Tommy Lee Jones: el señor de los caballos, en Lobos
Antes de jugar un partido con fines benéficos, el astro de Hollywood habló con LA NACION de su afinidad con la Argentina, donde pasa cada vez más tiempo gracias al polo
"¡Caballos!". Una palabra le alcanza a Tommy Lee Jones para explicar el origen y la permanencia de su cada vez más arraigado vínculo con la Argentina. "Hace siete u ocho años empezamos a comprar caballos aquí. Desde ese momento vengo todos los años y cada año me quedo más tiempo, sobre todo en Lobos. Ahora me quedo aquí, detrás de esos árboles, en mi casa...", dice con voz firme y la natural autoridad que caracteriza a los mejores personajes que le tocó interpretar en el cine, mientras hace una señal e invita al cronista a seguirla con la mirada hasta detenerse en una vivienda rodeada de verde, preferencialmente ubicada, no muy lejos de la cancha principal de Santa María de Lobos, un bellísimo club de polo de 200 hectáreas ubicado sobre la ruta 41, en el partido bonaerense del mismo nombre, y cuyas instalaciones para practicar ese deporte son reconocidas entre las mejores del país.
El actor, que el 15 de septiembre último cumplió 60 años, graduado en literatura inglesa con honores en Harvard (donde tuvo como compañero al ex vicepresidente norteamericano Al Gore) conocido en todo el mundo y ganador de un Oscar por El fugitivo , es hoy un vecino más de Lobos, que rara vez deja su casa de campo cada vez que viene a la Argentina y, cuando sale, prefiere no alejarse demasiado de Lobos y comer, por ejemplo, en parrillas de la zona. "El año pasado estuve aquí diez días, este año llevo dos semanas y media y el próximo serán más. La mayor parte del tiempo la paso aquí, trabajando con los caballos y jugando al polo con amigos. Espero viajar un poco la próxima vez, ir al Norte o recorrer la Patagonia. No falta mucho para eso", explica.
En los palenques
Después de ponerse las botas de montar y antes de prepararse para salir a la cancha principal para jugar por primera vez públicamente un partido de polo en la Argentina, Jones dialoga con LA NACION en los palenques durante el ventoso y casi otoñal mediodía de anteayer. Más allá del gesto cordial del saludo y un primer intercambio formal de palabras en español (idioma que emplea con frecuencia también en el cine), salta a la vista que el actor es un hombre lacónico y de temperamento fuerte y famoso por sus pocas pulgas frente a la prensa, sobre todo cuando alguien le pregunta sobre su vida privada o sus opiniones políticas. En ese momento, toda entrevista con él concluye invariable y abruptamente.
Lo que en verdad entrega Jones es la imagen de un hombre plenamente seguro de sí mismo, que se mueve con la autoridad de quien se sabe dueño del terreno por el que transita. Una autoridad que, por otra parte, también identifica a las grandes figuras de Hollywood, por más que Jones esté instalado lejos de allí (vive en su propiedad rural de Texas y reparte su tiempo entre ese lugar, su suelo natal, Florida y la Argentina) y haya hoy una suerte de relación directamente proporcional entre los personajes que interpreta y la cercanía entre su casa y los escenarios de rodaje (ver recuadro).
En la breve charla con LA NACION, Jones se muestra amable, cortés, de buen talante y hasta se permite una risotada franca, compartida con sus allegados, cuando ante la pregunta sobre cómo se inició su romance con la Argentina, interpreta la palabra a partir de un significado de doble sentido. "¿Le parece que en todo esto hay algo romántico?", pregunta antes de lanzar con ganas una larga carcajada, dejando en claro que está acostumbrado a decir las cosas a partir de una explicación literal.
"Tanto a mis amigos de Florida como a los de aquí les pasa lo mismo. A ninguno de ellos le importa qué hace una persona para ganarse la vida y mi caso no es la excepción. En este sentido, la familia del polo es muy considerada", dice más suelto desde el momento en que recibe las preguntas en inglés, cuando LA NACION quiere saber si disfruta todavía más ese deporte porque aquí nadie le hace preguntas sobre cine ni está pendiente a través de él de lo que ocurre en Hollywood.
Pero al fin y al cabo Jones es un actor querido y apreciado, y bien podría aplicarse a su trabajo cinematográfico la definición de los atributos que, desde su punto de vista, no deberían faltar en un buen jugador de polo: "Concentración, capacidad de pensar y, por supuesto, el convencimiento de que no se trata simplemente de estar sobre un caballo. Hay que ser un buen jinete y tratar bien a su cabalgadura".
La hora de jugar
Después de posar para las fotos, Jones pide concentración para prepararse y pensar en el juego. Deja la campera invernal y los anteojos oscuros para vestir la camiseta blanca con el número 1 de Escorihuela Gastón Infinit, el equipo integrado además por Gerardo Collardén, Javier Novillo Astrada y Luke Tomlinson (con siete, nueve y ocho goles de handicap, respectivamente) con el que afrontará el momento más importante del día, un partido organizado por Santa María de Lobos y Martín Barrantes a total beneficio de Aldeas Infantiles S.O.S. Argentina, entidad que ayuda a niños en situación de riesgo desde hace 50 años. El equipo adversario, con casaca celeste, lleva el nombre de otro auspiciante del encuentro (Technomarine) y está integrado por Frank Dubarry (1), Guillermo Caset (7), Jeff Hall (8) y Martín Garrahan (8).
El partido, que estaba previsto para el miércoles último, terminó jugándose anteayer debido a las malas condiciones climáticas. Algunos temieron otra postergación al ver que la jornada del viernes seguía con cielo cubierto, pero Luis Echezarreta, su asistente personal, se encargó de disipar toda duda cuando le comentó a LA NACION, dos horas antes del encuentro, que las condiciones eran "ideales" para jugar al polo.
La fiesta se hizo completa cerca de las tres y media de la tarde, cuando los equipos salieron a la cancha y el sol reinó sobre el lugar por primera vez en tres días. Al iniciarse el partido, la concurrencia era destacada y mucha gente del lugar se acercó para participar de la iniciativa benéfica y, de paso, ver cómo juega al polo una gran estrella del cine. Jones respondió con entusiasmo y concentración el desafío, convertido en un jugador de toda la cancha y compensando alguna imprecisión con un tanto de su autoría en el segundo chukker.
Pero cuando ninguno de los equipos parecía sacarse ventajas y el tanteador estaba igualado, el juego debió interrumpirse por algunos minutos. En el transcurso del tercer período, Jones debió abandonar el juego cuando el dolor de una inoportuna culebrilla que lo tuvo a maltraer durante los últimos días -y procuró disimular durante el encuentro con LA NACION- se hizo insoportable. Inclusive, se lo llegó a ver por un momento asistido por el equipo médico ubicado muy cerca de los palenques.
A partir de allí el resultado se convirtió en una anécdota porque a esa altura el objetivo estaba cumplido, tanto desde el punto de vista del propósito benéfico de la iniciativa como de la posibilidad de ver de cerca a Tommy Lee Jones jugando al polo. Al astro cinematográfico y al nuevo vecino de Lobos, que también sólo necesita una palabra para decir que, en su opinión, merece más que el solitario gol de handicap que hoy posee. "¡Once!" es su respuesta. Y todos le creen.