Comienza hoy el 12° Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente. Un recorrido por el presente y el futuro
Sergio Wolf, director artístico del Bafici, habla acerca de una muestra que afianza su perfil y que esta vuelta, asegura, se presenta más política y polémica
Organizado por el Ministerio de Cultura porteño, el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) empieza a encontrar, definitivamente, su perfil. Como todo evento de este tipo, más cuando de cine de presente y futuro se trata, siempre puede generar discusiones. Y es bueno que eso ocurra. Así y todo, por el costado cinéfilo que implica, alejado de todo lo que se perfila como industrial, lo nuevo convive con clásicos "raros", o con el que suele llamarse cine "de culto".
Como ya es costumbre, el festival volverá a superar los 400 títulos, entre cortos y largometrajes. "¿Muchas películas?", asegura Sergio Wolf, su director artístico, en diálogo con LA NACION. "Cuando uno entra a una librería o a una biblioteca no se le ocurriría decir «¡cuántos libros!». O quejarse de la abundancia porque uno no puede leerlos todos", asegura, dando signos, además, de que invertir los días de todo un año en la tarea de elegir esos títulos es enriquecedor, pero muy agotador.
Este es el tercer año de Wolf al frente de esta maquinaria que desde su comienzo, allá por 1999, pero muy especialmente en este último tramo, da muestras elocuentes de funcionar en un todo bastante armónico.
"El cine está en un momento de mucha transición, los estándares de las películas grandes son cada vez más altos y? ¿quién puede alcanzarlos? El problema es el de siempre: qué pasa con las películas que no son las grandes de Hollywood. Hay un espacio que se angosta, que tiene que ver con un proceso de homogeneización del gusto muy fuerte, que ocurrió cíclicamente, pero ahora es más fuerte. Películas que ganaban el Festival de Cannes y antes se estrenaban ahora no. ¿Qué pasa con eso? Hay cuatro o cinco de los veteranos que son distribuidos por las majors , y después Michael Haneke, Marco Bellochio y la lista se acaba. ¿Qué va a pasar después? Ahí hay un punto donde entran los festivales", reflexiona.
"En la medida en que la distancia se amplía crece la importancia de los festivales. El cine aumenta su volumen y sus modos de producción y el Bafici siempre acepta el desafío de abarcarlos. En la sección Found Footage, hay películas con material reciclado, con archivos públicos desclasificados, de Internet, y en ese sentido la Web es como el mar de los Sargazos, onda «tire la caña y pesque». Los festivales tienen que seguir siendo ese lugar de apertura al mundo del cine. La TV, sea la que fuere, no da respuestas a esta realidad. No vas a encontrar películas de Tsai Ming-liang ni las de John Gianvito. Los festivales como el Bafici tienen una responsabilidad muy grande", asegura. "Es un festival de formación, que educa a sus espectadores", afirma.
Para la discusión
"Hay una cosa de acumulación, y eso nos permite siempre ir por más. En lugar de ser como Cronos, que devora a sus hijos, el Bafici incorpora a sus hijos, y ésa creo que es una lección, una de las cualidades que marca su supervivencia. El Bafici crece de mil modos. La idea de que lo hace porque tiene más plata, películas o invitados es errónea. No se puede retroceder. Sostener los logros significa ir por más. El mundo del cine no se circunscribe a El secreto de sus ojos . La idea de este año fue volver a barajar e ir en busca de directores todavía más desconocidos, algo que deja perplejos a muchos", dice. En cuanto a contenidos, piensa que "el nivel político es fuerte. Son películas de discusión, de la coyuntura argentina contemporánea, varias sobre la década del setenta".
Hoy, en la apertura oficial, se verá Secuestro y muerte, la película de Rafael Filippelli que toca la historia de los últimos días de Pedro Eugenio Aramburu, tras su secuestro por el grupo Montoneros, según un ensayo de su esposa Beatriz Sarlo, episodio recordado como clave en la historia de la violencia política de aquellos años que precedieron al primero y fugaz retorno a la democracia y a su última y trágica interrupción.
"Filippelli tiene que ver con la historia del festival. A esta altura acumulamos varias generaciones de cineastas y se encuentran los docentes con los alumnos. Están los discípulos de Eduardo Blaustein, de Carmen Guarini, y los de Filippelli. Los cuatro directores históricos del Bafici coincidimos en programar esta película, Andrés Di Tella, Quintín, Fernando Peña y yo. No es un invento mío", explica.
"No se puede hacer el Bafici con miedo. No es una película liviana, porque tiene un punto de vista relacionado con lo que muestra, que es complejo. No intenta comerciar explícitamente con este tema. Eso sí, coincido en que no es inocente elegir una película como ésta para la apertura de un festival. Este año, el Bafici tiene secciones de cine experimental, político, documentales chinos contemporáneos? Hay una zona política que recorre el festival e incluye la elección de cine nacional. Los condenados, de Isaki Lacuesta, para el cierre; la de Enrique Piñeyro sobre la policía; la de Inés de Oliveira Cézar; la de Delfina Castagnino, o El predio , una película acerca de la Esma hoy, muy controversial. Estamos construyendo una zona polémica que afirma la idea de festival en el que siempre se discutió. Es como un festival viajero que trae novedades, como los viejos marinos, allende los mares. Cumplimos con la necesidad de mostrar el cine que no se ve. Y en ese sentido nuestro festival está abierto a los nuevos cineastas."
Wolf es muy claro: "Si vos no creés que un chico veinteañero que recién comienza merece estar en la competencia argentina no podés estar en el Bafici. La pregunta central del arte es ¿qué es esto que estoy viendo? Hay un problema que la película está creando en el espectador, en el crítico y en quien sea. El Bafici tiene algo de laboratorio, de biblioteca, de facultad, museo, de cancha de fútbol y de concierto de rock. Tiene mística", concluye.