Muchos premios con poca plata
La mayor parte de las películas argentinas cuesta menos de un millón de pesos, cifra muy baja, aun para el promedio local
Según estimaciones del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales (Incaa), el 55% de las películas filmadas en los dos últimos años corresponde a producciones de menos de un millón de pesos. El dato es llamativo: oficialmente se considera que el costo promedio de una película es de un millón doscientos cincuenta mil.
Como muchos de estos films más baratos que lo previsible han cosechado importantes premios internacionales, esto demuestra el crecimiento de la tendencia impulsada por el video digital, el ascendente número de estudiantes de cinematografía y las búsquedas del llamado cine independiente.
"Esto genera un impacto sobre la producción que hay que tratar de capitalizar -afirma José Miguel Onaindia, hasta ahora director del Incaa-. Es importante que estas realizaciones ingresen en la formalidad."
Ahora bien, el espectro que abre el cine de bajo presupuesto es extremadamente amplio. Desde films que pueden terminarse por 80.000 dólares hasta los que demandan entre 600.000 y 800.000, los casos son muy heterogéneos. Esto, considerando las películas nacionales de largometraje, estrenadas en formato de 35 milímetros. Si también se tienen en cuenta las realizaciones en 16 milímetros, o producciones concebidas absolutamente al margen del circuito comercial, como la recientemente estrenada "Plaga zombie. Zona mutante", el panorama se diversifica aún más. En todo caso, hay un gran factor común para el cine independiente: la ausencia de aportes de las grandes productoras (Patagonik, Pol-ka) y de las empresas multimedios.
"En 2000, cuando asumimos -continúa Onaindia-, encontramos que había muchas películas que estaban filmadas, pero no podían afrontar la posproducción. Nuestro objetivo es que el fondo de fomento del instituto se pueda distribuir entre estas nuevas modalidades y las del cine industrial."
Hacer cine nunca fue tarea fácil; mucho menos, económica. Cualquier producción, por menor que sea, implica contratación de técnicos y actores, alquiler de escenografías, vestuarios, equipos, locaciones. Por no hablar de seguros, catering y gastos de laboratorio. Respecto del rodaje, a veces implica agotadoras jornadas durante fines de semana o, en los casos más favorecidos, planes medianamente organizados, que no se extienden más allá de los dos meses. Una vez terminada la filmación, hay que encarar la posproducción, es decir, todo lo relativo al montaje, sonido, doblaje y subtitulado (vital, si se quiere competir en festivales del extranjero).
La tentación del amateurismo está siempre latente, en especial para los más jóvenes. Entre las nuevas tecnologías que abaratan costos y los amigos que se ofrecen a participar gratuitamente, pueden reducirse notablemente los presupuestos. De todos modos, la mayoría apuesta por el profesionalismo.
"Las limitaciones de producción a veces implican un esfuerzo extra -reflexiona Juan Villegas, cuyo primer largometraje, "Sábado", se presentó en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires y en Venecia-. La gente da su trabajo a cambio de poco dinero, pero ésa no es la forma ideal de manejarse. Yo acabo de presentar un proyecto a un concurso del Incaa para primeras y segundas películas. Son premios de 400.000 dólares que permitirían cubrir esos gastos".
Pablo Trapero, el reconocido director de "Mundo grúa", que se encuentra en plena filmación de "El bonaerense", su nuevo film, comparte este punto de vista: "Respecto del equipo, a mí me gusta que cada uno cobre su sueldo. Que no se trate sólo de una cuestión de buena onda y amistad".
Un circuito frecuentado por realizadores con más entusiasmo que recursos materiales es el siguiente: luego de filmar en 16 mm, se pasa ese material al formato video. Se presenta la propuesta en concursos y, una vez obtenido algún tipo de financiación, se lo vuelve al fílmico, pero en 35 mm. ¿Otra alternativa? Comenzar filmando en video digital.
Además de sus conocimientos específicos, los cineastas tienen que hacer gala de todo su ingenio para que las cuentas cierren. Tal es el caso de Hugo Lescano, director de "El regreso". La película obtuvo el premio LA NACION al guión original y el premio Opera Prima 98 del Incaa. "Cuando empecé a rodar, en febrero del año pasado, no tenía ni cien mil pesos. Muchos me decían que en esas condiciones era imposible filmar en 35 mm con calidad. El desafío era demostrar que se podía hacer". Lescano consiguió equipamiento por canje, se manejó con muy poco fílmico (reduciendo al mínimo las repeticiones de cada toma) y cumplió a rajatabla con el cronograma de rodaje. "Un solo día de más representaba costos materiales y pagos a técnicos que no me podía permitir. Finalmente, llegué al final de la filmación habiendo gastado menos de 300.000 pesos".
Pese a la crisis, los premios, préstamos o subsidios otorgados por el Incaa son unas de las más importantes fuentes de recursos. Otra institución que desde 1994 viene sosteniendo este tipo de realizaciones es la Fundación Universidad del Cine (FUC), que dirige Manuel Antín. Además de producir cuatro filmes ("Moebius", "Mala época", "Sólo por hoy" y el largo de animación "Mercano el Marciano"), participó como productora asociada en ocho títulos (entre ellos, "Sábado") y apoyó la realización de 17 largometrajes y documentales (por ejemplo, "Mundo grúa", "Modelo 73", "Rosarigasinos" y "25 Watts").
"La FUC siente que es su obligación participar del fomento a lo cinematográfico -sostiene el arquitecto Mario Santos, de la Secretaría de Extensión Universitaria-. No todo es complicado, lo necesario es decidirse."
Las ayudas económicas también llegan del exterior. En el último tiempo, los aportes del Fondo Hubert Bals (vinculado con el Festival de Rotterdam y destinado a colaborar con las cinematografías del Tercer Mundo) están jugando un rol destacado en las realizaciones locales. Desde los pioneros "Pizza, birra, faso", "Mundo grúa" o "Rapado" hasta los más recientes "Esperando al mesías", "No quiero volver a casa", "Taxi, un encuentro" y "El bonaerense", son numerosos los títulos que han recibido apoyo económico de la institución. En la última entrega del subsidio holandés, nueve proyectos argentinos resultaron favorecidos. En este sentido, Ana Poliak, directora de "La fe del volcán" (película que también contó con la ayuda de la Hubert Bals y que tuvo su estreno nacional el 6 de diciembre, en Casilda, Santa Fe) es tajante: "Yo creo que esta institución es la principal productora de cine argentino no comercial".
¿Otras entidades a las que recurre la cinematografía de bajo presupuesto? El Fondo Nacional de las Artes, la Fundación Antorchas, Ibermedia (concurso que se hace anualmente para películas de Iberoamérica) y el Sundance Institute.
El juicio del público
Pero la historia no termina con el proceso de posproducción. El paso siguiente es la exhibición, con su nada desdeñable promesa: recuperar lo invertido en el film. Más allá de la posible distribución internacional, la prueba de fuego es la taquilla. Se estima que son necesarios 41.830 espectadores para cubrir los costos de lanzamiento. A partir de allí se puede empezar a hablar de ganancias. "Mundo grúa", por ejemplo, superó las 80.000 entradas vendidas, mientras que "La ciénaga" pasó de 120.000. Pero casos semejantes no son los más frecuentes (y, aun así, están muy lejos del millón de espectadores convocados por filmes como "Nueve reinas"). Buena parte de estas películas está viviendo una situación paradojal: excelente repercusión en los festivales extranjeros y escaso impacto en el público local.
Al respecto, Mario Santos hace su evaluación: "No se pueden mezclar en un mismo circuito dos tipos de realizaciones. La producción comercial tiene otro costo, otro nivel de producción y otro nivel de respuesta. Ambas clases de cine tendrían que tener medios de distribución importantes, pero no sé si deberían estar juntas. No parece lógico que una película como "La libertad" se estrene en el mismo circuito en el que se presenta "Harry Potter", por ejemplo".
Lita Stantic, productora de "La ciénaga" y de "El oso rojo", film de Adrián Caetano en actual proceso de filmación, dice: "Yo creo que a veces realizaciones que podrían tener más espectadores fracasan por no contar con un lanzamiento fuerte".
La productora considera que "El oso rojo" tiene importantes chances de sumar a las resonancias festivaleras la aceptación del público argentino. "Adrián es un director de un gran talento, que está más relacionado con la narrativa del cine norteamericano que con la del europeo. Estoy convencida de que en este caso se van a dar las dos cosas: éxito de audiencia y calidad."
Una nueva generación
De todos modos, es innegable que hay una nueva producción marcada, por lo pronto, generacionalmente. La mayoría de los realizadores ronda los 30 años, viene de las escuelas de cine o de una intensa cinefilia, y está creando un modo diferente de construir relatos. Optan por historias mínimas, huyen de las grandes retóricas y prefieren los personajes de bajo perfil, antihéroes fácilmente reconocibles en cualquier esquina de nuestras ciudades.
En un artículo publicado en la revista "El amante" de mayo del 99, el periodista Hugo Salas identificaba el surgimiento de esta modalidad de realización y se preguntaba si, más allá de la esforzada concreción de sus operas primas, alguno de los nuevos directores iba a poder lograr cierta continuidad en su trabajo. Por estas fechas, se sabe que Lucrecia Martel, Martín Rejtman, Lisandro Alonso y Ariel Rotter ya están encaminando nuevos proyectos. A todo esto se pueden sumar los rodajes que llevan adelante Pablo Trapero y Adrián Caetano, iniciados poco antes de la imposición de restricciones a la extracción de efectivo. Las filmaciones continúan, pese a las dificultades económicas y la incertidumbre general. Quizás habría que pensar la decisión de ambos equipos de filmación como una razón para darle un voto al optimismo.
De menor a mayor
La más económica: "Plaga zombie. Zona mutante" es la película del récord. De acuerdo con sus realizadores, apenas significó un desembolso de 1001 pesos.
Término medio: entre 80.000 y 700.000 pesos. Entre ellas, "El regreso" (300.000 pesos), "Moebius", "Mala época" y "Sólo por hoy" (390.000) y "La ciénaga" (700.000).
Llegando al millón: ése es el límite de las películas de bajo presupuesto. Es lo que prevén gastar Pablo Trapero ("Mundo grúa"), con su segundo film, "El bonaerense", y Adrián Caetano con "El oso rojo".
Todo es relativo: en la Argentina, una producción de alto presupuesto ronda los tres millones de dólares. En Hollywood, el costo promedio es de 20 millones.
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