Eva de Dominici: "No tengo miedo a quedar mal o tomar riesgos; hago lo que se me canta"
"No te tiene que pasar a vos para entender a otra mujer". Con esta frase, Eva de Dominici convenció a su abuela, la nonna de una familia italiana a ultranza y esencialmente patriarcal, de discutir en casa un tema tabú: la despenalización del aborto. La misma frase había provocado tiempo atrás una revolución en el pensamiento de la actriz que pronto la convirtió en una de las voces fuertes en la arenga para pedir por los derechos de las mujeres, primero vía redes sociales –con un pañuelo verde en una mano y un libro de Virginie Despentes en la otra– y luego, con una frase contundente ante los millones de espectadores de los Martín Fierro. "Estoy siendo más feliz con este movimiento. Estoy dejando atrás un montón de cosas que me ponían en un lugar como mujer en el que capaz no quiero estar, y que tal vez sea re poco interesante. Tal vez pueda ser una mujer mucho más interesante de lo que me dijeron que podía ser. Este año reflexioné muchísimo y siento que crecí, que estoy más completa, que no tengo miedo de hablar, de replantearme cosas, ni a este cambio", dice en una charla a solas con LA NACION. Ya se sacó las sandalias taco aguja con las que hizo una maratón de notas de promoción de su nueva película, Sangre blanca, que llega hoy a los cines. Ahora está en zapatillas. Revisa su celular y responde todos los mensajes que puede. A sus amigas. A su hermana. Llama a su mamá para decirle que en unos minutos estará libre para ir a comer. "Mi familia y la gente que está cerca mío, a quienes considero familia también, son mi cable a tierra", dice. Está cansada pero no se nota: un bronceado suave revela que viene de mirar algún mar. Desde hace unos meses está viviendo en Los Ángeles adonde viajó para estudiar actuación en la academia de Stella Adler, por donde pasaron nombres del calibre de Robert de Niro, Mark Ruffalo, Warren Beatty, Salma Hayek, Christoph Waltz y Benicio del Toro, entre muchos otros. Hizo un piloto para una serie en inglés, fue contratada para una campaña de una firma de Italia y, por las dudas, ya comenzó a estudiar italiano."Imaginarme actuando en otro idioma me encanta", admite.
Su horizonte desborda de proyectos y sus espaldas arrastran meses de destape: cambió drásticamente su perfil, de heroína o villana de telenovela hacia una faceta actoral donde tuvo que mostrar lugares más oscuros y arriesgados. Tras protagonizar La fragilidad de los cuerpos, serie producida por Pol-ka que se emitió el año pasado, ganó el Martín Fierro como mejor actriz por su papel de una periodista que investiga las muertes de niños en las vías de los trenes de Buenos Aires. Ahora se pone al frente de un film que explora otra cara turbia de la Argentina: el universo de las mulas, el narcotráfico y la marginalidad en las fronteras del país. "La carga de estos últimos personajes tienen que ver con que yo crecí", define. Una mujer con más aplomo, dispuesta a enfrentar las cámaras, los rumores y hasta los cruces mediáticos sin que le tiemble el pulso aparece detrás de su mirada. "Voy buscando y generando proyectos y después veo si funcionan o no. No tengo mucho miedo a quedar mal a tomar riesgos, porque no trabajo para el afuera, trabajo para lo que me hace feliz, hago lo que se me canta siempre. Por más que la gente me diga ‘vos tenés que hacer esto, seguir estos pasos’, yo me guío por mi intuición".
–¿Cómo fue componer e investigar para tu personaje en Sangre blanca?
–Esta profesión te lleva a explorar mundos que en tu vida explorarías. Yo soy de leer mucho los guiones, de practicar la letra, hablar mucho con los directores. Trato de mirar con los ojos de ellos a ver qué es lo que quieren contar. Ella [su personaje] es una chica que está viajando de mochilera sin un rumbo certero. Está con un chico que la está acompañando en el viaje y quieren hacer plata fácil. Les ofrecen ser mula y cruzar la frontera con droga en el cuerpo pero en el camino él se descompone y muere. Ella no sabe qué hacer, se queda con el cadáver de un hombre al que conoció hace dos semanas y tiene que resolver eso. Se siente ajena a todo, por una mala decisión, por meterse en un juego que le queda enorme, termina en una situación límite.
Tal vez pueda ser una mujer mucho más interesante de lo que me dijeron que podía ser.
–Alejandro Awada interpreta a tu papá en la ficción, ¿cómo fue trabajar con él?
–Alejandro es un compañero antes que nada. Ya lo conocía. El nos pasaba a buscar a mí y a su hija Nai cuando estudiábamos en la academia de Julio Chávez. Nos buscaba, íbamos a comer. Es un actor que admiro mucho, siempre admiré. Me acuerdo que en ese momento él estaba haciendo Epitafios 2 con Sbaraglia y para mí eran los dos actores que más admiraba. Y hace poco hice una película con Leonardo y ahora con él.
–¿Quiénes son tus referentes en el medio?
–No tengo un actor o director referente. Estoy muy agradecida con Adrián Suar. Siento que fue un antes y un después desde que empecé a trabajar con él. Sin ir más lejos, La fragilidad de los cuerpos me dio un Martín Fierro.
–Este año tuviste muchos momentos de gran exposición... Sin ir más lejos hace unas semanas bailaste en la apertura de ShowMatch, ¿cómo llegaste ahí?
-Me habían propuesto hacer un homenaje a Luis Miguel, vi las coreos y dije vamos para adelante. Me divertí mucho. No soy una bailarina profesional. Considero que canto mejor de lo que bailo, pero la pasé muy bien.
-¿Te interesaría participar del "Bailando"?
- No, no. Solo así, una participación especial.
-A veces te toca ser noticia por tu vida personal, ¿cómo te llevás con esas consecuencias de la fama?
–No tengo ningún problema con eso. Sé que necesito a la prensa para promocionar lo que hago. Sé que no es que la prensa te quiere preguntar, es que la gente quiere saber. A la gente le interesa la vida privada de uno. Es raro, porque a veces vas caminando por la calle y te preguntan cómo está tu novio, y yo pienso "Pero... no te conozco". Es raro, es una locura. De repente estás comiendo un domingo por Palermo y al día siguiente ves fotos en una revista. Y digo ¿qué es esto, mi vida es un reality? Y eso que yo no soy una persona a la que sigan los paparazzi, no me quiero imaginar lo que es ser alguien realmente famoso.
–Hace poco estuviste en el centro de un cruce mediático por tu intervención en el caso Juan Darthés-Calu Rivero [N. de la R. cuando el actor fue denunciado por acoso, Eva salió a defenderlo públicamente, pero al poco tiempo pidió disculpas a Calu y le manifestó su apoyo]. ¿Por qué pediste disculpas?
–No soy yo la que tiene que hablar. Lo único que voy a decir es que yo sé que me equivoqué. Mis disculpas fueron desde el corazón. Fueron privadas primero, pero como lo que yo dije lo había dicho públicamente también sentí el deber de hacer públicas mis disculpas. En su momento, estaba convencida y segura de que una persona que yo siempre quise mucho estaba pasando una situación de injusticia, era lo que creía.
–¿Esas disculpas a Calu Rivero te trajeron problemas con Darthés?
–No, para nada, yo creo que cuando uno se da cuenta que se equivocó y perjudicó a alguien y no solamente a alguien sino a un movimiento, uno tiene una responsabilidad. Yo dije algo que dañó y no soy una persona orgullosa. Nunca estaría defendiendo a alguien si supiera que estoy equivocada. Enseguida pedí disculpas. No puedo contar detalles. Es un tema muy delicado del que yo me quiero correr porque no tengo nada que ver. Le pedí disculpas a Calu y le di mi apoyo.
–A partir de eso te convertiste en una de las voces fuertes entre las actrices que luchan por los derechos de las mujeres, ¿sentís que es una responsabilidad hablar de estos temas por ser una figura pública?
–Estoy en una disyuntiva que no sé si es una responsabilidad o una oportunidad. No siento que una como artista tenga o deba opinar. A mí lo que me gusta es actuar y tampoco soy ejemplo de nada, pero soy consciente de que me sigue mucha gente y que hay gente que sí está prestando atención a lo que yo digo. Entonces tal vez al menos tenés la oportunidad de estar comunicando algo. En este último tiempo aprendí mucho y me dije ‘estás grande, no podés estar haciendo boludeces’. Si hay un movimiento que está bueno y hay mucha gente que está tirando para eso, porque donde hay una necesidad hay un derecho y vos no estás tan internada en el tema, o no opines o interiorizate. Y ahí fue cuando dije a ver, tal vez tengo ganas de participar y dar un mensaje.
–¿Cómo ves la evolución de este movimiento?
–Siento que formo parte de las nuevas generaciones que estamos tratando de cambiar un sistema en el que fuimos criados. Machismo no es una mala palabra. Fuimos criados así. Mi familia es súper machista, no lo digo mal, lo digo porque es así. Somos una familia italiana y me inculcaron valores muy hermosos que se los agradezco para toda la vida y otros valores que tal vez ellos pensaban que eran los correctos y yo puedo permitirme replanteármelos, y decir no está tan bueno esto, y reeducar a padres y abuelos. Los abuelos es más difícil. Tienen toda su vida con una religión, creyendo algo, sus padres los educaron así.
–¿Cómo viviste el debate con tu familia?
–Mi abuela estaba super en contra de la despenalización del aborto. De repente, todas sus nietas le hicimos mirar que tal vez era darle otro espacio a la mujer, otro lugar a la mujer. Ella es ama de casa y toda la vida lo fue, y uno no está diciendo que eso es lo malo y lo otro es lo bueno. Sí que tenga la oportunidad de decidir, que no sea algo impuesto. Hay gente que confunde el feminismo con que ahora tengo que vestirme de varón y cortarme el pelo, o que le vamos a pegar una patada a la que se viste de Barbie. No, estamos aceptando a todas porque hay un sistema que dejó muchos años afuera a las chicas que no encajan con el estándar de la feminidad. Nos criaron para pegarle a la mujer y estar juzgándola.
–¿Qué fue lo que más sufriste del machismo?
–El machismo está en todo, en chistes, en ver cómo ponen incómoda a una mujer por algo físico, eso me parece muy desagradable. Los hombres todo el tiempo hablando de los cuerpos de las mujeres... Sin ir más lejos personas públicas que dicen que la mujer envejece peor que el hombre, es muy fuerte, y que tengan el lugar para poder decirlo, es muy fuerte. Yo me crié escuchando cosas así. No a ese nivel, pero sí cosas de "ay, qué gordita está", y yo pienso "¿qué te metés?" No construye, no está bueno, el cuerpo no te define... Cómo el hombre critica el cuerpo de la mujer siempre me pareció desagradable. Poner la juventud como si fuera la única belleza. Creo que eso tiene que cambiar desde la publicidad también. No sé por qué tienen que ser jóvenes las mujeres que promocionan marcas.
–¿Qué creés que va a pasar con la ley de aborto legal, seguro y gratuito?
–La ley va a salir, claro que sí. Esto se va a seguir pidiendo y creo que no hay vuelta atrás. Me emociona mucho, yo aprendí muchísimo de esto, de esta unión de respetar de verdad a las mujeres. Tengo una postura, pero también respeto a las personas que están en contra. Sé con toda la fuerza de mi corazón que esto sería un gran avance. Me impresiona que la Iglesia siga teniendo el poder que tiene. Hizo mucho daño. Que sigan deshumanizando así a la mujer que sigan poniéndola como un envase que engendra hijos y que la gente apoye eso... A mí me importa la realidad: que hay un montón de mujeres que se meten agujas, que pasan situaciones feas, aberrantes, donde se mueren y dejan hijos sin madre solo por no tener la misma posibilidad que otra mujer. Las personas que están en la política y que no tomaron partido por esto, me dan mucha tristeza, porque se supone que están para mejorar la sociedad y saben lo que realmente pasa.
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