Estrenos de cine: Sueños es un poderoso documental que pone el foco en la gente en situación de calle
La película de Marcos Martínez interpela y conmueve a través de una serie de testimonios trabajados con sensibilidad e inteligencia
Sueños (Argentina/2020). Dirección y guion: Marcos Martínez. Fotografía: Matías Iaccarino y María Laura Collasso. Edición: Alejandra Almirón. Con: Ayelen Acevedo, Pino Gómez, Nazareno Melgarejo, Manuel González, Bruno Giupponi, Andrés Henao, Omar Zabala, Rosario Zabala, Hugo Gómez, Rodolfo Siancha, José Raúl Giménez, Juan Carlos Maresca, Adrián Miranda, Facundo Brazzoni, Mario Montenegro, Roberto Mendoza, Manuel Gullin, Víctor Rosa. Calificación: apta para todo público. Duración: 84 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
Si bien existen algunas estadísticas oficiales, no se sabe a ciencia cierta cuántas son las personas que actualmente viven en situación de calle en Buenos Aires. La pandemia del coronoavirus agudizó una crisis que hoy por hoy cualquiera que camina por la ciudad detecta con relativa facilidad. Organizaciones sociales que trabajan en el tema hablan de alrededor de diez mil.
Marcos Martínez, que trabaja desde hace años en temas de fuerte contenido social y debutó con Estrellas, un singular film codirigido por Federico León muy elogiado en la edición de 2007 del Bafici, encontró un abordaje peculiar, inteligente y muy sensible para alertar sobre una problemática que a primera vista no parece estar entre las prioridades de las autoridades de la ciudad.
Los sueños de los que habla el título de este documental se bifurcan en dos acepciones: aquellos que normalmente aparecen en estado de reposo y los que son parte de las proyecciones y los deseos de los personajes. La película los entrelaza con sutileza, configurando de ese modo un perfil de cada uno de los entrevistados unidos por la misma desgracia: los golpes de la penuria económica, la indiferencia social y la estigmatización de los medios y la opinión pública, por lo general inclinados a pensar el asunto como un estorbo, una falla del sistema con la que hay que convivir o resolver mirando para otro lado.
Martínez ha contado en algunas entrevistas el punto de partida del proyecto: una nota periodística sobre la vida cotidiana de los convictos que revelaba un viejo código carcelario: mejor no despertar a un preso que está durmiendo porque es el único momento en el que está libre. Ese disparador lo condujo a pensar en el sueño como un espacio sagrado, en la posibilidad que sus entrevistados tienen de construir una realidad diferente, primero con la imaginación, luego con la acción concreta. Y los testimonios que se van hilvanando abren esa puerta: son articulados, conmovedores y sobre todo contundentes. Desnudan tragedias y frustraciones, historias de vida dramáticas pero también, en algunos casos, potencia para sobreponerse, capacidad para alimentar la esperanza.
Uno de los logros más notables del director está relacionado con una virtud de orden terapéutico: los personajes se animan a mostrar su intimidad como si estuvieran frente a un confesor, un psicoanalista o, el mejor de los casos, un cómplice con el que pueden compartir angustias y planes para un futuro que normalmente avizoran borroneado o directamente imposible. Un espacio para traficar sueños y demoler ese presente perpetuo al que sufren con resignación, condenados por sus difíciles circunstancias.
La película consigue acercarles ese bálsamo transitorio y al mismo tiempo apela a la conciencia de los que observamos, funciona como un llamado de atención que sacude e incomoda. “Visibilizar para humanizar”, dice Martínez cuando debe sintetizar el espíritu del proyecto. Lo que debería seguir, después de procesar la idea, es la acción. Sueños nos invita a dar el próximo paso.
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