Locarno, para los cinéfilos de paladar negro
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LOCARNO, Suiza.- A sala llena comenzó anteanoche la 70» edición del Festival de Locarno. Y aquí a sala llena significa más de 8000 espectadores colmando la capacidad del auditorio montado en medio de la hermosa Piazza Grande.
Tras un breve desfile por la alfombra roja, se presentaron los distintos jurados (integrados, entre otros, por los directores Olivier Assayas y Miguel Gomes y la mítica actriz Sabine Azéma), apareció la siempre bella Nastassja Kinski y el equipo del film inaugural, Demain et tous les autres jours, liderado por la directora, coguionista y coprotagonista Noémie Lvovsky, la pequeña Luce Rodriguez (auténtico corazón de la historia) y ese astro del cine francés que es Mathieu Amalric.
Si bien es una prolífica intérprete con casi 50 títulos en algo más de dos décadas, Lvovsky ha construido también una interesante carrera como realizadora con media docena de largometrajes. Favorita de Locarno desde hace tiempo (presentó aquí películas suyas como La vie ne me fait pas peur y Camille redouble), regresó a la que definió como "mi sala favorita en todo el planeta" para el estreno mundial de esta tragicomedia sobre la locura.
El film está narrado desde el punto de vista de Mathilde (descomunal trabajo de Rodriguez), una niña de 9 años bastante solitaria en la escuela, pero que se ocupa -como puede- de su madre (Lvovsky), cada vez más escindida del mundo real. El padre y ex marido (Amalric) se maneja en principio vía Skype, hasta que las cosas se desmadran por completo y debe hacerse cargo de la situación.
La película apuesta también a una lograda veta fantástica (la pequeña heroína se comunica con un pájaro consejero cuya voz está a cargo de Denis Podalydes) y a un epílogo musical y algo esperanzador en el que aparece Anaïs Demoustier tras un auténtico tour-de-force emocional. Fue un más que digno largometraje de apertura, pensado para conectar con una audiencia masiva.
En la Competencia Internacional ya se vieron un par de películas valiosas. Por lo pronto, la danesa Vinterbrødre, ópera prima del islandés Hlynur Pálmason sobre las desventuras afectivas y laborales de dos mineros, uno de ellos obsesionado con las armas y dedicado también a la venta ilegal de bebidas alcohólicas que prepara con químicos robados; y Freiheit (Freedom), film del alemán Jan Speckenbach sobre una mujer de 40 años, profesional, de buen pasar en Berlín, casada y con dos hijos, que abandona todo y desaparece sin avisar para terminar en Bratislava conociendo personajes y viviendo situaciones bastante extremas.
Tras el cuerpo perfecto
Pero lo mejor en el arranque de esta edición, que no sólo celebra los 70 años del festival sino que además cuenta con una nueva y hermosa sede denominada PalaCinema, que incluye tres flamantes salas, ha sido un film de la Competencia Internacional dirigido por otro de los favoritos de Locarno (y del Bafici): el canadiense Denis Côté.
Ta Peau si lisse es un documental (con varios momentos que coquetean con la ficción) sobre seis físicoculturistas de distintas edades, pero con un objetivo en común: conseguir un cuerpo perfecto. Sin testimonios a cámara ni comentarios del realizador, con apenas unos pocos diálogos casuales, vemos cómo esos auténticos gladiadores modernos que son Jean-François, Ronald, Alexis, Cédric, Benoît y Maxim trabajan cada centímetro, cada músculo en esforzados entrenamientos, siguiendo una rigurosa dieta y tomando unas cuantas pastillas diarias. Uno de ellos es luchador, otro ya está demasiado viejo para las competencias y se ha dedicado a desarrollarse como entrenador, otro es también una suerte de gurú espiritual con técnicas orientales...
Finalmente, los seis parten juntos a una suerte de campamento en la naturaleza salvaje y el director de films como Curling y Vic + Flo ont vu un ours consigue que cada toma que elige logre fascinar al espectador.