La izquierda, la derecha y viceversa
¿Cuál es la real diferencia entre la mano izquierda y la derecha, si ambas, a veces, confunden sus roles?
Guadalupe Pérez García, dice, al principio de su documental Diario argentino , que siempre confunde un sentido con el inverso, y que así funciona incluso en su memoria. Un ejemplo es el regreso de Juan Domingo Perón, en junio de 1973, que desembocó en los enfrentamientos armados entre sus seguidores de derecha e izquierda, que no recuerda como una llegada, sino como una partida. "Si mirás la historia argentina como una fotografía no la entendés: hay que mirarla como una película", asegura, media hora de proyección más tarde, Mario, su padrastro.
Diario argentino , coproducción entre la Argentina y España, que pasado mañana estrenará Primer Plano, juega con esta idea a partir del regreso al país de la directora, a cuatro años de radicarse en España. Vuelve para encontrarse con su madre y con Mario, el hombre con el que ésta se unió tras separarse, y también con Ariana, una amiga, con los que recorrerá pasado y presente, ya sea en camino hacia Mar del Plata, y allí mismo, entre clases de buceo, recuerdos de la Guerra de Malvinas, Alfonsín, Menem, De la Rúa, de diciembre de 2001, superochos, videos caseros, playas y el frío del invierno.
-¿Cómo surgió la idea?
-Quería hacer una comedia ligera, de lectura sencilla, pero que tuviera un trasfondo político fuerte. Por lo general, los documentales que tratan temas políticos o sociales lo hacen desde un tono más formal, acorde, por supuesto, a cierta seriedad con los que se supone que estos temas se deben tocar. La historia de mi familia y la mía son historias tan corrientes, tan grises, que me pareció justo contarlas con un toque de humor, y para eso era necesario reírme de mí misma y de las situaciones que mi personaje plantea a mi madre y a Mario. Siempre me pareció divertida esa frase que dice: "Ser peronista de izquierda es un oxímoron", y entonces se me cruzó por la cabeza que quizá la causa real de mi dislexia no era debido a una evidente torpeza natural, sino que podía provenir de mi pertenencia a una familia peronista, movimiento en el que confundir la izquierda y la derecha es lo más normal del mundo... De ese germen nació el proyecto.
- Cuando se vio en el Bafici, dijiste que tu intención era hacer un relato a la manera de Nanni Moretti
-Lo dije y después me arrepentí, porque siempre el que cita está a años luz del citado y termina siendo mal interpretado. Pensé, eso sí, que los italianos progresistas la estaban pasando mal, léase Berlusconi x 2 y demás, pero que, en contrapartida, tenían a Moretti, que los reconciliaba con sus ideas emocionándolos y haciéndolos reír. Tiene una película llamada Palombella rossa , en la que él mismo interpreta a un dirigente comunista con amnesia. Me parecía inspirador que, aunque uno no tuviera ni la más remota idea de cómo eran los problemas del Partido Comunista Italiano, podía sentirse profundamente identificado con su personaje en lo que atañe a la pérdida de los ideales, o con cierto terror común al cinismo. Resulta evidente que yo no tengo la gracia ni el talento de Moretti y, lo que es aún peor, no tengo mi pensamiento político tan definido. Es por eso por lo que me arrepentí de citarlo.
-Hay una búsqueda estética y narrativa que elude la formalidad de los documentales convencionales.
-Mi formación como documentalista está fuertemente ligada al máster de documental de la Pompeu Fabra de Barcelona, donde uno de mis mentores fue el desaparecido cineasta catalán Joaquim Jordà. Tanto en su caso como en el de José Luis Guerín (aunque sus obras son absolutamente diferentes), los documentales son películas y como tales deben ser pensados y construidos. Y por esa causa desde el principio pensé la película como una road-movie y como una reconstrucción un poco excéntrica de la historia argentina desde los 70 en adelante. Otra decisión fue seguir a rajatabla mi punto de vista; no el mío del presente adulto, sino el punto de vista de una niña de tres años que cree ver irse a Perón cuando de verdad estaba llegando. Por lo demás, todas las conversaciones que mantengo con los personajes en la película son estrictamente documentales; con esto quiero decir que nadie dijo nada que yo le pidiera o que hubiera visto escrito. Por supuesto que yo tenía lo que llamamos un guión imaginario, es decir, una especie de guía de trabajo, pero para compartir sólo con mi equipo.
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