Llega el film Lengua materna. Mujeres que se buscan a sí mismas
En su segundo largometraje, la cordobesa Liliana Paolinelli reunió a Virginia Innocenti y Claudia Lapacó
Liliana Paolinelli es cordobesa. Viene trabajando en cine y en teatro, en su provincia, hace rato; sin embargo, recién se la conoció por completo hace dos años. Fue cuando presentó Por sus propios ojos , con eje en una documentalista, su encuentro tras las rejas de una prisión con un convicto y la relación que establece con él a partir de la intervención de la madre del preso. La película ganó importantes premios en Biarritz, Quito, Manheim-Heidelberg y Gramado.
Lengua materna , que pasado mañana presentará Distribution Company, es su segundo largometraje. Cuenta la historia de Esther y el momento de crisis que vive con su pareja, otra mujer, y la forma en que se reencuentra con su madre, quien ignoraba la sexualidad de su hija. Para los papeles principales Paolinelli contó con los aportes de Virginia Innocenti, Claudia Lapacó y Claudia Cantero, a las que acompañan Ana Katz, Nancy Anka y Mara Santucho.
-La relación entre madres e hijos que asomaba en tu primer largometraje pasa a primer plano en el segundo...
-En este caso, es la hija la que convoca a la madre, y eso hace que la madre, que no ha visto o ha oído lo que en realidad estaba viviendo su hija hace tiempo, se meta y que esa intromisión parezca pesada. Es un momento clave de la relación entre las dos y, en particular, de la hija en su relación de pareja, en crisis. Decía el guionista Jean-Claude Carrière que «todo relato aparece cuando hay una muerte», y creo que tenía razón. Aquí algo está pasando en la vida de esta mujer que, de alguna forma, quiere revelar finalmente a su madre para acercarse definitivamente a ella.
-¿El relato trata de evitar la solemnidad, quizá, porque así es más fácil hablar de temas que todavía son difíciles?
-La comedia también es drama, y aquí el problema aparece desde el primer momento, cuando en la vida no ocurre así, hay marchas y contramarchas, y en temas como éste hay mucha negación, sobre todo cuando se trata de una madre tan conservadora como ésta. Mi película no es tan costumbrista como se puede suponer de antemano. Hay mucho trabajo sobre los textos. Me gustan los diálogos precisos y crear una ilusión de realidad más que realismo.
-¿Qué era lo que genuinamente querías contar y qué era lo que a priori nunca hubieras incluido?
-Los cambios del personaje que interpreta Virginia. No quería hacer eje en el tema gay, ni mostrarlo en forma explícita. Hay quienes buscarán lo contrario, pero no lo van a encontrar. Trabajo mucho sobre el texto, y en los ensayos, con diálogos muy limpios. En las escenas de pareja, jugamos a la improvisación, porque el original fue escrito hace muchos años y muchas cosas en todo este tiempo fueron cambiando, entre otras cosas, al aumentar la edad de la protagonista.
-¿Fue difícil presentar el tema a la hora de encontrar productores? ¿C reés que habiendo pasado tanto tiempo entre que surgió la idea, hace década y media, y el momento de concretarla, las cosas han cambiado lo suficiente como para que ahora todo resulte menos discutible?
-El original no cambió mucho, con excepción de que la protagonista tiene ahora cuarenta en lugar de veinte. El personaje de la madre quedó casi igual. Cuando escribí las primeras líneas, vivía en Córdoba. Hablaba con la gente de mi entorno, con los actores que pensaba entonces podían interpretar los personajes. Trabajaba en Córdoba, en forma independiente y todavía no había hecho cine comercial. Lo creía posible y uno finalmente se hace la idea de que es posible hacerlo. Comentaba aquella idea y a todos les parecía que podía ser. Pero no era tan así. Pasó mucho tiempo y pasaron muchas cosas desde entonces. Hay muchos prejuicios con los que seguir luchando. Cuánto tiempo hubo que esperar el matrimonio igualitario, que a la vez generó tantas resistencias...
-¿Cuáles son tus planes para el futuro?
-Tengo tres proyectos. El más cercano es Amar es bendito , una historia de amor entre dos mujeres. El segundo, en el que todavía estoy trabajando es Futuro imperfecto , sobre dos adolescentes y la relación de ambos con la madre de ella, y, finalmente, el más ambicioso porque es de época, una adaptación de Viejito porteño , un relato de Jorge Luis Rojas Lagarde, acerca de la relación que en 1856 se establece entre un maestro de Buenos Aires y el hijo de Calfucurá, en las tolderías, que merece mucha investigación y recreación de aquellos tiempos.
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