Michael Moore: enemigo N° 1 de las armas
En "Bowling for Columbine", que se estrenará mañana, el carismático documentalistaindaga sobre la violencia doméstica de la sociedad norteamericana
lanacionar"Bowling for Columbine" es un fenómeno mundial de escasos precedentes tratándose de un documental, género normalmente relegado a lanzamientos limitados y públicos minoritarios. Sin embargo, este acercamiento del gran Michael Moore a la violencia, el armamentismo y el intervencionismo externo de los norteamericanos trascendió todos los límites conocidos y, al mismo tiempo, obtuvo un respaldo crítico casi unánime, generó un fuerte debate sociopolítico y consiguió un enorme éxito comercial.
Desde que ganó en mayo último un premio especial del jurado en Cannes, "Bowling for Columbine" no paró de recibir reconocimientos: no sólo consiguió el domingo último el Oscar en su categoría (con un incendiario discurso de Moore contra la política de George W. Bush) sino que se quedó con casi todos los galardones de la audiencia en la docena de festivales en que se presentó, conquistó varias distinciones anuales que otorgan las entidades de críticos, ganó de manera sorpresiva el Cesar francés al mejor film extranjero y hace pocos días sus colegas del Writers Guild of America le entregaron la estatuilla a mejor guión original de 2002.
En el terreno de los números -muy poco favorable para los documentales- también hizo estragos: con un costo de 4 millones de dólares, "Bowling for Columbine" ya recaudó 20 millones sólo en las salas norteamericanas, mientras que está por alcanzar el millón de espectadores tanto en Francia como en Alemania. Aquí, su estreno comercial se anuncia para mañana.
¿Quién es Michael Moore como para generar semejante repercusión?
Este norteamericano de origen irlandés y próximo a cumplir 49 años es uno de los intelectuales más carismáticos y a la vez más iracundos de su país. Con su look inconfundible (gordito, de anteojos y con gorro de béisbol), Moore se consagró como un documentalista que en sus trabajos para cine y televisión develó las hipocresías y el cinismo de la sociedad estadounidense y centró sus denuncias en las miserias de las grandes corporaciones económicas y los excesos de los políticos de extrema derecha.
El primer gran golpe de Moore fue en 1989 con "Roger & me", largometraje en el que denunció a Roger Smith, por entonces gerente de General Motors, por el cierre de la fábrica ubicada en el pueblo natal del director (Flint, Michigan), que provocó el despido de 30.000 trabajadores y el brutal empobrecimiento de la zona. Todavía mayor resultó el logro con "The big one", documental sobre los abusos de las multinacionales que obligó a la firma Nike a terminar con el trabajo infantil en Indonesia.
En el ámbito de la televisión, Moore tuvo un exitoso paso por las cadenas NBC y Fox como productor, guionista, director y conductor del ciclo "The Nation" (ganador del premio Emmy). Sus mordaces e implacables retratos sobre las contradicciones y contracaras de la "modélica" democracia norteamericana se trasladaron en 1999 y 2000 a la señal Bravo con "The awful truth", una notable serie de investigaciones que aquí se vio en el canal de cable Film & Arts con el título de "La cruel verdad".
Su popularidad se extiende también al mercado editorial, donde libros suyos como "Downsize this!", "Adventures in a TV nation" y "Stupid white men and other sorry excuses for the state of a Nation" encabezaron durante meses las listas de obras más vendidas no sólo en los Estados Unidos sino también en varias capitales europeas.
Con "Bowling for Columbine", Moore regresó en mayo último al festival de Cannes luego de siete años, ya que en la sección Un certain régard había presentado su comedia de ficción "Canadian bacon". Pero ése no fue el único logro de su nueva película. Por primera vez en 46 años (desde que Jacques-Yves Cousteau y Louis Malle ganaron la Palma de Oro con "El mundo del silencio") un documental llegó a la competencia oficial del máximo encuentro cinematográfico mundial.
Una ovación por parte de una platea que se mantuvo de pie durante trece minutos fue la primera reacción que Moore obtuvo en Cannes. Allí, durante la presentación para la prensa internacional, LA NACION pudo conocer las impresiones de este enfant-terrible de la intelectualidad progresista norteamericana, que actualmente se encuentra en plena campaña antibélica.
A partir de una tragedia
En "Bowling for Columbine", Moore toma como punto de partida el caso de dos estudiantes de la escuela secundaria de Columbine que en 1999 mataron a 12 compañeros y un profesor. A partir de ese hecho que conmovió a la sociedad norteamericana, el director reconstruye la sangrienta historia de su país (marcada por las guerras civiles, el combate contra los negros y las invasiones en el extranjero) y luego se acerca a varias cuestiones polémicas como el impresionante crecimiento de la industria bélica o el surgimiento de milicias civiles como las que volaron el edificio público de Oklahoma.
Provocativo y audaz como siempre, Moore dispara contra la cadena Wal-Mart por la venta indiscriminada de armas y carga contra la poderosa Asociación Nacional del Rifle que comanda Charlton Heston, a quien somete a una implacable entrevista.
Acostumbrado a los contraataques públicos (lo cuestionan por poseer en Nueva York una mansión valuada en dos millones de dólares) y a las amenazas de muerte (como la que recibió en diciembre último por parte de un grupo neonazi inglés), Moore no se amedrenta ante las presiones y los múltiples intentos de censura.
"Esta película -indicó este brillante satirista en Cannes- surgió cuando Bravo decidió no emitir un capítulo de "La cruel verdad" sobre la violencia juvenil justo después del desastre de Columbine. En ese momento, decidí investigar las causas y el origen de la violencia y el creciente armamentismo en la sociedad norteamericana."
-¿Cuáles son las causas principales?
-Básicamente el miedo. En la época de la guerra civil había pánico de que los negros esclavos -que habitaban el país en una proporción de tres a uno- se rebelaran. Así surgieron las armas modernas y livianas como la Colt. Pero el racismo no es la única causa: también es fundamental la manipulación estatal y mediática para generar un estado de angustia generalizado. Mientras la mayoría de las estadísticas de delitos caen año tras año, la televisión nos abruma con tragedias sangrientas que llevan a que millones y millones de norteamericanos se armen para defenderse.
-¿Por qué pone tanto énfasis en la política exterior norteamericana?
-Porque es parte de nuestra historia y tradición de violencia y agresión. Nos erigimos en reserva moral y guardián del mundo y terminamos derrumbando gobiernos democráticos e implantando dictadores. Somos un país de tristes paradojas. El mismo día en que se produjo la matanza de Columbine, Clinton ordenó el mayor bombardeo en Kosovo. La sociedad de mi país es fácil y constantemente manipulada. El horror del 11 de septiembre se utilizó para desviar la atención del caso Enron, del recorte de tasas a los ricos o del desastre ecológico en Alaska.
-Llama la atención que haya podido filmar en la fábrica de misiles Lockheed, que haya conseguido los videos de seguridad de la matanza de Columbine o que haya rodado mientras le daban un arma como premio por abrir una cuenta bancaria. ¿Logra estas cosas por ser una persona famosa?
-En parte sí, pero también es cierto que en los Estados Unidos si uno hace un pedido formal para acceder a determinados lugares e informaciones lo más probable es que le den la autorización. Lockheed hará cohetes con ojivas nucleares, pero también cuida su imagen. Yo le pedí los videos de Columbine al sheriff y me los envió. Leí la promoción del North Country Bank, deposité 1000 dólares, y me dieron la escopeta que aparecía en la publicidad como premio. Así de sencillas y al mismo tiempo de dramáticas son las cosas en los Estados Unidos.
Abrir el debate
-¿Por qué tomó a Canadá como modelo opuesto al estadounidense?
-Porque somos vecinos. Basta con cruzar de Detroit -una de las ciudades más violentas y decadentes del mundo- a Canadá para ver una forma de vida completamente distinta. En mi película demuestro que no es cuestión de gente armada: en Canadá hay muchas más armas por persona (7 millones para 33 millones de habitantes) que en los Estados Unidos, pero es porque ellos tienen una tradición de cazadores. Sin embargo, allí hay menos de 400 asesinatos por año y en mi país, más de 11.000. Es un tema muy complejo y las explicaciones facilistas (la violencia de las películas de Hollywood, las letras de Marilyn Manson) son absurdas e insostenibles. Creo que precisamente lo más interesante de "Bowling for Columbine" es que no da sermones ni certezas tranquilizadoras. Simplemente abre el debate en términos adultos e inteligentes.
Carta abierta a Bush
Horas antes de que George W. Bush ordenara el primer ataque en Irak, Michael Moore difundió una violenta y corrosiva carta abierta de seis puntos contra la política exterior implementada por el presidente estadounidense. "Estoy feliz de que haya llegado el Día de la Verdad luego de haber sufrido 440 días de sus mentiras", arranca el director, que se convirtió en la mayor voz discordante en la reciente entrega de los premios Oscar al acusarlo de ser un "presidente ficticio que lleva al mundo a una guerra ficticia".
Moore avala las posturas diplomáticas de las Naciones Unidas, del gobierno francés y del Papa, y asegura que "la mayoría de los norteamericanos -que nunca lo votó a usted- no se deja engañar por sus armas de distracción de masas. Nosotros sabemos cuáles son las cuestiones reales que afectan nuestras vidas cotidianas -y ninguna empieza con "I" ni termina con "K"-. Aquí va lo que nos atemoriza: dos millones y medio de trabajos perdidos desde su asunción, el Mercado de Valores convertido en un juego cruel, todo el mundo sin saber si sus fondos de retiro estarán allí, el costo de la nafta a casi dos dólares, y la lista sigue y sigue. Bombardear Irak no hará que estas cosas se vayan".
El Oscar más polémico
- Cuando se anunció el Oscar para "Bowling for Columbine", Michael Moore subió al escenario acompañado por los otros nominados de su categoría, mientras todo el teatro aplaudía de pie.
- Definió a Bush como "presidente ficticio que nos manda a la guerra por razones ficticias".
- Cuando elevó la voz para decir: "Qué vergüenza, señor Bush", hubo por igual aplausos y abucheos