Pasión por los films argentinos
LA HABANA.- La pasión del público cubano por el cine argentino no deja de sorprender. La primera proyección en esta vigésima tercera edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de "El lado oscuro del corazón 2" se realizó el martes a las 10 de la mañana en la amplia sala Charles Chaplin. Pero ya media hora antes de la exhibición el lugar se encontraba colmado. Por la tarde la respuesta del público fue todavía mayor y ni siquiera la prensa extranjera pudo ingresar en el lugar, que reventaba de público. Eliseo Subiela es aquí un ídolo de multitudes y la gente conoce al detalle su filmografía. Por eso, no extrañó que una ovación acompañara los títulos finales de la película.
Algo similar ocurrió con la presentación de "El hijo de la novia" en la coqueta sala Payret, de La Habana Vieja. El film de Juan José Campanella -que llegó a Cuba procedente de Estados Unidos y no se cansa de dar notas- se ha convertido en uno de los favoritos del festival y provocó en el público local el mismo impacto que había tenido entre el argentino: la gente festejó cada uno de los chistes y se emocionó con la película que compite por el Oscar extranjero.
Tras la accidentada inauguración, que obligó a suspender la proyección de "La fiebre del loco" por problemas de sonido (el interesante film chileno sí pudo verse en otras funciones), el festival intenta recuperar su prestigio con una amplia programación y con la visita de respetados realizadores, como Alain Corneau, uno de los principales cultores del cine-noir francés y responsable de títulos como "Policía Python 357", "Serie negra", "Fort Saganne", "Nocturne indien" y la exitosa "Todas las mañanas del mundo".
Maratón de películas
El jurado de esta edición es encabezado por Marco Bechis, ganador aquí en 1999 del Premio Coral al mejor film por "Garage Olimpo". El director chileno-argentino radicado en Italia presenta fuera de concurso "Hijos", largometraje en el que sigue analizando las traumáticas implicancias humanas de la última dictadura militar.
Bechis y sus compañeros de jurado (entre los que figura el director brasileño Julio Bressane) tienen la maratónica tarea de ver en las funciones para el público los 21 títulos de la competencia oficial. Entre las más interesantes presentadas hasta el momento figura "Taxi para tres", largometraje del chileno Orlando Lübbert que ganó la Concha de Oro a la mejor película en el último Festival de San Sebastián.
Esta tragicomedia urbana intenta trascender ciertas marcas distintivas del costumbrismo latinoamericano (el patetismo, el pintoresquismo y el subrayado crítico) con buenos resultados. Un taxista es asaltado por dos delincuentes, pero luego termina asociándose con ellos como forma de salir del eterno pozo económico en el que se encuentra. Lübbert, cineasta combativo en los años 70, exiliado en Alemania hasta 1995 y además prestigioso documentalista, logra a través del humor negro y de jugosos detalles una impiadosa mirada a las miserias humanas.
No convencieron, en cambio, la brasileña "Domésticas", de Fernando Meirelles y Nando Olival, una comedia muy popular en su país que narra de manera superficial y algo estereotipada las vicisitudes de distintas empleadas que trabajan en un edificio de San Pablo, ni "El sueño del Caimán", de Beto Gómez, una pequeña producción en blanco y negro sobre un cuarteto de antihéroes mexicanos y españoles que intentan robar un banco.
El festival -que se desarrolla en todos los barrios de La Habana y tiene subsedes en varias ciudades de la isla- también posee una competencia dedicada a operas primas. Uno de los títulos más esperados era "De la calle", del joven director mexicano Gerardo Tort, que venía de ganar el prestigioso premio Nuevos Directores en San Sebastián.
A mitad de camino entre "Pizza, birra, faso" y "Amores perros", se trata de un desgarrador retrato de las desventuras de una pareja adolescente acosada por un policía corrupto. Chicos de la calle que viven bajo tierra, madres solteras, vendedores de droga, prostitutas y marginales de todo tipo desfilan por una historia de gran potencia dramática, pero que cede a la tentación de cargar demasiado las tintas sobre sus acuciadas criaturas. Más allá de sus desniveles, "De la calle" surge como otro interesante exponente del cada vez más interesante nuevo cine mexicano.
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