"Este proyecto tiene vida propia y nosotros somos los instrumentos para poder llevarlo al escenario", dice sin pestañear Germán Barceló, el autor junto con Damián Mahler de Siddharta, buscando la verdad , la última producción dirigida por Flavio Mendoza que se estrenó el sábado pasado. Pero las coincidencias y causalidades que flotan en la atmósfera del Broadway darían tela para cortar a los apóstoles de la autoayuda. O, quizá, solo se trate de la novela de Hermann Hesse que mantiene su vigencia de capturar corazones a casi un siglo de su publicación: el eterno camino de un hombre que busca la verdad.
Hace siete años comenzó el sueño cuando Barceló, compañero de Mahler en el musical Drácula, le mostró una primera versión teatral, "un boceto", de su libro de cabecera, el que lo representaba en ese momento de la vida. Y el músico se entusiasmó: "Cuando leí el libro, no lo había hecho antes, me generó una explosión interna y la identificación fue total. Trabajamos mucho en estos siete años, pulimos cada detalle, lo deseamos con todo el alma. Mi papá siempre confió en el proyecto, estaba convencido de que teníamos que hacerlo a lo grande aunque no imaginábamos tanto", dice Damián, el hijo de Ángel, productor con Mendoza del megashow que reúne a 40 artistas y un despliegue tecnológico al estilo del director de Stravaganza, con arneses, múltiples pantallas y un novedoso piso led que sube y baja.
"Siddharta es nuestro héroe pero no como los de Marvel sino un héroe humano que va buscando la verdad", dice Barceló, además de autor del libro, el director de actores. "Todos, salvo dos figuras, audicionaron, incluso Siddharta", agrega sobre el protagonista principal, Facundo Mazzei, acompañado por Osvaldo Laport (como el padre) y Karina La Princesita (Kalama, el amor) –ambos convocados directamente– y un elenco muy talentoso formado por Roberto Peloni (el Barquero), Pablo Sultani (Kamaswani), Franco Friguglietti (Go), Pietro Vicentini (Vinda) y Diego Rodríguez (El Iluminado), entre otros intérpretes, acróbatas y bailarines.
"No quería audicionar porque soy muy inseguro en cuanto a la actuación. Interpreto como bailarín, pero actuar, con texto, es otra cosa. Además, frente a Flavio que es una imagen muy fuerte y con el que siempre estuve en los castings, pero de este lado, no del otro, y quiere que te presentes impecable", dice Mazzei que empezó en el ensamble del primer Stravaganza, después fue coreógrafo, más tarde una de las figuras de Mahatma (obra en la que empezó a cantar) y, ahora, le llega el primer protagónico para un personaje muy especial: "Cuando me regalaron el libro, ya hace un tiempo, me dijeron que me iba a identificar con la historia. ¡Mirá qué loco que me toque esto! Estoy muy apoyado por Osvaldo que es un actorazo y hace de mi padre, es muy cercano a mí todo lo que pasa, un desafío muy grande. Germán, los compañeros, todos excelentes, aprendo mucho, soy una esponja. ¿Y Karina? También es un desafío muy grande para ella. Es muy profesional y tiene una virtud inmensa que muchos famosos no tienen: sabe escuchar", dice sobre la cantante que debuta en el teatro.
Flamante ganadora del premio Gardel a Mejor álbum artista femenina tropical por Mujeres, Karina La Princesita (su apellido es Tejeda, pero Mendoza decidió mantener el alias por el que es popular) quería algo nuevo para este año y lo encontró: "Tengo que actuar, bailar y volar (risas). Flavio te hace hacer esas cosas. Yo no conocía el libro, pero me emociona mucho la historia. Tal vez este paso signifique un cambio en mi carrera aunque no lo hice con esa intención. Está lejos de lo que yo venía haciendo, pero cerca de lo que soñaba hacer".
Retrasado, Osvaldo Laport pide disculpas y da explicaciones: clases de teatro en el Instituto superior municipal de Escobar, ciudad donde también asumió la dirección artística de la sala Seminari, más las grabaciones de 100 días para enamorarse y los ensayos para el debut en un género por el que nunca había transitado. La boina negra que le cubre toda la cabeza deja al descubierto, aún más, su mirada sonriente. Abre la mochila y saca un sobre de tela con objetos preciosos: "¿Ves? Este libro (obviamente, es una vieja edición de Siddharta), me lo regaló mi mejor amigo al poco tiempo de venir a Buenos Aires, a fines de los setenta, a mis veinte años. Esta sandalia me la trajo de la India, estas cosas, todo lo voy a poner en mi camarín. Nada es casual, la vida fluye y lo que tiene que ser va a ser. No me hago el profeta, por favor, es lo que me pasó. Mi vida, mi carrera, mis personajes, todo fue y es atípico, es lo que el destino me pone por delante. ¿Cómo no lo voy a hacer? Me siento un privilegiado", dice el actor que interpretó a un padre arrepentido en la tira, ya finalizada, Las Estrellas; ahora, al de Nancy Dupláa en 100 días para enamorarse, con valores de otra época; y al noble brahmán, el padre de Siddharta/Mazzei.
Anteúltimo en llegar al ensayo (y a la nota), con su inseparable perrito blanco peludo, Flavio Mendoza dice que está zombie por no dormir. Hace un mes y medio, fue papá primerizo y Dionisio ocupa la mayor parte de su tiempo. "Quiero ser un padre presente. Todavía no lo puedo traer a los ensayos, le faltan vacunas, es muy chiquito. Por eso aprovecho bien el tiempo y cuando vengo, me exprimen", dice el director general que prefirió este año no subirse al escenario. Sin embargo, dice que en Villa Carlos Paz, cuando lleven el espectáculo en verano, o quizá antes de que finalice la temporada porteña, "haga algo": "No quiero reemplazar a nadie porque todos están espectaculares. Pero puede que incorpore otro personaje, no sé, todavía falta mucho".
Dos años atrás, cuando Mahler y Barceló le llevaron el libro, se entusiasmó. Pero puso sus condiciones: "Igual que con Franciscus que el libro no era mío, les dije que yo iba a darle mi identidad y ellos accedieron a hacer todos los cambios que potenciaran más el proyecto".
Para Franciscus, llamó a Norma Aleandro para la dirección de actores y a las actrices Leticia Bredice y Ana María Picchio. Ahora, a Laport y La Princesita. "Me gusta mezclar elencos y públicos, salir del lugar de confort. Con Norma fue una experiencia maravillosa que guardaré para siempre. Pero yo agarro tu energía, aprendo de vos y después me animo a más. Con todos estos años de trabajo, sé lo que quiero ver. A veces es difícil comunicar lo que uno quiere, pero gracias a Dios lo logro", dice el director que es creyente pero, al igual que el resto de los entrevistados, no se reconoce budista. "Tampoco hago meditación, pero sé que sirve, creo en lo positivo, en la gente buena que hay en el mundo y confío, por eso tuve un hijo, porque tengo esperanza en que el mundo mejore. Es necesario brindar un gran espectáculo de nivel internacional, pero también un mensaje que llegue al corazón. Yo sí soy profeta en mi tierra", asegura Mendoza, convencido de su rol de hacedor de talentos y oportunidades.
Siddharta, buscando la verdad.Dirigida por Flavio Mendoza. Teatro Broadway, Corrientes 1155. Funciones: miércoles a viernes, ?a las 20.30, sábados, a las 20 y 22.30 ?y domingos, a las 20.
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