Literatura, teatro, televisión... ¿qué más? Romina Paula estrenó su película
Con De nuevo otra vez, que se puede ver en el Malba, la autora empezó a transitar el terreno de las imágenes; escrito, actuado y dirigido por ella, el film indaga en los vínculos y los dilemas existenciales
Conocíamos a Romina Paula por su elogiado trabajo en el teatro y la literatura. Su debut como cineasta, que acaba de producirse, también es digno de celebración: todos los sábados, a las 22, se exhibe en el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415) De nuevo otra vez, una ópera prima sólida, emotiva y llena de ideas en la que pinta con su propia paleta de colores un autorretrato que ella define como "fragmentado, cubista". Los protagonistas del film -que cruza con elegancia el registro documental con la ficción y viene convocando mucho público en cada función- son, además de la directora, su madre, Mónica Rank, y su pequeño hijo, Ramón.
El proyecto nació a partir de una propuesta del productor Diego Dubcovsky. Entusiasmado con la última novela de la autora, Acá todavía, le propuso que la adaptara al cine. Y no fue mala idea: la película ya fue programada por varios festivales internacionales (Rotterdam, Siberia, Moscú, Copenhague, Lisboa, Montevideo, Curitiba, Quito, Guayaquil, Singapur) y también viene cosechando muy buenas críticas.
"En principio, yo tenía dos imágenes generadoras que eran, por decirlo de algún modo, 'ideas audiovisuales': por un lado, la de filmar a mi mamá en su casa y enfocarme en su vínculo con el alemán; y por otro, la de una mujer que vuelve con su hijo a la casa de su madre en una suerte de suspensión entre decisiones -explica Paula-. Después, una vez que me puse a escribir la película, supe que la actuaría con mi madre y mi hijo, y que también la dirigiría yo. Así que ya desde la escritura me propuse una película que pudiera abordar desde ese triple rol. Estuve rodeada de un equipo de gente con experiencia en cine y pude delegar bastante en ellos. Yo intenté transmitir mis fantasías y necesidades, y siento que fluyó muy bien. Después está todo el momento de la posproducción, que es una locura. Ahí se termina de armar la película en computadoras -el corte, el sonido, el color-, y son todas etapas sucesivas de las que no se puede volver. Tanto en los libros como en el teatro se pueden seguir tomando decisiones importantes hasta último momento. En el cine tenés que ser millonario para poder hacer eso".
La maternidad está en el centro de la escena en De nuevo otra vez: reflejada en la relación de la directora con su madre y con su pequeño hijo. Modelos de crianza que se heredan, otros que mutan en sintonía con la época, acuerdos, desacuerdos, puntos de vista que se superponen... "Lo que agradezco de la crianza que tuve es que mis padres no eran demasiado categóricos respecto de lo que estaba bien o no consumir, culturalmente hablando -dice Romina-. Sí recuerdo que a mi mamá la televisión le resultaba una tontería, pero no por eso no mirábamos Clave de sol o alguna telenovela. También fue muy importante que nos leyera todas las noches, hasta que aprendimos a leer solos y ya teníamos el hábito adquirido de ir a la cama con un libro. Siento que no me bajaron mucha línea estética e intentaron acompañar mis intereses, aunque por momentos fueran desastrosos. Y eso intento hacer con mi hijo Ramón: le digo cuando algo no me gusta, pero no le desapruebo por completo lo que le llama la atención. ¿Qué sé yo qué clase de persona va a ser él ni qué va a terminar gustándole?".
La película también pone el foco en la crisis de una protagonista que llega a los 40 con algunas dudas sobre su relación de pareja. No es nuevo: los vínculos y los dilemas existenciales siempre han ocupado un lugar central en la obra de Romina Paula. Están presentes en sus su novelas (¿Vos me querés a mí?, Agosto, Acá todavía) y en sus obras de teatro (Algo de ruido hace, El tiempo todo entero). "Amor, muerte y vínculos son conceptos que me interesan y que a la vez contienen a muchos otros. Sumaría a esa lista la enfermedad, el azar, el misterio, el tiempo, la percepción, la duda, la realidad, la verosimilitud, el lenguaje...", dice.
También aparece constantemente el tema del idioma. Paula creció en un hogar donde se hablaba a diario el alemán, una decisión que su madre todavía mantiene cuando se encuentran. "Nos hablaba en alemán dentro y fuera de la casa -aclara-. Y nosotros le respondíamos en alemán hasta que fuimos creciendo y nos empezó a dar vergüenza. Como acto de rebeldía, empezamos a contestarle en castellano. Cuando tuve a Ramón, mi mamá me insistió en que le hablara en alemán. Y lo hice bastante, hasta que él empezó a hablar. Si bien decía algunas palabras en alemán, él se afirmó en el castellano. Me resultaba enloquecedor contestarle en otra lengua, así que me pasé al castellano por completo. Ahora es como en la película: nosotros hablamos en castellano, mi mamá le habla en alemán y él la entiende, pero le contesta en español", agrega.
Esa relación estrecha con el alemán produjo también algunos descubrimientos virtuosos: por caso, el de la literatura de Rainer Maria Rilke, un autor que suele sobrevolar la obra de Romina y que también asoma en la película. "Creo que siempre llegué y volví a él de un modo misterioso -señala ella-. Tengo un libro de poemas de él que heredé de la madre de alguna amiga de mi mamá, en un lote, y al que no le había prestado demasiada atención. Y una vez, en la época en la que escribía de noche, me puse a leerlo y me atravesó ese poema Todeserfahrung (Experiencia de la muerte), que terminó siendo el principio de mi obra de teatro Fauna. En Cimarrón ya directamente estaba Esteban Bigliardi enunciando largos pasajes de las Cartas a un joven poeta. Y después, cuando estábamos escribiendo con Gonzalo Demaria para una ficción televisiva, él me comentó que se había editado una gran biografía de Rilke escrita por Mauricio Wiesenthal. Me la compré y es cierto que si bien creo que leer biografías es un poco ridículo, esta me pareció muy bien escrita. No es condescendiente y sitúa bien en la época, así que volví a hundirme en Rilke sin querer. De ahí saqué ese extracto que leo en la película. No sé si podría explicar qué es lo que me gusta tanto de él, pero aparece siempre en momentos de proceso creativo. Y me interpela".
En sociedad con Demaria (autor de la excelente obra Tarascones, todavía en cartel en El Picadero), Romina hizo su primera experiencia como guionista de televisión: El maestro, unitario de Polka protagonizado por Julio Chavez, un trabajo que valora especialmente: "Aprendí muchísimo, sobre todo en la rutina de la escritura diaria de un guion de televisión hecho a cuatro manos, algo que nunca había hecho. También con esto de desarrollar la idea de otro y corregir sobre la base de los comentarios de tu compañero. Me gustó, pero no sentí que ese proceso se pareciera a ninguno de los otros que llevé adelante, escribiendo mis novelas y mis obras de teatro, o esta película... No sé, siento que lo de la televisión requirió otra parte de mí, más técnica, racional, pragmática".
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