La vida, esa historia compleja
Reyes y reina ( Rois et reine , Francia/2004). Dirección: Arnaud Desplechin. Con Emmanuelle Devos, Mathieu Amalric, Catherine Deneuve, Maurice Garrel, Nathalie Boutefeu, Jean-Paul Roussillon, Magalie Woch, Hippolyte Girardot y Noémie Lvovsky. Guión: Roger Bohbot y Arnaud Desplechin. Fotografía: Eric Gautier. Música: Grégoire Hetzel. Edición: Laurence Briaud. Diseño de producción: Dan Bevan. Producción hablada en francés con subtítulos en castellano y presentada por 791cine. Proyección en DVD (pantalla grande). En el cine Cosmos (Corrientes 2046). Duración: 150 minutos. Para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: muy buena
Arnaud Desplechin -el mismo de La sentinelle , Esther Kahn y Comment je me suis disputé... (ma vie sexuelle)- llega por primera vez a la cartelera comercial porteña con Reyes y reina , una ambiciosa pero siempre fascinante película protagonizada por sus dos actores-fetiche (Emmanuelle Devos y Mathieu Amalric), que tuvo su première mundial en la competencia oficial del Festival de Venecia de 2004.
Desplechin narra por separado dos historias de vida: por un lado, el presente y el pasado de Nora (la siempre impactante Devos), una mujer de 35 años, de buen pasar, dueña de una galería de arte, casada en varias oportunidades y madre de un hijo de 10 años, que debe acompañar a su padre moribundo (Maurice Garrel), y por el otro, la de Ismaël (Amalric), un músico delirante y ex pareja de Nora, que es internado a la fuerza y por error en un neuropsiquiátrico.
Reyes y reinas -bellamente fotografiada por el gran Eric Gautier (habitual colaborador de Olivier Assayas y de Patrice Chéreau)- salta del melodrama familiar contenido y confesional al grotesco desaforado con un ritmo vertiginoso, casi sin escalas y muchas veces incluso dentro de la misma escena.
Desplechin se atreve a elaborar cuestiones complejas, como el cáncer, la muerte, la eutanasia, el embarazo, el divorcio, la homosexualidad, el psicoanálisis, la angustia, la depresión, los celos, la culpa, la venganza, la fe, la religión, el dolor (físico y psicológico) y la locura sin por eso descuidar la ironía y el humor.
Armar las piezas
El resultado -lejos de molestar- es profundamente humano y de gran sensibilidad. Y, si en un principio cuesta ubicar las múltiples piezas del rompecabezas, todo adquiere sentido (y resignificación) cerca del final. La película -extensa, como todos los trabajos de Desplechin- pierde un poco de intensidad no sólo por su excesivo metraje, sino también por el abuso de la voz en off y la multiplicidad de situaciones -la mayoría, logradas; algunas pocas, no tanto-, pero la habitual acumulación del cine del director se ve compensada por el talento de las actuaciones no sólo del dúo protagónico, sino también de los secundarios, como Garrel o Catherine Deneuve (una psiquiatra que trata a Ismaël durante su internación), que deben atravesar prácticamente todos los estados de ánimo y situaciones extremas imaginables.
Algunos, es cierto, podrán encontrar el cine de Desplechin demasiado recargado o ambicioso desde lo intelectual, pero lo cierto es que este tipo de cine francés no suele llegar a las pantallas argentinas. Por eso, y por la sofisticación e inteligencia de su propuesta, se trata a todas luces de un acontecimiento para celebrar.
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