Top Five: grandes películas del cine argentino
El estreno de la aclamada El clan nos obliga a hacer un repaso por lo mejor que ha dado nuestro cine; los invitamos a dejar sus aportes en los comentarios
PARA LA NACION
*1. EL DEPENDIENTE (1969, Leonardo Favio)
- No es tarea sencilla elegir una sola película de la impecable filmografía construida por Leonardo Favio. De todos modos, El dependiente, estrenada cinco años después de la no menos extraordinaria Crónica de un niño solo se erige como su obra más apabullante y dura. Quienes hayan visto el film, protagonizado por Walter Vidarte y Graciela Borges , sabrán que a nivel narrativo no parece suceder mucho. Sin embargo, El dependiente no está construida a partir de lo externo sino todo lo contrario. Al tratarse de la historia de un hombre que sencillamente espera la llegada del día en el que pueda convertirse en dueño de una ferretería, lo vital es lo interno, lo que está contenido dentro de Fernández. Asimismo, Favio, quien co-escribió el guión junto con Roberto Irigoyen y Zuhair Jorge Jury (autor del cuento homónimo en el que está basado), apela a una economía de recursos que ponen a la imagen en un grandioso primer plano. Desde los títulos de crédito que sintetizan a la perfección esa eterna espera del protagonista pasando por el uso de la música hasta ese inolvidable plano secuencia, El dependiente es una crónica de Favio sobre el estatismo del hombre, estatismo mostrado con un grado de poesía intenso y pesadillesco.
*2. UN OSO ROJO (2002, Israel Adrián Caetano)
- Entre la mencionada El dependiente y Un oso rojo no parece haber, a simple vista, un paralelismo puntual. Sin embargo, tanto Favio como Adrián Caetano están hermanados por su pasión por la aplastante elocuencia de la imagen. En este western moderno, el realizador emplea el Himno Nacional Argentino en uno de los momentos más violentos de la historia del Oso, y tan solo con esa elección magistral dice mucho más que con cualquier diálogo. En efecto, esta es película sobre las dicotomías. El Oso es el apodo del ladrón que interpreta Julio Chávez, pero también es el juguete que le lleva a su hija al salir de la cárcel. El Oso representa lo violento, pero también la posibilidad de redención. Asimismo, cuesta no celebrar que el director haya permanecido fiel a su instinto de optar por Chávez para una interpretación que iba a contramano de lo que el actor estaba acostumbrado a hacer, como contó en una entrevista a Personajes.tv: "Yo pensaba que no era una película para mí porque había tenido un encuentro con Adrián [Caetano] tan difícil que yo dije que eso no podía ser, pero cuando terminé de filmar la película me sentí muy agradecido porque, más allá de nuestras diferencias expresivas o de presentación, él es un artista, un hombre de cine, un hombre sensible más allá de su voluntad". Un oso rojo es la prueba más concreta de esa sensibilidad artística de Caetano, una que ya despuntaba en la icónica Pizza, birra, faso.
*3. NUEVES REINAS (2000, Fabián Bielinsky)
- Sigue siendo doloroso que hayamos encontrado la respuesta al interrogante de qué sería del cine argentino sin la presencia de Fabián Bielinsky. Lo cierto es que el realizador, con tan solo dos películas (y muy distintas entre sí), sigue siendo uno de los autores más deslumbrantes que ha dado el cine nacional. Nueve reinas es una obra impredecible y entretenida sí, pero también es la prueba más irrefutable de cómo Bielinsky pensaba cada plano, con una precisión que se trasladaba al funcionamiento de reloj de esta historia de burladores y burlados. No es secreto que a Bielinsky le gustaban las escenas que tenían como protagonistas a solo dos o tres personajes interactuando en un ámbito cerrado y en este sentido, más allá del nervio de las secuencias urbanas donde se llevan a cabo las distintas tramoyas concebidas por Marcos ( Ricardo Darín ), los instantes de mayor intimidad - como ese abrazo del final con la canción de Rita Pavone "Il ballo del mattone" - son los que marcarían el rumbo que tomaría el director con El aura, un rumbo mucho más ambicioso y hermético pero igual de cautivante.
*4. LOS RUBIOS (2003, Albertina Carri)
- En su libro Madre, hermano, amante, el cantante de Pulp, Jarvis Cocker, escribió sobre cómo la impronta que deja un artista está directamente ligada a su capacidad para encontrar en lo intrascendente algo que merezca ser enfocado: "Solo un verdadero testigo ocular se percataría de los detalles aparentemente insignificantes (...) creo que uno no tiene realmente mucho control sobre lo que permanece o no en la mente, y es la azarosa naturaleza de la memoria lo que te da una voz original". Esto mismo podría ser aplicado a Albertina Carri como cineasta y a Los rubios como su mejor película. La realizadora concibió una obra sobre el secuestro y desaparición de sus padres durante la dictadura militar a partir de situaciones oníricas, superposición de fantasía y realidad, el uso de los muñecos Playmobil y la valiente interpretación de Analía Couceyro en el "personaje" de la propia Carri. Se trata de una película inclasificable, justamente porque el ejercicio de escarbar en la memoria trae consigo confusión, malestar, yuxtaposición de verdades y un sinfín de mecanismos para lidiar con ese pasado pesado. Los rubios, a su vez, cuenta con la colaboración de Alan Pauls en el guión, y con el uso de "Influencia" de Charly García en una secuencia que difícilmente no ponga la piel de gallina.
*5. REFUGIADO (2014, Diego Lerman)
- Anahí Berneri y Diego Lerman acaso sean los directores argentinos que más se rehúsan, conscientemente o no, al encasillamiento. Sus filmografías experimentan con temáticas y modos de narrar totalmente diferentes, pero con resultados siempre óptimos. El caso de Lerman es particularmente interesante. Su obra cuenta con lo punk y desprolijo de la esencial Tan de repente, el minimalismo de Mientras tanto y el clasicismo de La mirada invisible, sin jamás tropezar en sus nuevas búsquedas. Refugiado, sin embargo, es su película más ajustada y la más infravalorada del año pasado, que sorprendentemente se alzó con el Cóndor de Plata cuando muchos creían que ese premio estaba destinado para Relatos salvajes. Merecidamente galardonado, el film de Lerman aborda la violencia doméstica desde un efectivo uso del fuera de campo y con una suerte de epílogo mudo que sigue los pasos del verdadero protagonista de la historia: el niño que intenta decodificar qué es lo que realmente le está sucediendo a su madre.
*CINCO YAPAS:
*MUNDO GRÚA (1999, Pablo Trapero)
*LA CIÉNAGA (2001, Lucrecia Martel)
*INVASIÓN (1969, Hugo Santiago)
*BALNEARIOS (2002, Mariano Llinás)
*DOS DISPAROS (2014, Martín Rejtman)
PARTICIPACIÓN. ¿Qué otras películas argentinas sumarían al conteo? ¡Esperamos sus comentarios!
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