, se destacan en Italia, Alemania, Suiza y España
Tan solo cuatro años antes de cantar "Yo adivino el parpadeo/ De las luces que a lo lejos/ Van marcando mi retorno", desde el set de Kaufman Astoria en Nueva York para El día que me quieras, y generar -ya convertido en mito- emocionados aplausos alrededor del mundo, Carlos Gardel popularizaba en otro largometraje el tango "Tomo y obligo", que obligaba a los proyectoristas de varias partes del mundo a rebobinar y volver a proyectar ese fragmento musical una y otra vez.
Ese primer éxito mundial filmado fue para Luces de Buenos Aires, también producida por la Paramount, pero en los estudios que el sello norteamericano poseía en Joinville, y al que, en virtud de ese suceso, el "Zorzal Criollo" volvería para rodar tres largometrajes más, confirmando la larga tradición de consagrados nombres del espectáculo argentino ampliando sus horizontes en el cine internacional. En Hollywood es relativamente sencillo hacer una lista, que incluso se remonta a tiempos del cine mudo y que hoy acumula varios Premios Oscar, el más reciente de los cuales es El secreto de sus ojos.
Pero, ¿qué sucede en el actual cine europeo, donde los perfiles son menos nítidos? "Quizás el principal coproductor del cine argentino es España. El idioma y la cultura nos facilitan plenamente la asociación -confirma el productor Juan Pablo Gugliotta-. En la mayoría de los casos podríamos decir que tienen más chance de éxito aquellos films de corte más industrial. El ciudadano ilustre es un ejemplo perfecto en la combinación de coproducción con España, sumados los premios y la taquilla".
En sentido inverso -de la Argentina a España- es muy fácil pensar en nombres y proyectos en la madre patria encarnados por intérpretes locales, como Leonardo Sbaraglia (Intacto, de Juan Carlos Fresnadillo), Ricardo Darín (El baile de la victoria, de Fernando Trueba; Truman, de Cesc Gay), Héctor Alterio (Cría cuervos, de Carlos Saura; Asignatura pendiente, de José Luis Garci; El crimen de Cuenca, de Pilar Miró), Pepe Soriano (Espérame en el cielo, de Antonio Mercero), Darío Grandinetti (Hable con ella y Julieta, de Pedro Almodóvar), Cecilia Roth (Laberinto de pasiones y Todo sobre mi madre, también de Almodóvar) y Federico Luppi (El espinazo del diablo, de Guillermo del Toro). En esta lista sí sorprende incluir a un crítico argentino, Oscar Peyrou, quien será el protagonista del primer film español en participar de la Semana de la Crítica de la Berlinale. En busca del Oscar, dirigida por Octavio Guerra, "es una cita crítica sobre el mundo de los periodistas de cine, la gloria, la miseria de la crítica, la hipocresía, la farsa y los intereses creados", explica Peyrou al otro lado del teléfono y del Atlántico.
Estrellas peninsulares
En otros países europeos, las noticias de actores argentinos destacados son menos habituales, pero ocurren: en Italia es sensación Liz Solari, quien protagonizó Sei mai stata sulla luna (¿Alguna vez has ido a la luna?), junto al actor Raoul Bova, con la firma del reconocido Paolo Genovese, y actualmente, estelariza Finchè c'è Prosecco c'è Speranza, junto al afamado Giuseppe Battiston. También en ese país Rodrigo Guirao Díaz protagonizó un renombrado telefilm -Violetta, sobre la novela de Alexandre Dumas- para trabajar luego regularmente en telenovelas italianas.
Claramente la sorpresa del año peninsular fue Uma, una película del venezolano Alain Maiki ambientada en Florencia que incluyó en su reparto a la otrora mediática Natalia Denegri, asimismo productora ejecutiva del film. Con producción italiana, dirección de Daniele Luchetti y escenarios porteños, Rodrigo de la Serna hizo lo propio desde el protagónico de Chiamatemi Francesco, donde encarnó a un joven Jorge Mario Bergoglio. Pero en Italia hay más nombres argentinos: antes de ser conocida por cantar ante el papa Francisco, Lola Ponce alcanzó el estrellato como Esmeralda en el musical Notre Dame de París, para saltar a la TV y de ahí al cine. Trabajó en el policial Polvere, y en la comedia La bellezza del Somaro, dirigida por Sergio Castellitto. En ese territorio también Beatriz Spelzini conoció su primer protagónico en cine, con Riconciliati, de Rosalia Polizzi. Tampoco se privó de conquistar al cine alemán con Das lied in mir (El día que no nací), dirigida por Florian Cossen, rodada en Buenos Aires y por la que obtuvo el Premio Lola de la Academia de Cine de ese país: "Ambas fueron experiencias inolvidables. La primera porque contaba la historia de una ítalo-argentina exiliada y la segunda, porque me llevó a ganar ese premio. Ir a Berlín, ser muy elogiada y respetada por mi trabajo y no saber que ganaría hasta el momento en que dijeron mi nombre fue muy emocionante", confirma Spelzini, que por estos días da los últimos toques a los ensayos de la obra Dulce pájaro de juventud.
Quizás una cinematografía más insospechada dentro del mapa europeo para un actor argentino sea la suiza, pero allí triunfa hace más de una década Pablo Aguilar. Cuando visitó la Argentina acompañando su película Endiabladamente enamorado, dirigida por Peter Luisi, confesaba que llegó a Zurich sin saber suizo alemán ni inglés y que a fuerza de imitación fue aprendiendo el idioma. Desde entonces no paró de filmar y el último año, nuevamente fue convocado por Luisi para otra comedia, Flitzer. "Lo que más quiero es que mi carrera se divida entre Suiza y la Argentina. Mi familia pudo ver mi película en cine y no en DVD, como están acostumbrados desde que viajé", decía hace 12 años en el festival Pantalla Pinamar.
Si de Gardel en adelante los sets de filmación galos no se privaron de la presencia argentina, debe añadirse la labor de María Duplaá (sobrina de Nancy Duplaá) a las órdenes de Olivier Peyron en Una vida lejana (Une vie ailleurs), una producción francesa rodada en Uruguay. Pero, indudablemente, del cine francés al europeo en su conjunto subyace por su marcada trayectoria y gran peso actoral la labor de Nahuel Pérez Biscayart como el gran referente contemporáneo, incluso más allá de estéticas, cinematografías y nacionalidades. Su labor en 120 pulsaciones por minuto, actualmente en cartel en las salas argentinas, le valió reconocimiento y fama mundial junto a una larga ovación en el Festival de Cannes.
Formado con la gran Kate Walk, empero el actor no cree en un vínculo directo que le permitiera llegar a su primer protagónico europeo, nada menos que a las órdenes de Benoit Jacquot, para Au fond des bois. "No hubo relación directa entre la beca Rolex y luego la peli de Benoit y las que hice en otros países. No siento que haya habido un acontecimiento que abrió un panorama internacional. Fue como un gato que avanza unos metros, ve un árbol, olfatea, ve un pajarito, trepa y después no sabe cómo bajar y encuentra otra rama que lo lleva a otro árbol. Quizás es medio idiota lo que digo, pero siento que todo fue como ir apropiándose de terrenos desde la exploración y desde los azares de la vida", confirma Pérez Biscayart, que también protagonizó Je suis à toi, producción belga que le otorgó el premio al mejor actor en el Festival de Karlovy Vary, y le permite desmentir ciertas constantes en cuanto al cine LGBT. "Es un ejemplo claro en el que no es una película de ese tipo, pero sí hay componentes como que hay un panadero que es gay, pero el conflicto no gira en torno de ser gay o no, o a cómo eso es aceptado o no por la sociedad o su entorno -explica el intérprete-. Es una película que cuenta la historia de tres almas solitarias desencontradas en un triángulo improbable y no correspondido donde uno busca en el otro lo que aquel no encuentra", asevera.
Las barreras idiomáticas no existieron para 120 pulsaciones por minuto, afirma: "Se me hizo muy fácil imaginar y entender la película porque estaba escrita con mucha delicadeza y muchos detalles. El guión es muy fiel a como quedó la película. Nos juntamos con Robin Campillo en un café y entendí que era una película que lo involucraba de manera muy íntima, y me contó anécdotas, porque él, su coguionista y el productor eran militantes de Act Up París y, si bien es una ficción, tiene muchos elementos autobiográficos".
El idilio del cine europeo con Pérez Biscayart no se detiene. Ya tiene tres películas en camino: Stefan Zweig, adiós a Europa (con estreno confirmado en la Argentina); Au revoir la haut, de Albert Dupontel, y Agadah, de Alberto Rondalli. Pese a que 120 pulsaciones por minuto no competirá por el Oscar, su carrera sigue acelerando a paso sostenido.
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