Master: el revés de la fórmula del ‘black terror’, sin golpes de efecto, se vuelve demasiado real
El film de Mariama Diallo, que se encuentra disponible en Amazon Prime Video, esquiva toda previsión en pos de un discurso antirracista
Master (Estados Unidos, 2022). Guion y dirección: Mariama Diallo. Fotografía: Charlotte Hornsby. Montaje: Jennifer Lee, Maya Maffioli. Elenco: Regina Hall, Zoe Renne, Amber Gray, Talia Ryder, Ella Hunt, Noa Fisher, Bruce Altman. Duración: 108 minutos. Disponible en: Amazon Prime Video. Nuestra opinión: muy buena.
Los vientos que empujaron el terror hacia la temática del racismo crearon una alquimia que no siempre funciona en el sentido del género. ¡Huye! (2017) fue la pionera, o por lo menos la primera con una consciencia clara de la fórmula: la experiencia de un terror persistente por parte de la comunidad negra, arraigado en años de historia y en monstruos muy reales. La clave que definió a la película de Jordan Peele fue el ejercicio astuto de la sátira, y esa impronta de humor fue la que se ahogó en Nosotros (2019), dejando paso a la seriedad y a una exposición más literal del mensaje. El reciente estreno de Amazon Prime, Master, hace otra cosa, por ello las comparaciones con esta ola del “black terror”, que también integran la británica Su casa (2020) o la nueva Candyman (2021), no es tan ajustada. En lugar de posicionarse en el centro del género y asumir su iconografía desde la perspectiva de la tensión racial, Master lo usa apenas como un prisma para mirar el mundo que rodea a sus personajes y concebir su experiencia desde un horror más profundo que el de las brujas y los fantasmas.
La ópera prima de Mariama Diallo se sitúa en una ficticia universidad de Massachusetts, el Ancaster College. Allí, en las tierras cercanas al escenario de la caza de brujas de Salem, ese ancestral edificio alberga a profesores y estudiantes, pero también a la memoria histórica grabada en los cuadros que presiden los salones y a las leyendas que convierten el miedo cotidiano en mitologías compartidas. Gail Bishop (Regina Hall) fue elegida como la nueva ‘master’ de la institución, una especie de autoridad educativa que oficia de enlace y contención para los estudiantes. Es todo un avance para una mujer negra, en sintonía con las políticas progresivas de una universidad que intenta desmontar la rigidez y el conservadurismo de su pasado. Desde que llega a su residencia en el campus, Gail percibe un creciente clima de extrañeza, que combina los residuos del racismo en la misma casa, escondidos en las fotografías del ático, al mismo tiempo que una podredumbre que asoma como gusanos tras las gruesas paredes.
Diallo hilvana la experiencia de Gail con la de Jasmine Moore (Zoe Renee), una joven estudiante negra que llega desde Tacoma, entusiasmada con su destino universitario. Introvertida y solitaria, Jasmine intenta integrarse a costa de padecer maltratos y desplantes de sus compañeros, al mismo tiempo que experimenta el creciente asedio de los mitos del lugar. Cada año –le cuentan una noche-, el fantasma de Margaret Millet, quemada en los tiempos de Salem, viene a buscar a una joven ingresante para arrastrarla directo al infierno. Diallo expone la perfecta combinación de los terrores cotidianos, alimentados por la soledad y la hostilidad del entorno que padece Jasmine, con la puerta a lo sobrenatural, un juego de pesadillas y alucinaciones que desplaza al mundo de sus contornos reales. Y a esa encrucijada se asoma la tercera protagonista del relato, la profesora Liv Beckman (Amber Gray), quien intenta conseguir una posición fija en la nómina académica y así lograr un verdadero lugar de pertenencia.
Lo interesante de la película es cómo esquiva toda previsión, desplazando a sus personajes no solo de las asunciones que puede inspirar el terror como iconografía sino también del discurso antirracista. La relación entre los tres personajes es compleja y ambigua, mediada por las presiones y los mandatos del medio en el que se mueven. La amistad de Gail y Liv, lejos de establecer una clara alianza, está preñada de una tenue competencia, de las imposiciones del consejo académico que utiliza ese vínculo como arma en la votación, de las sospechas que se acrecientan con la inminente elección. Lo mismo ocurre en la relación de tutoría entre Jasmine y Liv, corroída por prejuicios y presiones de un ambiente académico que no olvida jerarquías ni privilegios. En ese sentido, la película puede compararse con la reciente miniserie La directora (2021) –aquella en otro registro, como el de la comedia-, en la que el cambio que supone la elección de una directora mujer y de origen asiático es apenas un guiño de conformidad al statu quo, una pátina cosmética de inclusión que no aspira a transformaciones profundas y duraderas.
Master esquiva las operaciones tradicionales del terror y, al revés de ¡Huye!, que conduce el discurso social al epicentro del género, la película de Diallo se despliega en un mundo concreto, en el que la experiencia del horror es mucho más intoxicante y devastadora que la aparición de un fantasma. Su puesta en escena es abrasadora, las ideas del montaje son estimulantes en las relaciones que permite establecer al espectador, y su mirada esquiva todas las concesiones, demostrando que el tiempo que separa al presente de los crímenes de Salem no ha borrado la sangre que sigue impregnando la tierra.
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