Pablo Trapero: "Nuestras vidas fueron modificadas por las películas"
El director argentino recibió en el Festival de Valencia un premio a su trayectoria, mientras ya trabaja en la sucesora de la premiada El clan, mientras medita varios proyectos en inglés
VALENCIA.- Principal figura invitada de la 32» edición del Cinema Jove, el festival internacional dedicado a jóvenes realizadores que se realiza en la bella ciudad española de cara al Mediterráneo, Pablo Trapero evidencia una singular paradoja: con nueve títulos en su haber y varios de los premios más importantes del cine mundial, recibe en este legendario aunque algo alicaído certamen internacional un premio a la trayectoria por el conjunto de esa obra reunida. "Es como un punto en una oración. Frená, tomá aire y seguí la lectura. Ver en el catálogo de Cinema Jove todas y recordar qué pasó con cada una de alguna manera me obliga a reflexionar sobre el pasado, cosa que habitualmente no hago", confiesa el realizador en este diálogo con LA NACION.
-Siendo tan joven, ¿cómo recibís este premio Luna de Valencia a la trayectoria?
-La verdad es que desde hace dos o tres años me vienen pasando cosas por el estilo, como cuando me nombraron Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. No me lo esperaba, por la edad y por quienes la habían recibido antes. Me alegra, me honra, me encanta y me emociona, pero lo primero es pensarlo como un estímulo. El premio me provoca mucho entusiasmo. Yo no veo mis películas y no tengo la relación que establece el público con ellas.
-¿Nunca volvés a ver tus películas?
-En el proceso de hacerlas las veo muchas veces, y como director soy espectador de mi propia película mientras la voy montando, lo que hace que una vez que la terminé para mí es... FIN. Disfruto el proceso de montaje pese a que es un poco repetitivo y sistemático, a diferencia del rodaje. Nunca más vuelvo a ver las pelis, excepto en el estreno o por protocolo, como El clan, que fue a Venecia y te piden que la veas con la delegación.
Mundo grúa fue un éxito y llenaba salas como la del Atlas Santa Fe. Eras un director desconocido con un protagonista ignoto y una estética fuera del canon de ese momento. ¿Ese público sigue estando?
-Lo que más me gusta es que cada uno hace el camino que quiere y es porque llega más por sus experiencias. Es habitual que mucha gente recuerde Mundo grúa o El bonaerense, pero también hay mucha gente que habla de Nacido y criado, que tuvo muy poco recorrido en España, siendo la única que no se estrenó comercialmente, pero en Inglaterra fue tapa de la revista Sight & Sound. Para mí, Leonera es una película de género o que intenta dialogar con él. Si vas a Mundo grúa, en cambio, encontrás ciertos códigos neorrealistas.
-¿Te sentís más cómodo con la definición de cine de autor o cine de género?
-No me considero ese tipo de directores que transitaron un género más o menos afín, pero tampoco soy un autor radical con el que al público le cuesta comunicarse. Como espectador me gustan los dos mundos. El cine con el que me formé es muy diverso, va desde Tiempos modernos, una película con una vocación de comunicación muy directa con el público y una de mis preferidas, hasta las más extremas de Herzog. No podés pensar que Leonera es cine comercial tampoco, Los vengadores o X-Men lo son. Me gusta ese lugar que es muy difícil de definir.
-¿Pensás en el público al momento de construir la película o el proceso creativo es más autónomo?
-Pienso en qué pensaría un amigo, mi vieja, un crítico, Martina [Gusmán, su esposa], qué pensaría si la viera mi hijo Mateo. Qué pasará cuando la vean en Alemania. El clan es el ejemplo de eso, me costó ocho años hacerla porque me decían: "Una película dura con un período de la Argentina que nadie quiere ver. Con una historia conocida que empieza mal y termina peor". Y fue un éxito en todos lados.
-¿Cómo considerás que conecta El clan con tu filmografía anterior, más anclada en lo social?
-Hay cosas que suceden cuando hablás y te dicen: "El clan es el lado B de Familia rodante". Una película de época es distinta a trabajar en una villa, como en Elefante blanco. Haciendo el ejercicio de comparación que hago hacia adelante, ahora me gustaría hacer una película más contenida. Se llamará La quietud, la vamos a hacer con Martina, es un drama intimista de pocos personajes y no se parece en nada a lo que ya hicimos.
-¿Cómo es el trabajo previo a filmar en una cárcel, una villa o un hospital?
-Ahora es algo distinto que cuando en Comodoro Rivadavia hice Mundo grúa. Cuando filmás Elefante blanco con Darín, en la villa la gente se desespera por contarte lo que pasa y sabe que va a tener mucho impacto. Genera una apertura y me siento afortunado por el cariño que recibo en esos procesos.
-Si viene un productor y te dice: "Tengo este Marvel", ¿lo hacés?
-No tengo prejuicios, de hecho Logan me parece genial. Siento que no tendría sentido que me llamaran a mí porque hay gente con más experiencia para hacer ese tipo de películas. Me han invitado a hacer World War Z 2, pero no tengo cómo entrarle, cómo encararla. Otra cosa son los adult dramas, que son los proyectos en los que estoy trabajando, como The Man in the Rockefeller Suit, que es un caso real, o Thin Skinned Animal, que está basado en una novela que tuvo una película, El profesional, protagonizada por Jean-Paul Belmondo. Ahora voy a filmar en Rotterdam Rotterdam I Love You, que es la continuación de aquellas hechas en París, Río y Nueva York. Ahí vamos con Martina. Si con el proyecto me siento cómodo, puede ser.
-En buena parte, tu cine retrata el universo de la marginalidad social en la Argentina. ¿Te planteaste la utopía de "el cine puede cambiar el mundo"?
-El cine tiene la posibilidad de conmovernos cotidianamente. Hacemos lo que hacemos porque nuestras vidas fueron modificadas por películas. No creo que el cine tenga la potencia de cambiarlo, porque si no el mundo sería mucho más justo. Aunque hay algunas cosas concretas: Leonera ayudó a que saliera una ley; cuando fue Elefante blanco se anunció un plan de reformas en las villas; El bonaerense se proyecta en las escuelas de policía. Esas cosas pasan. Ahora, quién puso en marcha la ley, si se cumple o no, por supuesto me excede y no tengo idea, pero cuando sale la nota que dice "se sancionó la ley", me emociona.
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