Gran épica sobre la inocencia
"El increíble castillo vagabundo" ("Hauru no ugoku shiro"/"Howl´s Moving Castle", Japón 2004). Dirección: Hayao Miyazaki. Guión: Hayao Miyazaki, basado en la novela de Diana Wynne Jones. Fotografía: Atsushi Okui. Música: Joe Hisaishi. Edición: Takeshi Seyama. Dirección de arte: Yôji Takeshige y Noboru Yoshida. Producción animada de Estudios Ghibli, presentada por Distribution Company únicamente en copias dobladas al castellano. Duración: 119 minutos. Apto para todo público.
Nuestra opinión: muy buena
El gran maestro de la animación japonesa Hayao Miyazaki regresa a las pantallas argentinas con esta nueva producción del célebre estudio Ghibli, inspirada en la popular novela de la escritora inglesa Diana Wynne Jones publicada en 1986.
Ambientada en un pasado impreciso (todo parece indicar que transcurre en una ciudad británica a fines del siglo XIX, pero hay situaciones propias de la Segunda Guerra Mundial y hasta elementos retrofuturistas), "El increíble castillo vagabundo" mixtura las aventuras juveniles, con recursos, alegorías y búsquedas fantásticas que remiten a las sagas de "Harry Potter" y de "El señor de los anillos" o a las conocidas fábulas infantiles de los hermanos Grimm.
Miyazaki narra con su inagotable creatividad, su impredecible imaginación y su obsesivo cuidado por el más mínimo detalle visual la historia de Sophie, una muchacha de 18 años que trabaja en el negocio de sombreros que heredó de su padre. La heroína es objeto de un conjuro por parte de la obesa (y celosa) Bruja Calamidad y su cuerpo se convierte en el de una anciana de 90 años. Con su figura ahora frágil y encogida, Sophie es recibida en el castillo del título por el joven mago Howl, un galán conflictuado y coqueto que convive con curiosos personajes: un fuego viviente (Calcifer, el comic-relief del relato), un espantapájaros, un niño aprendiz y un perro.
Sin la excelencia ni el mismo poder de sugestión de "El viaje de Chihiro" o de "Princesa Mononoke", este film nominado al premio Oscar al mejor largometraje animado ofrece, de todas maneras, varias secuencias que no sólo asombran y conmueven, sino que se acercan a los picos sublimes de la creación artística.
La película -que sólo se exhibe en copias con un doblaje que no irrita, pero que tampoco es el más apropiado- puede abrumar con las múltiples vueltas de tuerca de sus extensos 119 minutos a cierto público más menudo, pero ofrece un despliegue tan atractivo e imaginativo de leyendas, hechiceros, reyes, fantasmas, guerreros, monstruos, brujas y, claro, el enorme e imponente castillo de hojalata, que es difícil que el espectador sensible termine resistiéndose a semejante oferta.
Epica sobre la pérdida de la inocencia que critica el sinsentido del militarismo y los estragos de la guerra (son impresionantes las escenas de bombardeos aéreos) y -al mismo tiempo- una gran historia de amor, "El increíble castillo vagabundo" es, pese a (o gracias a) sus desmedidas ambiciones, a su imprevisibilidad, a su falta de límites, una película llena de hallazgos y de excesos. Pero siempre es preferible pequeños tropiezos dentro de una apuesta por el gran arte que mínimos éxitos dentro del cine convencional. Por todo esto, Miyazaki -un mito viviente del animé japonés a partir de la elegancia y delicadeza visual de su cine- termina construyendo con este universo encantado un film decididamente encantador.