En el Cosmos. Mañana se estrenará el documental sobre Bayer de Montes-Bradley
"Los cuentos del timonel", tercer documental que Eduardo Montes-Bradley dedica a la figura de un escritor, y el primero referido a un autor vivo, se estrenará mañana en el Cosmos. Después de "Soriano" y "Harto The Borges", el realizador toma a Osvaldo Bayer como centro de su nuevo film, que a lo largo de ochenta y tres minutos tiene como único narrador al intelectual santafecino.
Encadenando distintos momentos en la vida del autor de "La Patagonia rebelde", el largometraje comienza con el nacimiento de Bayer, en 1927, y concluye con su segundo exilio, en 1974, después de ser amenazado por la Triple A. La clave es que aquí el periodista y escritor aparece, sobre todo, como testigo y protagonista de hechos históricos tanto nacionales como internacionales.
¿Por qué eligió Montes-Bradley para su tercera película a este autor? "Desde hace tiempo pienso que son los protagonistas los que me eligen a mí -sostiene el cineasta-. No porque alguno de ellos me haya señalado como escriba de sus experiencias. Pero lo que sí puedo decir es que, llegado el momento, el fantasma de alguno de ellos se detuvo frente a mí y con gesto desafiante, me dio a entender lo siguiente: "¿Usted sabe quién soy yo?" La respuesta fue un "pensaba que sí, pero la verdad es que no tengo la menor idea, ¿cómo dijo que se llamaba?" Mis documentales nacen de la duda, del trauma que me produjo alguna vez haber pensado que las verdades eran absolutas, que los héroes estaban hechos de una sola pieza y que el futuro iba a ser socialista. Hoy filmo para aprender, para buscar respuestas, para conocer. Elegir a mis protagonistas supondría un grado de certeza que no tengo. Ellos aparecen y yo pregunto."
En su enésimo regreso a la Argentina -vive en Estados Unidos desde 1978-, para acompañar el lanzamiento del documental, Montes-Bradley habló con LA NACION sobre "Los cuentos del timonel", que rodó en soporte fílmico y en el Cosmos se verá en video digital.
-¿La literatura de Bayer es una suerte de background en la película?
-Es muy posible que así sea. Y lo digo porque el objeto de mis devaneos en el caso de "Los cuentos..." no pasó por el Timonel sino por los cuentos. El camino inverso sería frívolo. Los cuentos son la historia hilvanada de una manera caprichosa y esos caprichos son el resultado de una mirada muy lúcida, que es la de Bayer. En los documentales anteriores también sentí que los protagonistas no eran aquellos cuyos nombres se dibujaban a tientas en los títulos de cada film. Los protagonistas en mis documentales comparten "cartel" con nosotros. Y cuando digo "nosotros", me refiero a una generación que trata de desentrañar la madeja de argumentos que heredamos. Creo que fue Martín Caparrós quien dijo, al finalizar la proyección de "Harto The Borges", que ése era un documental sobre nosotros, que el escritor era una excusa formidable para discutir sobre otros temas. Creo que con Bayer sucede algo parecido.
-¿Por qué?
-Su vida es la historia del siglo, de las revoluciones y de las contradicciones del siglo y de su generación, la generación que enredó la madeja que estamos tratando de desentrañar.
-El film llega hasta 1974, cuando Bayer marcha de nuevo al exilio. ¿Su vida posterior sería motivo de otro documental?
-Yo descubro a Bayer en 1973. Mi padre estaba absorto en la lectura de sus escritos sobre la Patagonia y de a poco me fui enganchando. Recuerdo también una salida al cine para ver "La Patagonia rebelde" (de Héctor Olivera). Se hablaba de amenazas de bombas, se vivía un clima muy particular y violento. La sala estaba repleta, conseguí lugar en la última fila del pullman y, terminada la proyección, empezó otra "película". La gente se puso de pie y muchos cantaban el Himno; después entró en la sala un grupo de militantes armados de una de las tantas facciones guerrilleras de la época y leyeron una proclama que afortunadamente nadie recuerda. Lo cierto es que Bayer me impresionó a partir de allí, de esos años en los que yo descubría el mundo que me rodeaba, la militancia y mi sexualidad, la represión y el psicodelismo de Pink Floyd. En "Los cuentos..." busco encontrar al Bayer anterior a ese episodio, a esa época, el Bayer que me revele de dónde viene. Al otro lo vi desenvolverse en los años posteriores y supongo que sí, que puede ser motivo para un segundo film.
-¿Considerás la posibilidad de realizarlo?
-En todo caso, no creo que sería yo la persona indicada para hacerlo. Ese otro Bayer está demasiado comprometido con el presente, y sólo el tiempo y la distancia darán lugar a una reflexión que hoy se vería distorsionada por la proximidad de los hechos.
-¿Pudiste lograr de entrada que Bayer "confiara" en vos y se abriera a la intimidad que pretendías recrear?
-Bayer es un hombre sumamente hospitalario y entrañablemente generoso. También puede ser muy duro cuando se siente traicionado (aunque para ello no necesariamente tenga que mediar una traición). Creo que su actitud frente a los otros (desde luego me incluyo) es una actitud puramente ética que encuentra un diálogo fecundo con otras éticas posibles, aunque no sean necesariamente la suya. En este sentido, creo que para él es más importante que un documental como éste fuera realizado por quien comparte muchas pero no todas sus preocupaciones. Quien comparte todas sus preocupaciones se vería tentado de construir un Bayer demasiado rígido, demasiado militante y muy insoportable para el buen gusto de la historia y los hombres. Creo que la confianza fue mutua, y que además hubo afecto, interés y, sobre todo, respeto. Es curioso, no nos tuteamos, pero podemos sentarnos en el banco de un bosque en la Selva Negra y hablar de Perón o Lola Mora hasta que la noche nos sorprenda, lo que no es poca cosa.
-¿Qué dijo Bayer después de ver la película?
-La vimos juntos en casa de León Rozitchner. En cierto momento vi que se tomaba de la mano con Marlies (su mujer de toda la vida) y que gozaba viéndose recreado con la libertad con que la hicimos. Para mí fue suficiente esa escena. También me pidió copias para todos sus hijos, con lo cual supongo que debe de estar muy contento o que estará planeando que los hijos me hagan una emboscada en mi próximo viaje al Rin... Creo que le gustó, pero ésa no fue nunca mi preocupación. Me tenía que gustar a mí, no a él. Afortunadamente, creo que los dos hemos salido airosos del trance.
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