Un artesano del género
Referente de los films asiáticos de acción y objeto de culto cinéfilo, Johnnie To presentó en Mar del Plata Office, un musical en 3D
MAR DEL PLATA.- Johnnie To es reconocido en todo el mundo como uno de los maestros del cine contemporáneo. Figura clave en la explosión que provocaron las películas de acción hongkonesas en los años 80 y 90, To encabezó -junto a colegas como John Woo, Tsui Hark y Ringo Lam- una verdadera revolución artística que influyó de forma decisiva incluso en los realizadores de Hollywood.
Por eso, este prolífico director (acaba de cumplir 60 años y ya tiene más de 50 largometrajes rodados) fue recibido en el 30° Festival de Mar del Plata, que finalizó anoche, con la veneración que los cinéfilos sólo reservan para los verdaderamente grandes: entradas agotadas para las dos únicas funciones de su más reciente trabajo, Office, en la inmensa sala 1 del complejo Ambassador (1400 espectadores en total), y otra multitud que siguió su charla pública en la carpa que se instaló para esta edición. Él, siempre amable y sonriente, accedió a sacarse fotos con muchos de sus fans e incluso con varios directores argentinos que se lo cruzaron durante los cuatro días que estuvo en la ciudad.
Office es, en verdad, una sorpresa en su carrera, ya que se trata de una (tragi)comedia musical en 3D que expone las miserias laborales, psicológicas y hasta sexuales en el marco de una poderosa corporación.
Es que la filmografía de To -que incluye gemas como la saga de Election, Breaking News, Life Without Principle, Fulltime Killer, Exiled, The Heroic Trio, The Mission, Mad Detective y Drug War- está marcada sobre todo por thrillers de enfrentamientos entre policías y mafiosos, aunque tampoco les ha escapado a la comedia, a las historias románticas ni a las de artes marciales.
"Tengo ganas de seguir experimentando, por eso esta vez aposté por filmar en un decorado claramente artificial y plantear situaciones absurdas de canto y baile. Office está basada en una obra de teatro que disfruté mucho como espectador y quise mantener algo de ese espíritu. Me gusta la comedia musical, aunque no me considero un experto", admite en diálogo con LA NACION durante una entrevista en el Hotel Provincial.
To dice estar "feliz" de haber llegado por primera vez a América del Sur. "Es muy gratificante apreciar que, más allá de las dificultades que existen para distribuir cine asiático en el resto del mundo, aquí reconocen y disfrutan mi cine." Y agrega: "Tuve muchas invitaciones previas para venir, pero casi siempre estoy en rodaje. Esta vez se dio la oportunidad y me encanta que haya sido en la Argentina, ya que me considero un fan de Messi, que no es sólo un jugador, sino un artista eximio, un genio contemporáneo. Amo verlo jugar". Luego de esta introducción futbolera, da indicaciones a sus dos traductoras (To siempre está rodeado de un amplio séquito de asistentes) de pasar a hablar de cine.
-¿Por qué cree que las películas de acción de Hong Kong fueron tan importantes para la historia del cine?
-Es difícil saberlo, pero tiene que ver con una tradición, una perseverancia. Tuvimos productoras como Shaw Brothers, Golden Harvest o Cinema City, que sirvieron de ámbito de formación y experimentación para muchos de nosotros. De todas maneras, creo que hay una influencia pendular y recíproca. Yo crecí admirando a Sam Peckinpah o al Martin Scorsese de Taxi Driver. Luego fue Hollywood quien se fijó en nosotros. También crecí viendo a maestros como Stanley Kubrick y Akira Kurosawa.
-¿Por qué nunca aceptó las propuestas de filmar en Estados Unidos?
-Porque luché muchos años para tener el poder suficiente como para controlar mis películas. Desde hace casi 20 años tengo una compañía propia, Milkyway Image, que me permite manejar mis proyectos y evitar que un estudio, un productor o una estrella de moda me impongan sus criterios. Sufrí mucho en mis comienzos siendo un director a sueldo y no quiero repetir esa situación.
-China está a punto de convertirse en el primer mercado del mundo para el cine. ¿Cómo ve este proceso?
-China ha crecido mucho en los últimos años, y eso fue beneficioso para nosotros, ya que allí podemos conseguir financiación diez veces superior a la que teníamos en Hong Kong antes de la reunificación. Pero todavía queda mucho por hacer.
-¿Qué le falta a China para convertirse en potencia cinematográfica?
-Perfeccionarse en lo tecnológico, mejorar la narración de sus películas, abrirse al mundo. Por el momento es un mercado muy apetecible por su masividad, sobre todo para los films de Hollywood, pero todavía la competencia no es de igual a igual.
-¿Por qué se interesó por el 3D para Office?
-Porque, como decía antes, siempre estoy investigando. En mi próxima película, en la que vuelvo al policial, no usé el 3D, pero estoy evaluando retomarlo para futuros proyectos. Yo pruebo mucho y me resultó muy sencillo filmar con cámaras 3D, sobre todo para planos generales como los que necesitaba en Office para trabajar la profundidad de campo.
-Usted es muy prolífico y tiene un método de trabajo muy particular ¿Podría explicarlo?
-Sí: filmo a veces dos o tres películas por año. No apelo a un guión estricto, ni a storyboards, ni repito muchas veces las tomas. Me gusta llegar al set, pensar, ensayar un poco y rodar. Mis colaboradores siempre me piden precisiones y yo no les adelanto nada. Ni siquiera saben cómo va a terminar la película (risas).
-¿Siente que se venció definitivamente el prejuicio hacia el cine de género en los grandes festivales como Cannes o Berlín?
-Llevó muchos años convencer a los programadores de que un policial o una comedia eran tan valiosos y prestigiosos como un film de autor. Todavía faltan derribar algunas resistencias, pero varios de los artesanos del cine de género ya hemos llegado a competir en las secciones oficiales de los principales festivales. Es un logro importante.
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